Reproducción de la columna ‘Las palabras’ publicada en la edición la 2497 de la revista ‘Caretas’.
El lunes 17 de julio, en una conferencia de prensa, el fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, intentó responder por qué la Fiscalía había actuado solo sobre las declaraciones de Marcelo Odebrecht con relación a Ollanta Humala y Nadine Heredia y no sobre aquellas en las que se refirió con inequívoca claridad a Keiko Fujimori y el Apra.
Sánchez dijo que: “La diligencia [en Curitiba] fue expresamente para un tema determinado […] Solo se podía preguntar por ese tema, porque no había otro tema en la petición […] No hay interés en proteger a alguien, ni a ninguna persona”.
Eso es falso. En el inicio de la declaración de Marcelo Odebrecht, el 15 de mayo, el procurador [fiscal] federal brasileño, Orlando Martello, que dirigió la diligencia, informó que las preguntas de la fiscalía peruana habían llegado por escrito “por lo que voy a proceder a formularlas, siguiendo ese orden y luego, al final, voy a permitir que se realicen, si hubiera alguna intervención en el momento que sea razonable, pueden preguntar […] sin embargo, si hubiera una pregunta que sea relevante en ese momento, pueden pedir que se complemente. ¿Está bien?”.
Luego, cuando el interrogatorio estuvo avanzado, después de que Marcelo Odebrecht revelara en forma explícita su certeza de que su compañía había apoyado la candidatura de Keiko Fujimori y “probablemente” la del Apra, uno de los participantes, descrito como “interlocutor peruano” en la traducción oficial del ministerio público brasileño (probablemente uno de los dos abogados de la familia Humala Heredia), preguntó “Con respecto a la colaboración para la campaña política a otros partidos?”, el procurador Martello instó a Odebrecht a responder: “Marcelo, usted puede responder de nuevo, es solo que él no entendió, usted contestó ¿si?”.
Odebrecht, claro, contestó (la declaración íntegra está publicada tanto en Caretas como en IDL-Reporteros). Y los fiscales peruanos ocultaron esas respuestas bajo el trajinado tótem de la “reserva y confidencialidad” de las diligencias, que solo sirvió para lo que ahora resulta un patente encubrimiento.
¿Revelar que, aparte del monto destinado a la campaña de Humala en 2011, Odebrecht aconsejó a su subordinado Barata que apoyara “más” a Keiko, cuya candidatura estaba seguro que se apoyó así como “probablemente” la del Apra, significa decir “prácticamente nada”?
Otro que utilizó el mismo argumento para justificar haber ignorado por completo la información de Odebrecht sobre el apoyo a las candidaturas de Fujimori y el Apra en 2011, fue el fiscal del caso Humala-Heredia, Germán Juárez Atoche. El 4 de julio, en una conferencia de prensa, Juárez Atoche dijo que “no podía salirme de ese marco porque las preguntas estaban preestablecidas en un pliego interrogatorio”. Es verdad, ¡pero Marcelo Odebrecht respondió mucho más de lo que pedía ese pliego y nombró a Ollanta, a Keiko y al Apra! ¿Juárez Atoche se tapó los oídos? Peor que eso. Él y sus acompañantes hicieron lo posible por tapar la vista de los peruanos.
En la misma conferencia de prensa, revelados ya los hechos, Juárez Atoche buscó desmerecer la declaración de Marcelo Odebrecht sosteniendo que este “no dice prácticamente nada, porque al final remite a Jorge Barata […] montos no lo da, habla en condicional: ‘se habría’. En todo caso quien debe explicar es Jorge Simoes Barata, hay que tomar con las reservas del caso esas declaraciones”.
