Si uno piensa que, a fin de cuentas, el periodismo es un acto de amor, entonces elegimos la mejor fecha posible para nacer como publicación, el 14 de febrero de 2011.
Pero, como sucede con casi todo lo que se engendra con pasión, uno no interpreta ómenes ni augurios ni horóscopos durante la creación sino solo se concentra en lograr lo mejor. Y apenas emerge el resultado al mundo, solo puede permitirse un rato breve de emoción antes de sumergirse en la multitud de tareas y exigencias que la nueva criatura demanda y demandará. Pudimos haber nacido como publicación en cualquier otro día o aniversario (claro que es mucho mejor recordar nuestro inicio en el día de la Amistad o el Amor, que, digamos, en el día del Pollo a la Brasa), pero lo que celebramos sin pausa es el día de la Exigencia, que dura todo el año.
Hemos publicado cientos de notas, entre las cuales varias investigaciones que lograron no solo resonancia sino resultado. Ese es el fin último del periodismo de investigación que, como hemos dicho varias veces pero no sobra repetir, sirve al pueblo con la información importante, a veces vital, que le permite ejercer su derecho con el poder del conocimiento. Si una democracia robusta y funcional requiere la deliberación informada de sus ciudadanos (así como los gobernantes necesitan la información que debieran proporcionarles su servicios), el periodismo de investigación es el servicio de información e inteligencia del pueblo. Cuanto mejor la información mayor y mejor será el poder en manos del pueblo. Ese es el ideal de una democracia sana, robusta y vital y ese es el ideal que servimos.
La última etapa de IDL-Reporteros ha sido, sin duda, la más importante y difícil de su existencia. Creo que hemos logrado responder en gran medida a los desafíos de la investigación anti-corrupción más importante en la Historia de este país y trataremos de que, a diferencia de lo que sucedió en otras naciones, este esfuerzo no se atasque ni se agote sino prosiga, a través de más información que produzca reformas inteligentes y cambios culturales cuyo destino será una República de democracia vibrante, con la honestidad como valor central y con ciudadanos orgullosos de vivir y prosperar en ella.
Esperamos haberlos servido en estos diez años. Empeñaremos todo nuestro esfuerzo en hacerlo mejor en el futuro.