– Los papeles se invirtieron de golpe. Por la mañana, el ministro de Defensa, Rafael Rey, parecía sentirse seguro en el gabinete, mientras el titular de Justicia, Víctor García Toma, alistaba su partida.
El presidente Alan García había respaldado el día anterior a Rey públicamente por haber consultado a los abogados César Nakasaki y Sergio Tapia en la elaboración del decreto 1097. A la vez, había maltratado a García Toma, sin nombrarlo, pero con toda claridad.
El todavía ministro de Justicia se fue a casa por la tarde y empezó a sentirse mal. Le subió la presión, tanto que un médico acudió a chequear su salud.
García Toma parecía física y políticamente noqueado. Pero estando todavía bajo control médico, se enteró que su némesis en el gabinete, Rafael Rey, había caído por la decisión presidencial de derogar el DL 1097.
Por la mañana, García Toma, sacó sus cosas del despacho ministerial que ocupó por breve tiempo. Y ya se sentía mal.
Tuvo que ir a Palacio por la tarde: lo habían convocado para una sesión de emergencia del Consejo de ministros para derogar el DL 1097.
El Consejo se realizó a las 4:30 de la tarde y hubo un notorio ausente: Rafael Rey. A esas alturas, resultaba claro que la situación política de Rey era precaria. Sin embargo, el presidente García no estuvo amable ni deferente con García Toma. “Se mostró parco”, al decir de uno de los asistentes al Consejo.
En la discusión, el presidente García solo aceptó que el proyecto que presentaría el Ejecutivo tenga apenas un artículo. Los otros dos artículos del proyecto de García Toma, fueron retirados. Según fuentes conocedoras del pensamiento del todavía ministro de Justicia, esos dos artículos hubieran permitido dar por cerrado solicitudes de prescripción ya planteadas durante la corta vigencia del decreto 1097.
Luego del Consejo, García Toma se fue a su casa sintiéndose mal. Un médico lo revisó en su domicilio y constató que estaba con la presión alta. Ayer, el ministro había sido sometido a una cirugía ambulatoria por un lipoma.
La noticia de la caída de Rey lo sacó de la postración personal y quizá de la política. Su punto de vista se había, al fin, impuesto. Pero, García Toma hizo saber que no se quedaría en el gabinete así se lo pidiera el presidente García.
“Ya fue suficiente”, habría dicho. Su gente más cercana asegura que se siente desalentado y que volverá a enseñar en la universidad para su tranquilidad. “Las cosas no debieron llegar a ese nivel”, aseguran.
Todo indica que la confrontación política dentro del gabinete noqueó simultáneamente a los dos rivales.
Rafael Rey, el activista ministro de ultraderecha, parece haber creído hasta hoy por la mañana que iba a permanecer en el gabinete. Pero fuentes bien informadas indican que desde ayer Alan García había considerado separarlo del cargo. Rey, sin embargo, no lo sabía.
Solo esta tarde, cuando Rey se enteró de la reunión de emergencia del Consejo de Ministros, para derogar el 1097, mandó pedir al presidente García (a través de terceros) que no lo considerara en el próximo gabinete. García, de cualquier forma, había decidido no hacerlo.