Esas son las declaraciones de un fiscal presuntamente capacitado para investigar. Veamos: si uno llega a tomar declaraciones al exjefe de una corporación gigante, con operaciones en por lo menos tres continentes, ¿anula el valor de sus revelaciones cuando este recuerda la situación global y remite a quien fue su ejecutivo principal en el Perú para los detalles? ¿Revelar que, aparte del monto destinado a la campaña de Humala en 2011, Odebrecht aconsejó a su subordinado Barata que apoyara “más” a Keiko, cuya candidatura estaba seguro que se apoyó así como “probablemente” la del Apra, significa decir “prácticamente nada”? ¿Son más interesantes las evidencias que se pueden recoger en el colegio de los hijos de Humala que las inequívocas declaraciones de Marcelo Odebrecht?
Está claro que había que profundizar el asunto interrogando cuanto antes, y en Brasil, a Jorge Barata, donde los términos de su delación le obligan a responder con verdad. De eso, hasta Juárez Atoche pareció haberse dado cuenta cuando dijo que quien debía explicar eso era, precisamente, Barata.
Pero cuando Juárez Atoche dio esas declaraciones ya sabía que la procuraduría brasileña había respaldado el pedido de Barata de no declarar más ante las autoridades peruanas debido a su denuncia que estas habían violado el acuerdo de inmunidad suscrito en Brasil y Perú. ¿El autor de las acciones que cerraron la colaboración de Barata? Juárez Atoche.
No solo eso. El 7 de julio, tres días después de indicar que Barata debería explicar lo que declaró Marcelo Odebrecht, el fiscal Juárez Atoche firmó una resolución para “desistir de la solicitud de cooperación internacional judicial para recabar la declaración [de][…] Jorge Barata”. ¿El pretexto? Que ya Barata había declarado ante Hamilton Castro sobre “el aporte de 3 millones de soles [sic]”. Sobre lo de Keiko y el Apra, ni una palabra.
Sin necesidad de mencionar otra vez los comunicados mentirosos de la fiscalía de la Nación luego de la declaración de Odebrecht en Curitiba, creo que la situación, en cuanto se refiere a la investigación del caso Lava Jato, está bastante clara a estas alturas.
– Desde la Fiscalía de la Nación, se ha llevado a cabo el mayor esfuerzo por incriminar a Ollanta Humala y a Nadine Heredia, aunque ello implique gruesos abusos, especialmente contra la lógica y el sentido común. Eso, en el mediano y largo plazo afectará la legítima investigación que debe realizarse por los muy probables actos de corrupción en el caso Lava Jato, de los que ambos pueden ser responsables.
– Se ha hecho a la vez un esfuerzo por lo menos igual para silenciar y ocultar las revelaciones de Marcelo Odebrecht sobre el apoyo de su organización a la candidatura de Keiko Fujimori el 2011 y el probable que se dio a la del Apra. Primero se violó el acuerdo de inmunidad pactado con Brasil y luego, en lugar de tratar de reparar el problema, se desistió, a través de Juárez Atoche, de la petición de interrogar a Barata.
Este último, Barata, debe estar probablemente contento –en medio de sus otras tribulaciones– de no tener que hablar en Brasil sobre las declaraciones de su exjefe. Si es llamado a testificar allá, Barata estará obligado –como todos los que se han acogido a la delación premiada– a responder con verdad lo que se le pregunte. Mentir ahí puede poner en grave riesgo su acuerdo de colaboración, con las duras consecuencias penales que eso significa.
Y es evidente que a Barata le ha resultado más cómodo delatar a Toledo y a Humala, a quienes es claro que detesta (Marcelo Odebrecht lo describe bien en el caso de Humala) antes que a García y a Fujimori. Con García, Barata tuvo una cercana amistad; y Keiko fue (Marcelo dixit) su candidata preferida para las elecciones de 2011.
Aún así, unos nuevos interrogatorios a Barata, preferiblemente en Brasil, pueden aportar información muy importante si se llevan a cabo con inteligencia, conocimiento del tema y una disposición a la vez imparcial y decidida de investigar el caso entero.
Pero creo que sabemos que ese tipo de acción, simple, clara y coherente, no provendrá del Ministerio Público, a menos que se realice una reforma veloz pero profunda de la investigación y de los investigadores; y se reemplace la incompetencia encubridora con una investigación valiente, profunda y eficaz.