Pareció una chispa peligrosamente cerca de la tubería de gas. La carta notarial que PeruPetro envió a Pluspetrol el 4 de mayo pasado, desencadenó hostilidades empresariales entre el Estado y el Consorcio Camisea.
En el tercer párrafo, la carta –firmada por Isabel Tafur, gerente general de PeruPetro– indicaba su “intención de dar por terminado el Contrato [que autoriza y regula la exportación de gas por el Consorcio. Nota de IDL-R] al término del plazo de sesenta (60) Días, contado a partir de la recepción de la presente comunicación, a no ser que dentro de este plazo, el referido incumplimiento sea subsanado o que, a satisfacción de PeruPetro S.A., se demuestre que está en vía de subsanación”.
¿Cuál era el grave incumplimiento que ponía en peligro la exportación de gas a través del Consorcio Camisea? En pocas palabras: el reclamo de PeruPetro de que el Estado peruano había sido defraudado en la regalía que le corresponde por la venta de gas exportado desde el Perú.
La carta notarial de PeruPetro describía parcialmente el hecho que lo llevaba a afirmar que el Consorcio “no ha cumplido con pagar la regalía” tal como era su obligación.
Según PeruPetro, el Consorcio había señalado que el destino de varios embarques de gas exportados desde la Planta Melchorita, en Pisco, habían sido tres terminales en Estados Unidos: Freeport, Sabine Pass y Cameron, donde regía un precio regional, el Henry Hub, que era en ese momento el más bajo entre los ‘marcadores’ mundiales de precio del gas natural.
Pero esos puertos, puntualizaba la carta notarial, “no corresponden al mercado de consumo final del Gas Natural de estos embarques”. La negrita y el subrayado están en la carta original. En consecuencia, no se había pagado la regalía de acuerdo al precio real de venta del gas.
El ultimátum fue recibido ese mismo día por el Departamento Legal de Pluspetrol, que es, dentro del Consorcio Camisea, la compañía designada como operadora del Contrato. Desde ese momento, nada ha sido igual.
II
A diferencia del petróleo o los minerales, el gas natural tiene una forma singular de venta. No hay uno sino varios mercados continentales, con grandes variaciones de precio, o marcadores. Por ejemplo, en los terminales de México y Estados Unidos donde el Consorcio Camisea reportó varios desembarques de gas natural del Lote 56, rige el marcador Henry Hub que en agosto de 2010 fue de 4 dólares el millón de BTU (British Thermal Unit) y en junio de 2012 cayó a menos de 2 dólares.
En mercados de Asia, donde rige el marcador JKM (Japón/ Corea Market), el precio bordeó los 12 dólares en mayo de 2011 y superó los 16 dólares en los primeros meses de este año. En Europa, el precio sobrepasó los 9 dólares en abril de 2011. Estas diferencias en el precio de venta tienen un impacto proporcional en el cobro de regalías que percibe el Estado peruano por la exportación.
Si la exportadora declara ventas por precios bajos, el país cobrará menos regalías y también, por supuesto, recibirá menos la región de donde se extrae el gas: Cusco.
Gas re-exportado, regalías no pagadas. Solo esos dos elementos eran suficientes como para desatar una crisis. Pero había más.
III
Al comienzo, como dicen los huachafos, casi todo parecía ser felicidad. El primer embarque de gas natural licuado del Lote 56 salió de Pampa Melchorita el 22 de junio de 2010 en un buque rojo de bandera española: el Barcelona Knutsen. Con más de 121 mil metros cúbicos de gas, al 70 por ciento de su capacidad de carga, y con 290 metros de eslora (longitud), el enorme buque se dirigió hacia Baja California, México.
