Los libros no solo relatan misterios sino a veces los protagonizan. En “El club Dumas”, la extraordinaria novela de Arturo Pérez Reverte, un librero es el actor central de un argumento de suspenso trepidante, intrigas letales, memorias de Dumas.
Un caso diferente fue la confesión póstuma del ladrón de libros de la famosa biblioteca del Palacio de Lambeth, residencia del arzobispo de Canterbury. A comienzos de 2011, la carta de una persona recientemente fallecida guió a los funcionarios principales de la biblioteca a un depósito donde encontraron, como relató la BBC, “cajas y cajas” de libros valiosos, más de mil volúmenes perdidos y guardados, como un tesoro cerrado que no sirvió para leer ni para lucrar sino para tenerlos hasta morir primero y devolverlos después.
Hay libros que se han custodiado con más empeño que los lingotes de Fort Knox. Poco antes de lanzar la edición mundial de “El misterio del príncipe mestizo” el sexto libro de la serie de Harry Potter, en 2005, se aplicaron extraordinarias medidas de seguridad para garantizar que no se filtrara el contenido de ninguno los 10 millones 800 mil ejemplares de la primera edición, antes de su venta simultánea. Una venta accidental de 14 ejemplares en Canadá motivó una medida cautelar de la Corte Suprema de Justicia de la Columbia Británica: nadie debía leer el libro antes de la fecha permitida.
De paso, ¿quién dice que se lee ahora básicamente textos cortos y con un léxico intencionadamente limitado? Los grandes éxitos literarios de estos tiempos son narraciones complejas a lo largo de varios tomos y miles de páginas. J.K. Rowling con Harry Potter, Stieg Larsson con Lisbeth Salander, George R. R. Martin con su monumental “Juego de Tronos”, demuestran que el poder de la narrativa épica, de la aventura, la magia, la guerra, el odio, la muerte, la astucia, la valentía y el amor, mantienen su atractivo hechicero sobre las nuevas generaciones y las últimas tecnologías; y que seguir los pasos de los personajes hacia su destino mesmeriza hoy a los lectores con tanta o mayor fuerza que los relatos cantados al pie de la hoguera en la madrugada de los tiempos, rodeado el narrador por rostros silenciosos y ojos brillantes mientras las palabras despertaban la imaginación, agitaban las emociones como lo harían treinta siglos después cuando el lector absorto lea en su Kindle las palabras “valar morghulis” y musite “valar dohaeris” casi sin pensarlo. (para aquellos todavía no iniciados en el Juego de Tronos, Valar Morghulis se traduce al castellano como “todo los hombres han de morir”, al que se suele responder con “valar dohaeris”: “todos los hombres deben servir”).
“Como ministro de Educación, Chang tuvo la autoridad de compra; y como accionista de Crisol la posibilidad de venta masiva con intermediarios”.
Los libros enriquecen, mucho…
Casi todos suponemos que el principal enriquecimiento es espiritual.
Pero una investigación que acaba de sacar a luz IDL-Reporteros, la publicación digital de investigación sin fines de lucro, que dirijo, demuestra que bajo administraciones corruptas se puede hacer cutra hasta con los libros y por montos nada desdeñables.
La investigación, realizada por los periodistas Esteban Valle Riestra y Marcelo Rochabrún, descubrió cómo la compra de libros para las bibliotecas de los colegios emblemáticos durante el gobierno de Alan García, sirvió para dirigir la compra, sin competencia, por casi 7 millones de soles a una compañía favorecida, que revendió con un importante sobreprecio lo que el Estado hubiera podido comprar a un precio mucho menor si hubiera habido un proceso honesto y limpio de compras.
La nota “Feria de libros” no solo es interesante por el monto del sobreprecio y el más que obvio direccionamiento de la compra, sino por los implicados en el proceso.
En él interviene, sin enseñar su nombre, la librería Crisol –empresa del ex ministro de Educación José Antonio Chang y de Jaime Carbajal, que comparten directorio con Alan García–.
Durante el gobierno de Alan García, Chang fue ministro de Educación y primer ministro. Entró al comienzo del quinquenio y salió hacia el final. A la vez, se mantuvo como rector de la universidad de San Martín y empezó a cobrar su sueldo de rector, de 100 mil soles al mes, reteniendo su cargo de ministro, poco después que estallara el caso de ‘Petroaudios’.
Chang tiene el 34% de acciones de la librería ‘Crisol’, la más grande del país. Es decir que como ministro de Educación tuvo la autoridad de compra y como accionista de Crisol la posibilidad de venta masiva.
Por eso, como recalca la investigación, Chang declaró a la Megacomisión del Congreso que investiga el gobierno de Alan García, que había ordenado “…expresamente a todos los funcionarios del ministerio de Educación que no se contratara ni con la Universidad de San Martín de Porres ni con la empresa Crisol de la cual soy accionista”.
El socio de Chang en Crisol, con la mayoría de las acciones, es Jaime Carbajal. Junto con ellos, el tercer miembro del directorio, ya se ha dicho, es Alan García.
Jaime Carbajal tiene un pasado notorio. Empezó su vida pública como militante del PSR, el partido socialista revolucionario fundado por el general EP (r) Leonidas Rodríguez.
Luego, Carbajal sirvió a Montesinos en el manejo de los diarios chicha desde el SIN y ya en democracia fue vinculado con el escándalo de sobornos a César Almeyda para facilitar el ingreso del grupo Santo Domingo al Perú.
Hoy, Carbajal es el presidente de la Cámara Peruana del Libro. La investigación de IDL-R demuestra que Carbajal y Crisol participaron en la compra mayorista de libros que luego la compañía seleccionada a dedo por el ministerio que encabezaba Chang, revendió al Estado al mucho más alto precio minorista, de tapa. La diferencia de precios representó un significativo sobrecosto para el Estado.
Las ventas al Estado se efectuaron a través de una pequeña distribuidora V&D, cuya gerenta, Gladys Díaz, tenía una cercana relación de colaboración comercial y gremial con Carbajal.
Las pruebas de que Carbajal y Crisol participaron en la compra –con gran descuento– y la financiación de los libros que iban a ser revendidos con sobrecargo al Estado, se exponen ordenadamente en la investigación de IDL-R. No queda duda de que Crisol, empresa de Chang, participó en la venta sobrevalorada de libros al ministerio de Educación que el mismo Chang dirigía.
La investigación continúa, pero con lo revelado en IDL-R debiera ser suficiente para que la Fiscalía empiece con el procesamiento legal de lo que ya se conoce, que ya es bastante♦