IDL-Reporteros cumple hoy once años de existencia. Hace un año escribí que “si uno piensa que, a fin de cuentas, el periodismo es un acto de amor, entonces elegimos la mejor fecha posible para nacer como publicación, el 14 de febrero de 2010”. No demoré en añadir que, si bien nacimos el día de la amistad y el amor “… lo que celebramos sin pausa es el día de la Exigencia, que dura todo el año”.
Luego vinieron todos aquellos largos meses en los que el tánatos, con sus sombras trágicas, marcó nuestro tiempo y a nuestro pueblo, desprovisto de líderes con visión y fuerza para enfrentar la grave circunstancia. En IDL-R tuvimos que concentrar nuestros mejores esfuerzos en investigar y narrar el relato verdadero de lo que sucedió en la peste y tuvimos que aprender y comprender rápido los deprimentes guiones de un país asolado en cuyos dirigentes, salvo excepciones señaladas, la desgracia no despertó la grandeza sino la mayor y constante pequeñez.
Sacamos a la luz obscenos sub-registros de muertos; describimos la realidad cotidiana de un país que durante demasiados meses se convirtió en funeraria. Y también buscamos reportar todas las iniciativas importantes en el mundo para encontrar salidas médicas a la plaga.
Intentamos, claro, no descuidar las investigaciones centrales sobre los casos de corrupción que han marcado la historia del país en este siglo; y lo hicimos, aunque la peste debilitó las acciones en ese ámbito, incluida nuestra cobertura. Lo que no se debilitó fue la corrupción en sí, que, entre otras cosas, estableció coaliciones negativas en el Congreso y se abocó a un proceso de destitución del Presidente de la República que, luego de un primer fracaso, volvió a intentarlo y logró finalmente removerlo.
La usurpación les duró poco pero fue suficiente para dañar mucho a la República. El gobierno que vino luego y tenemos ahora es interino en todo y trascendente en nada, cuando se necesita la combinación creativa de audacia, vigor y claridad para hacer frente a la renovada crisis que vivimos.
Es un tiempo oscuro desde el cual le decimos a nuestro público, a nuestro pueblo, que como periodistas y como ciudadanos empeñaremos todo esfuerzo no solo en el periodismo de investigación sino en ayudar a marcar el camino para dominar la peste, convertir la emergencia en recuperación, robustecer la democracia en el esfuerzo y salir del pozo de angustia y de muerte en el que se asfixia nuestro presente.
Saldremos adelante, con lucidez, con fuerza y con valor. Ahora hay mucho por hacer para que el año entrante podamos, con justicia, celebrar.