Apenas doce días antes, el 10 de junio, el entonces presidente Alan García había loado el inicio de la era de exportación del gas en la inauguración de la planta de licuefacción Pampa Melchorita. Rodeado por sus ministros y la plana mayor del Consorcio Camisea, entre ellos el tejano Ray Hunt, presidente de Hunt Oil Company, la oratoria presidencial, nunca carente de ampulosidad, pareció contagiarse de las cualidades del gas que ensalzaba. “Nuestra Patria piensa en grande, en proyectos de gran envergadura, de gran nivel. La Patria empieza a cambiar para ser interactiva con el mundo. (…) Todo esto significa que Perú empieza a pensar hacia el horizonte y hacia arriba”, dijo García, soslayando las críticas que llovieron por no haber priorizado el gas para el mercado peruano.
IV
Hubo otros que unos meses después se vieron obligados a dejar por un momento de “pensar hacia arriba”, para concentrarse en revisar lo que estaba sucediendo.
En marzo de 2011, PeruPetro empezó a recibir información sobre la re-exportación del gas del Lote 56 a mercados distintos al Henry Hub. Entonces, dice el entonces presidente de PeruPetro, Daniel Saba, se empezaron a activar las luces de alerta.
La información que recibió Saba, según dijo el ex funcionario a IDL-R, fue que “un tercio de las embarcaciones de gas” tenían como destino los puertos de México y Estados Unidos. Por ello, Saba solicitó al Consorcio que escoja otros destinos con precios más elevados.
“Dijeron que no era competencia de PeruPetro”. señaló Saba, “y en cierta forma tenían razón porque era el Minem [ministerio de Energía y Minas] el que debía tomar la iniciativa”.
Parece que no la tomó.
En medio de esas sospechas, Alan García salió del poder y el nuevo equipo de Ollanta Humala, que entonces incluía aún a veteranos de la “Gran Transformación”, asumió el gobierno.
V
Nadie, absolutamente nadie, podía acusar al nuevo presidente de PeruPetro de no ser pintoresco, extravagante y ocasionalmente atrabiliario. Pero, en medio de anécdotas de película, que dejaban boquiabiertos y a veces desencajados a los funcionarios, este nuevo presidente de PeruPetro, el ingeniero geólogo Aurelio Ochoa, puso gran empeño en investigar a fondo el caso de la re-exportación del gas.
Igual que quien contrata un detective privado para recoger evidencias de infidelidad de la pareja o de abuso de confianza del socio, PeruPetro contrató en setiembre de 2011 a la consultora Galway Group LP para rastrear la ruta de los buques metaneros contratados por Repsol (la compañía del Consorcio a cargo de la exportación del gas).
La investigación duró pocos meses. En los primeros días de enero de este año, la consultora entregó un reporte con sus hallazgos, bajo el título “Regasificación histórica en las terminales de GNL en Estados Unidos”. (ver fragmento de informe)
Galway utilizó un método sencillo pero revelador, con resultados sorprendentes: revisó los volúmenes de gas exportado (en forma líquida, para su transporte) desde Pampa Melchorita con destino a los terminales donde rige el marcador del Henry Hub y los comparó con las cantidades de gas regasificado en esos lugares para su consumo final.
Lo que se detectó fue una gran discrepancia. Entre agosto de 2010 y marzo de 2011, llegaron diez embarques provenientes de Perú a los terminales Freeport, Sabine Pass y Cameron de Estados Unidos con 54 billones de pies cúbicos (BCF) de gas natural que fueron desembarcados en los depósitos de estos puertos.
En ese mismo periodo, el gas de estos terminales que se regasificó para el mercado de Estados Unidos, fue de apenas 3.21 BCF, el equivalente del 6% de todo lo que llegó del Perú, según los reportes oficiales del Federal Energy Regulatory Commission de ese país que revisó Galway (ver gráfico).
No era poco. Hacia marzo de 2011, estos diez embarques representaban casi el 30% de los 35 barcos cargados con gas que salieron del país, según el registro que aparece en la página web de PeruPetro.
La mayor parte de la carga de gas peruano había sido re-exportada por traders a otros destinos con precios más elevados, según los indicios detectados por la consultora. La actual presidenta de PeruPetro, Rosa María Ortiz, dijo en una entrevista con IDL-R que “Galway no determinó exactamente a qué países fueron esos embarques (…) pero que de acuerdo con lo que dice el contrato, sino se acredita el destino final se debe aplicar el marcador más alto” que en este caso es el mercado asiático.
