Esta mañana, viernes 20, se produjo la destitución disfrazada de relevo del general Eduardo Arteta, de la jefatura departamental de la Policía en La Libertad. Su sucesor, el general PNP Oswaldo Alfaro, que trató de pasar lo más desapercibido posible, revisó con Arteta los pormenores propios del cambio de comando.
Pudiera suponerse que con ello la crisis provocada por la decisión de Alan García y la instigación de Alva Castro, iba a amainar. Al fin y al cabo, la transmisión de comandos policiales no suele ser un espectáculo de masas.
Pero la indignación provocada por el arbitrario traslado del general Arteta, sobre todo entre los dirigentes y miembros de las juntas vecinales de seguridad ciudadana, que tuvieron mucha cercanía con aquél, no solo no disminuyó sino aumentó y desencadenó incluso a un incidente de cierta violencia.
Mientras el actual alcalde César Acuña publicaba aviso a página completa en los diarios trujillanos y en por lo menos uno de Lima, protestando por la “remoción” de Arteta, decenas de integrantes de las juntas vecinales llevaron a cabo manifestaciones en la Plaza de Armas de Trujillo primero; visitaron el diario “La Industria” y marcharon hacia el local del partido aprista, con la aparente intención de hablar con Luis Alva Castro.
Ahí, cuando una delegación de dirigentes pugnó por ingresar, fue enfrentada a empujones y puñetazos por robustos militantes apristas. Una pobladora de Víctor Larco resultó con el labio roto en la trifulca.
Alva Castro no apareció, pero el recientemente reemergido (por lo menos como co-secretario general) Jorge del Castillo dijo, en conversación telefónica con IDL-Reporteros, que “hubo forcejeos… porque nadie se puede meter a un domicilio ajeno”.
Luego del incidente, la dirigencia aprista (el candidato a la alcaldía, Daniel Salaverry, flanqueado por del Castillo y Alva Castro), realizó una conferencia de prensa, en la que acusó al alcalde Acuña de “azuzar” a las juntas vecinales para provocar situaciones de violencia.
Pero, que se sepa, no fue Acuña sino García Pérez el que desató la crisis con el relevo inopinado de Arteta.
Sobre esa decisión, del Castillo prefirió no opinar:”No conozco, no tengo la menor referencia sobre el caso. ¿Le has preguntado a Alva Castro?”. Cuando se le dijo que Alva Castro declaraba el “desconozco mayormente” que se suele emplear cuando se quiere evitar circunstancias embarazosas, del Castillo respondió divertido que en su propio caso sí se aplicaba dicho “desconozco…”.
No está claro qué va a hacer el Apra ante una decisión (dirigida a su campaña contra Acuña en Trujillo, que tiene la más alta prioridad) que parece haberles reventado en la cara. Lo que sí se sabe es que Acuña se ha movilizado con rapidez para aprovechar el error aprista. Este sábado 21, ha organizado una movilización de protesta contra el cambio abrupto del general Arteta. Otros dirigentes de municipalidades distritales organizan sus propias movilizaciones, que podrán confluir con la de Acuña.
Pero, junto con las manifestaciones que tienen como trasfondo la lucha electoral, algo más peligroso parece a punto de ocurrir: la renuncia masiva de la mayoría de dirigentes de las juntas vecinales de seguridad ciudadana en Trujillo. Como se recuerda, Arteta inauguró, en los escasos siete meses que lo dejaron trabajar, cientos de juntas vecinales de seguridad ciudadana. Tal cual declaró a IDL-Reporteros la dirigente Lucy Morales, Arteta “encontró 52 juntas vecinales al asumir su puesto. Ahora hay 1200 juntas”.
De llegar a producirse esa renuncia, sería uno de los reveses más serios para la seguridad ciudadana en Trujillo, una ciudad donde la lucha contra el crimen tiene mayor importancia que en casi cualquier otro sitio.
Como augurio de los malos tiempos que se vienen, cundió en Trujillo la información de que el mayor PNP Marcial Ortiz, ex comisario de Florencia de Mora y muy allegado al alcalde aprista Wilson Toribio, estaría a punto de regresar a su puesto.
De hecho, una de las razones de la crisis actual fue que el general Arteta se negó a reponer a Ortiz pese a las presiones de Toribio. Según personas cercanas a Arteta, éste consideraba que Ortiz era un oficial cuestionable. Muchos dirigentes vecinales consultados por IDL-Reporteros, coincidieron con esa apreciación.
“Esa es la razón verdadera de lo que ha pasado” dijo una persona familiarizada con la oficialidad policial, “vea a quién sacan y vea a quién ponen, para que se dé cuenta de lo que hay tras esto”.
En los asuntos humanos rige una vieja ley: la de las consecuencias imprevistas, especialmente de las decisiones apresuradas. Cuanto más estúpida sea la decisión, más imprevisible la consecuencia. Y por eso ahora en Trujillo resulta casi imposible saber qué va a pasar.