Llegó el 2011, asciendo a general y quedo como jefe de la Dirandro.
Con Divinesp y los agentes de la DEA, tuvimos un acercamiento con personal militar de inteligencia porque existía un consenso que, si bien las acciones de inteligencia estaban por buen camino, la coordinación militar era muy necesaria porque se estaba combatiendo a un enemigo (Sendero), con potencia de fuego, que conocía su terreno a cabalidad.
Después de una ronda de conversaciones llegamos a un acuerdo con el Comando Conjunto de las FFAA, para constituir el ‘Centro de Fusión’ en un ambiente de Dirandro, donde trabajaría personal policial y militar debidamente seleccionado en asuntos de inteligencia contraterrorista.
El objetivo que se pensaba alcanzar era convertir la información que obtenía ‘Constelación’ en inteligencia y transmitirla con fines operativos al CIOEC (Comando de Inteligencia y Operaciones Especiales) del Comando Conjunto.
Ese fue un intento de integrar las capacidades de las fuerzas de seguridad por primera vez, para darle más dinamismo a las acciones contra el terrorismo. Pero solo quedó en eso, el intento.
Separación
En julio de 2011 asumió el Gobierno el presidente Ollanta Humala.
Poco después, en un ambiente de ‘Constelación’, en el edificio de la Dirandro, hice una presentación sobre el avance de los casos ‘Eclipse Huallaga’ y ‘Eclipse VRAE’ a los entonces ministros del Interior, Óscar Valdés; de Defensa, Daniel Mora; el viceministro de Orden Interno, Luis Alberto Otárola; y al general de División Luis Howell, jefe del Comando Conjunto de las FFAA.
Los asistentes pudieron constatar las evidencias probatorias que se venía acopiando sin interferencias ni contaminaciones que pusieran en riesgo su validez legal. Hablé sobre las grandes proyecciones y expectativas que se tenía en nuestras investigaciones.
Sin embargo, a los pocos días y sin mayor explicación, me relevaron del cargo y me enviaron a comandar la Región Policial Callao.
Me fui, con escasos 8 meses en mi flamante grado, a asumir otras responsabilidades, pero con preocupación por la situación en que dejaba los casos que veníamos llevando; y por el destino de mis más cercanos colaboradores.
Felizmente mis temores resultaron infundados. La insensatez no cobró otras víctimas y todo mi staff continuó laborando normalmente.
Antes de salir de la Dirandro les di instrucciones a los mayores Colchado y Lozano y al capitán Argomedo para que prosiguieran con su accionar en el Alto Huallaga y el VRAE respectivamente, con el ahínco de siempre, pues al final lo importante son los resultados que necesita el país y no las anécdotas personales.
Lo mismo sucedió con el personal que trabajaba en Constelación, pues se habían levantado tantas leyendas negras sobre su funcionamiento que la incomodidad entre sus integrantes era evidente, pero aun así siguieron operando.
El ultimo día del 2011, recibí una llamada que me causó sorpresa.
‘Rambito’
Era Iván Vega Loncharich, a quien conocía desde que fue jefe del gabinete de asesores del ministro del Interior Félix Murazzo durante el gobierno del presidente Toledo, en cuyo despacho -recordé en ese momento- se planificó en julio del 2005 la captura de Jorge Chávez Montoya (a) ‘Polaco’ lugarteniente de Fernando Zevallos (a) ‘Lunarejo’.
«Carlos”, me dijo Vega, “las cosas cambiarán para ti a partir de este momento. Vuelvo a partir de enero [2012] como viceministro del Interior y necesito hablar urgentemente contigo”.
Nos citamos en un restaurante y ahí me dijo que contaba con el aval del Presidente Humala. Me pidió que le presente «a toda mi gente y mis contactos con la embajada americana», pues tenía directivas precisas para enfrentar al crimen organizado y necesitaba mi apoyo.
En esa reunión le conté todo lo que se había avanzado en esos años; cómo los americanos, después de asumir por fin la conexión entre terrorismo y narcotráfico, demostraron un decidido apoyo.
Le hablé de ‘Constelación’, de cómo nos había costado convencer a los fiscales -luego de dos años de tratativas- para que presionaran a las operadoras de telefonía y que estas permitan que la empresa holandesa contratada por la embajada americana culmine las pruebas técnicas que demandaba el software de instalación. Le conté también que una vez superados estos impasses, los resultados fueron más que interesantes.
Nos despedimos con la promesa de volvernos a reunir con los oficiales responsables de las operaciones Eclipse, tanto en el Huallaga como el VRAE y también con los agentes de la DEA que coordinaban esos casos.
Era otro año y nuevamente se presentaba otro escenario insospechado para mí. ¿Confiaba en Iván Vega? No completamente, pero parecía sincero y deseoso de apoyar nuestra misión. Y en ese momento eso tenía valor.
[CONTINUARÁ el lunes 7 de diciembre]