En el informe N° GFSA-0397-2012 de la Gerencia de Supervisión de Contratos de PeruPetro, se señala que de acuerdo a la información proporcionada por Galway, entre los traders que le compraron a Repsol figuran ConocoPhillips, la conocida JP Morgan y Macquaire. Estas compañías, a su vez, vendieron el gas a otros compradores que lo habrían destinado a Corea, Japón, India, Gran Bretaña, España y Brasil.
IDL-R pudo establecer que Galway envió a pedido de PeruPetro esta información de los posibles mercados finales, después de la entrega de su reporte de enero. Ello resultó de la revisión de las re-exportaciones que se hicieron desde los tres terminales de Estados Unidos en el periodo que llegaron los diez barcos desde Perú.
Con base en estos informes, los técnicos de PeruPetro calcularon que el Consorcio Camisea pagó cerca de 46 millones de dólares menos en regalías por estos diez desembarques. El contrato suscrito entre el Gobierno y el Consorcio señala claramente que se debe informar a PeruPetro sobre los mercados en los que se realizará el “consumo final” del gas, para hacer el cálculo de las regalías.
Ante las evidencias detectadas por Galway, Ochoa pidió explicaciones al Consorcio. El 9 de enero de 2012, la gerencia general de PeruPetro envió una carta solicitando a Pluspetrol Norte Corporation, operadora del contrato, “la documentación necesaria que acredite que el destino del consumo final del gas natural” transportado en los diez embarques detectados fue realmente Estados Unidos. Y que regularice el pago de las regalías.
VI
El 25 de enero, Pluspetrol respondió a nombre del Consorcio que no contaba con la información solicitada y que por ello se la pidió a Perú-LNG que se encarga de la licuefacción del gas y tiene un contrato para la venta del gas con Repsol. Cinco días más tarde, PeruPetro le otorgó al Consorcio un plazo de siete días para responder.
En febrero, Pluspetrol envió hasta tres cartas en las que fundamentalmente sostuvo que lo requerido escapaba por completo de su “campo de acción” por no tener vinculación con las operadoras de exportación de gas natural, que el lugar del consumo final es el terminal donde se realiza la descarga como sucedió con los embarques en Estados Unidos y como aparece en el Acuerdo de Valorización que firmó el Estado y el Consorcio, y que según Repsol Comercializadora, la venta del gas se realizó en “posición DES” o ex ship (sobre el buque antes de la descarga en los terminales) lo cual no permitió tener control sobre las empresas que reexportaron el gas de Estados Unidos a otros destinos.
Ante esta argumentación de la empresa, es que la Gerencia de Supervisión de Contratos de PeruPetro elabora su informe N° GFSA-0397-2012, con fecha 15 de marzo, en el que concluye que el “contrato prevalece sobre cualquier documento accesorio” como el Acuerdo de Valorización y que el Consorcio debió tomar las previsiones para acreditar cuál era el destino final real del gas y actuar legalmente.
“El hecho que el contratista no haya previsto los mecanismos necesarios para asegurar la obtención de la información relativa al mercado de consumo final del gas natural, es de su absoluta responsabilidad, por lo que no puede ser utilizado para atenuar el incumplimiento contractual en el que está incurriendo, respecto al pago de la regalía”, señala el documento que fue elevado al directorio de PeruPetro el 20 de marzo.
Hasta el cierre de este reportaje, ni Repsol ni Pluspetrol quisieron dar su versión. IDL-R solicitó entrevistar al director ejecutivo de Repsol, Víctor Peón, e insistió en varias oportunidades con Jorge Mercado del área de Comunicaciones, quien derivó a esta publicación a Pluspetrol.
