Los vídeos de esta entrega tienen un asunto en común: qué hizo y cómo el régimen de Fujimori para asegurar su fraudulenta re-reelección en las elecciones del año dos mil.
El relato que hizo Montesinos ante la subcomisión investigadora del Congreso, presidida por Daniel Estrada, en diciembre de 2001, es sorprendentemente revelador en tanto expresa las detalladas confesiones de quien fue el arquitecto y ejecutor de un gigantesco esfuerzo para garantizar una victoria electoral completa en favor de Fujimori el año dos mil.
Fue un esfuerzo que concentró los recursos de todo el aparato estatal, de todos sus poderes y de cada una de sus agencias, bajo un mando ejecutivo único: el que ejerció Montesinos desde el SIN.
El testimonio de Montesinos deja claramente establecida la estructura y dinámica de comando de esa campaña. La autoridad global pertenecía a Fujimori. La aplicación ejecutiva de dicha autoridad a través de las misiones específicas, las maniobras y las acciones acordadas, quedaba a cargo y bajo el mando de Montesinos, quien debía rendir constantemente cuenta a su suspicaz y preocupado vecino de habitación (puesto que vivían en el mismo edificio: la sede del SIN en Las Palmas), Alberto Fujimori.
En cuanto al aspecto ejecutivo, Montesinos describe con claridad en su elocuente confesión, cómo utilizaba coordinadamente cada uno de los poderes del Estado: el Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial y el Electoral.
Todos despachaban con él, veían lo que había que hacer, recibían instrucciones y actuaban de acuerdo con las órdenes recibidas. Cada paso era acompañado por el SIN y los de todas las FFAA y la PNP, cuyos jefes frecuentemente participaban en las reuniones de coordinación.
Además, para aquello que el promiscuo Estado fujimorista no pudiera cubrir, estaba todo el aparato de medios de comunicación sobornado y sometido y un gran porcentaje de empresarios cómplices y sus corporaciones.
Pese a la magnitud aparentemente aplastante de esa coalición, la misión que tuvo Montesinos no era fácil. Se trataba de ganar dando toda la apariencia de legalidad y legitimidad, en medio de la presencia de observadores internacionales, la poca pero eficaz prensa independiente y la oposición democrática.
La misión observadora de la OEA, presidida por el guatemalteco Eduardo Stein, llevaba a cabo su misión con seriedad y diligencia, aunque con las limitaciones inherentes a su función diplomática. Stein no era sobornable y por eso había que engañarlo.
En los vídeos que verán ustedes ahora, Montesinos cuenta cómo se hizo ese proceso y cómo aplicó él las artes y artesanías del espionaje para burlar la observación de la OEA, lograr el porcentaje de votos en el JNE que Fujimori le reclamaba, darle plata a los candidatos que su jefe quería que fueran elegidos de todas formas, y terminar de convertir y coimear a tránsfugas.
En esta última parte, sale a luz el nombre de Óscar López Meneses, y lo más interesante de esa mención es el cuidado que Montesinos parece tener de no inculparlo, cuidado que en esos meses no parecía otorgar a otros.
A continuación, los vídeos de esta entrega.