Reproducción de la columna ‘Las Palabras’ publicada en la edición 2182 de la revista ‘Caretas’.
La semana pasada escribí una nota sobre la biografía política de Martha Meier Miró Quesada, la directora de facto de un periódico, El Comercio, que encabeza los intentos de aplastamiento mediático del candidato presidencial Ollanta Humala para favorecer el triunfo de la candidatura fujimorista.
¿Qué llevó, me pregunté, a que el diario que investigó el caso de las firmas falsas, cabeza de un grupo de medios donde está el canal N, que el año dos mil fue tan importante en romper el bloqueo informativo de la prensa dirigida por el SIN, se haya convertido en uno de los más importantes elementos de maniobra para lograr el retorno de la dictadura que enfrentó hace once años?
La respuesta, expliqué, es compleja, pero una parte importante puede resumirse en un número y dos palabras: la candidata 117. Ese fue el número con el que Martha Meier candidateó al Congreso el año dos mil, como parte de la lista de Fujimori y Montesinos. Fue llevada ahí por Martha Chávez, por quien declaró respeto y admiración; igual que hacia Alberto Fujimori y su gobierno, en aquel período de monstruosos abusos, tóxicos envilecimientos y superlativos latrocinios.
Dos días después, Meier me respondió en su columna sabatina con una segunda colección de citas mías del 2006, tanto de artículos firmados como de versiones de entrevistas. Su argumento: la comparación entre mis ataques a la candidatura de Ollanta Humala en 2006 y mi apoyo en segunda vuelta a esa candidatura el 2011.
No hubo una palabra, una sílaba, un fonema para siquiera balbucear una explicación sobre cómo concilian los principios de la candidata 117 de aquella lista formada en el SIN, con la libertad de prensa, la democracia y la dirección del todavía principal periódico en el país (digo la dirección porque el que la ejerce formalmente se ha ganado la chapa de graffiti: pintado en la pared).
Aparte de esa acumulación de citas mías contra Humala el 2006, ¿qué otras estocadas, amagos, fintas o mal de ojo tiene el artículo de Meier? Menciona con un airecillo de revelación bamba que IDL-Reporteros, la publicación de periodismo de investigación que dirijo es “prensa financiada entre otros por el especulador internacional George Soros”.
IDL-Reporteros es financiada en gran parte –luego de un proceso competitivo anual– por el programa de medios de la Open Society Foundation, una de las fundaciones más importantes de la Historia en la promoción de la libertad y los valores democráticos. Los fondos de esta Fundación provienen sobre todo de George Soros.
NO le gusta a la Meier que IDL-Reporteros reciba fondos de cooperación internacional de la Open Society Foundation. ¿Le parecería mejor, quizá, que percibiéramos ingresos de, por ejemplo, los avisos de la sección Relax de su periódico como sucede con ella y otros accionistas?
En otra parte, Meier escribe que yo me he “convertido, tras la primera vuelta, en un simpático porrista del humalismo”. Aún si eso fuera cierto, que no lo es, ¿no está mejor que ser la antipática huaripolera de Martha Chávez?
Aparte de eso, no hay otro argumento que contestar que no sea esa redundancia de citas, sorda a razones, ciega al entendimiento pero de persistente cacareo, que podría resumirse en una pregunta, ¿por qué cambió, defendiendo ahora a quien atacó con tanta fuerza hace cinco años?
El hecho es que en el fondo no he, no hemos cambiado. Yo no y Martha Meier tampoco.
Fui uno de los que luchó el año dos mil por derrocar al fujimorato y conquistar la democracia. Después de la victoria, con las duramente aprendidas lecciones de aquel período oscuro me propuse, como otros compatriotas, hacer todo lo posible por librar al país, para siempre, del péndulo perverso entre democracia y dictadura.
Los primeros peligros graves para la democracia se dieron el 2006. Ya no hubo que elegir el bien mayor sino el mal menor. Pensé entonces y pienso ahora que ese mal menor, el 2006, era Alan García.
En perspectiva, creo que para Ollanta Humala fue una gran cosa no haber ganado esa elección. Pudo aprender, madurar y cambiar. Y lo hizo en esos cinco años.
¿Ha sido lo suficiente? Espero que sí. ¿Hubiera sido mejor esperar otros cinco años? Nunca lo sabremos, porque esa pregunta solo hubiera tenido sentido si Humala hubiera enfrentado en segunda vuelta a un candidato demócrata.
Pero sucede que el Ollanta Humala de hoy, que no solo está explícitamente identificado con la democracia sino que ha jurado respetarla y defenderla, se enfrenta ahora a la campaña de la mafia fujimorista y montesinista por reconquistar el poder.
ESA es la realidad. Con las típicas armas del miedo, la propaganda, la desinformación y la pura mentira, el gobierno mafioso de Fujimori y Montesinos amenaza con retornar. La única posibilidad de evitarlo es la victoria de Ollanta Humala, no exenta de riesgos, pero infinitamente preferible a la alternativa fujimorista.
No he cambiado un ápice en la decisión de defender el único sistema, la democracia, que permitirá avanzar hacia la Patria fuerte, justa y libre que soñaron sus fundadores.
Frente a la candidatura de la mafia está la de Ollanta Humala, que ha jurado defender la democracia. ¿Hubiera preferido que estuviera Pericles de Atenas? Sin duda. Pero el hecho es que quien hoy enfrenta a la mafia es Ollanta Humala, que ofrece ser un leal aliado de la democracia.
Así que el enemigo político de ayer es el aliado de hoy. Cuando venza, habrá que permanecer vigilantes y fiscalizadores del nuevo gobierno. Y trabajar para que el 2016 tengamos solo alternativas democráticas al momento de elegir.
Meier y otros como ella, tampoco han cambiado. Hacen lo que pueden por el retorno del fujimorismo y el montesinismo. En el proceso, trata de vestir con kimono narana a los medios de prensa que controla.
Miren lo que ella y sus colaboradores, han logrado en poco tiempo:
• En canal N: despedir a fines de abril a la productora general Patricia Montero y a José Jara, productor del noticiero, “de 6 a 9”.
• En canal 4, Laura Puertas ha sido presionada para renunciar, aunque todavía se mantiene. Pero en la filial de Huancayo, José Alberto Soriano renunció luego que le censuraran una nota. Su productora le dijo que el canal había tomado “la determinación (…) de no difundir notas que atenten contra la candidatura de Keiko Fujimori”.
• En Peru21, en el mes de abril renunciaron los periodistas Óscar Miranda, Daniel Yovera y Emilio Camacho, en protesta por la línea abiertamente fujimorista de su director Fritz Dubois. También lo hizo el dibujante Miguel Det.
• En el canal 4, luego de la súbita contratación de Jaime Bayly, sin consultar a los socios minoritarios de La República, el representante de esta, Gustavo Mohme, propuso mediante una carta que presentó al comité editorial el martes 17, contratar al gran Mario Vargas Llosa para que dirija un programa. El premio Nóbel aceptó y dijo, además, que no iba a cobrar. Pero, ante la propuesta, el grupo El Comercio se hizo el muerto y no contestó. Ni el comité editorial ni el directorio del Canal respondieron. Las cosas cambiarán en el futuro, pero hay vergüenzas que permanecerán indelebles.
Nuestro karma es que la democracia peruana vive en una suerte de Transilvania política: Drácula nunca se va del todo; y cuando pensamos haber ganado al fin la paz, el lobo aúlla, se mueve la tapa del ataúd, gruñe Igor, la base naval se desvela, se agita la Diroes.