Pese a pedido reiterados de entrevista durante dos semanas al gerente de relaciones institucionales de Pluspetrol, Daniel Guerra, no hubo respuesta. Ante su silencio, nos comunicamos con la oficina del gerente general Germán Jiménez, quien hasta el cierre de esta nota tampoco ha respondido.
La pregunta clave para el Consorcio es ¿por qué se eligió como destino de venta un mercado con precio bajo?, ¿hubo alguna razón poderosa para que una empresa grande como Repsol renunciara a hacer mejores negocios y decidiera dejarle la ganancia a los traders?
Lo que se sabe es que la empresa continuó vendiendo gas de manera directa a Asia y Europa en el mismo periodo que salieron los barcos desde Pampa Melchorita con destino a Estados Unidos, según el registro de PeruPetro.
Lo otro que es importante señalar es la rapidez de las transacciones: cinco de los diez desembarques cuestionados pudieron ser reexportados por los traders a otros continentes, entre cuatro y once días después de la fecha de arribo a los puertos de Estados Unidos, de acuerdo con el informe de la Gerencia de Supervisión de Contratos.
Aurelio Ochoa dijo a IDL-R que el Consorcio nunca explicó por qué prefirieron vender al mercado del Henry Hub si a simple vista resultaba ser un mal negocio para todos. Sin embargo, agregó, que resultaba elocuente que luego de los reclamos de PeruPetro, Repsol dejara de declarar como destinos finales los terminales de Estados Unidos.
A diferencia de otros funcionarios, Ochoa sí parecía dispuesto a llegar hasta el final del caso.
VII
Pero aún en los ratos que no estaba ocupado en los casos principales, los funcionarios de PeruPetro podían confiar en que Ochoa no dejaría de proporcionales emociones inesperadas.
El episodio de las tarjetas voladoras fue de los más memorables.
Una delegación de empresarios estadounidenses había llegado a PeruPetro para tener una reunión con Ochoa y funcionarios de su institución. Se sentaron todos en el directorio y entonces llegó el momento inevitable del intercambio de tarjetas de visita.
El protocolo de entrega de tarjetas de visita varía según la geografía cultural de los empresarios. Los orientales entregan la tarjeta con las dos manos como muestra de respeto, pero los gringos suelen entregarlas relajada y hasta lúdicamente, como quien reparte naipes en una mesa de juego de Las Vegas. Así lo hizo, despreocupada y divertida, una abogada, integrante de la delegación de empresarios estadounidenses.
Apenas aterrizó, tras breve vuelo, la tarjeta frente a Ochoa, este la agarró y se la lanzó a la estupefacta gringa. “¡No la necesito!”, gritó furioso Ochoa, según algunos testigos. Un silencio entre penoso y abochornado cubrió la reunión.
“No es que Ochoa habló algo, sino que igualmente le respondió” [con el mismo gesto], dijo el ahora ex presidente de PeruPetro a IDL-R, hablando de sí mismo en tercera persona, “seguro que en su casa no le enseñaron a comportarse [a la gringa] pero, como dicen, con sangre entra la lección […] la verdad, no hubiese querido, pero también fue una cosa espontánea de Ochoa […] así venga el rey de España, a mí no me van a venir con vainas”, dijo Ochoa recuperando la primera persona.
Después del episodio de las tarjetas proyectiles, es probable que la conmocionada abogada estadounidense se haya inscrito en un programa de antropología cultural antes de volver a repartir su tarjeta.
VIII
Junto con las extravagancias y chifladuras, lo que pasaba con Camisea no era, en cambio, ni una anécdota ni un error de interpretación de protocolos empresariales.
Tanto los hechos investigados como el sustento legal llevaron a Ochoa a lanzar el ultimátum del 4 de mayo.
Después de un ir y venir de cartas hechas por los departamentos legales y firmadas por los gerentes generales, ambas partes decidieron en julio resolver la controversia en un arbitraje internacional ante el CIADI.
Pero el cambio de gabinete ministerial era entonces inminente; y ello iba a traer profundas consecuencias para este caso como veremos en la segunda y última parte de este reportaje, el jueves 13.