¿Cómo se adulteró el cuaderno de control policial que intentó mostrar a un oficial del Ejército en supuesta verificación del servicio de vigilancia de la SUAT en la casa de Óscar López Meneses? El mismo, recuérdese, donde a lo largo de un año y medio se construyó la increíble ficción de que se estaba protegiendo el domicilio del jefe del Comando Conjunto de las FFAA, almirante AP José Cueto.
Como IDL-R reveló el jueves 21 pasado, el documento que supuestamente mostraba la participación de un mayor del EP en la ronda de verificación de servicio, fue una burda adulteración perpetrada por personal de la SUAT, la unidad de élite de la PNP.
Como se sabe desde ayer, el comandante PNP Alfredo Marín Salazar reconoció ser quien adulteró el documento y falsificó torpemente la letra del mayor EP Kenny Abuhadba.
La confesión se produjo en la inspectoría de la PNP, en Aramburú. Una reseña de ella apareció en un reportaje de Graciela Villasís, de Cuarto Poder, el domingo 24.
¿Por qué lo hizo, y cómo? ¿Tuvo la complicidad o cooperación de alguien fuera de la unidad? Si así fuera, ¿quién?
IDL-R responde a continuación esas interrogantes.
Al día siguiente de la entrevista que el presidente de la República Ollanta Humala dio a Patricia del Río, de RPP, en la que irreflexivamente echó la culpa del caso López Meneses a “una actividad de corrupción en la Policía Nacional del Perú”, el ex jefe de la SUAT, coronel Walter Arrué, recibió una llamada en tono de urgencia de su ex jefe de Estado Mayor y entonces jefe interino de la SUAT, el comandante PNP Marín.
Marín informó a Arrué que el día anterior, 18 de noviembre, había encontrado un cuaderno con el registro de la ronda de inspección del mayor EP Abuhadba, a la casa de Batallón Libres de Trujillo 209. Le dijeron que se lo podían entregar para que lo asuma como defensa. Se recordará que Arrué había sido removido de su cargo junto con los otros jefes de los destacamentos policiales que estuvieron a cargo de la custodia de la casa de López Meneses.
Una vez que llegó al local de la SUAT, Arrué se reunió de inmediato con el comandante Marín y con el comandante PNP Milton Quipuscoa, entonces jefe de operaciones de la SUAT.
Ambos le mostraron el cuaderno. Indicaba, le dijeron, que no solamente la Policía había participado en la escolta del domicilio de López Meneses, sino también el Ejército.
¿Cómo lo habían obtenido? Le dijeron que un oficial, el teniente PNP Carlos Rodríguez lo había encontrado en la guantera del patrullero estacionado. Rodríguez había estado a cargo del patrullero (el CL-8777) el día anterior.
A Arrué le pareció extraño que ese fuera el único caso de participación militar en la inspección de la vigilancia e intentó averiguar si había otros. Llamó a policías ahora destacados en Trujillo y Chiclayo pero que en meses anteriores habían hecho servicio de guardia en la casa de López Meneses.
La respuesta fue unánime. Nadie recordaba y menos documentaba un caso así.
Entre tanto, el coronel Arrué redactó un acta con los dos comandantes, haciendo un “cierre de registro” del cuaderno que presuntamente se había encontrado el día anterior.
Como puede verse, el acta se redactó entre las 2:07 y 2:20 p.m. del 19 de noviembre.
Cuando estaban por terminar la redacción del acta, sucedió un evento sorprendente.
Sonó el teléfono de Arrué, y cuando este contestó, la persona en el otro lado de la línea no perdió tiempo en identificarse.
Era el general PNP (r) Raúl Salazar, ex director general y autor de la primera orden (bien que verbal) para que se pusiera resguardo policial frente a la casa de López Meneses.
‘Sé que tienes en tus manos un arma contundente’, le dijo Salazar a Arrué, según indicaron fuentes con conocimiento preciso de causa. A continuación, Salazar le pidió que le entregue el cuaderno.
Haciendo esfuerzos por ser lo más claro posible, Arrué le dijo a Salazar que ‘no quería ser descortés’ con su ex director general, pero que estaba haciendo verificaciones del contenido porque ‘el asunto es delicado’ y que no podía entregárselo.
Según las mismas fuentes, Quipuscoa le insistió a Arrué para que le diera el cuaderno a Salazar. El argumento central fue que ese documento iba a servir para la defensa de Arrué. Un ya muy irritado coronel se negó a hacerlo.
Pero Salazar volvió a llamar. Arrué se negó nuevamente y a partir de entonces dejó de contestar el teléfono mientras que de ese número, y luego de otros, le “reventaron la línea” con llamadas que quedaron sin contestar.
Mientras timbraba el celular, Arrué le pidió a un teniente PNP apellidado Benavides, que saque copia del cuaderno y la legalice.
El teniente regreso después de un rato indicando que tenía las copias pero no había podido legalizarlas.
Mientras hablaba, sonó su teléfono, y según una persona presente en el lugar, Benavides contestó con un “sí, mi general”.
Al terminar la conversación, Arrué le preguntó si había hablado con Salazar. Benavides le dijo que sí, que Salazar le pidió el cuaderno pero que él le dijo que ya se lo había entregado a Arrué.
Un furioso Arrué reprendió a los comandantes Marín y Quipuscoa. A este último le preguntó airadamente si era él quien informaba a Salazar sobre cada cosa que pasaba en relación con el cuaderno.
Ambos comandantes pretendieron inocencia.
Pero cuando Arrué se iba, Marín insistió, a tenor de fuentes informadas, que el coronel se llevara el cuaderno. ‘Eso quema’, le dijo. El coronel aceptó llevárselo.
El día siguiente, 20 de noviembre, América Noticias difundió como cierta la noticia trucha.
Un día después, el 21, en pleno escándalo, los oficiales de la SUAT fueron convocados por el director general de la PNP, general Jorge Flores Goicochea y varios otros generales. Ahí, Marín se mantuvo en silencio, ‘no dijo nada’ según fuentes presenciales. Ese mismo día, IDL-Reporteros publicó la información que indicaba que el cuaderno había sido adulterado.
Poco tiempo después, el comandante PNP Marín confesó haber sido el autor de la adulteración.
IDL-R intentó comunicarse varias veces con el general PNP(r) Raúl Salazar. No hubo respuesta a las llamadas a su celular♦