¿Cómo enfrentaron diversos países y culturas la epidemia del Covid-19? Pese a que los factores de miedo y de sorpresa provocaron comportamientos comunes entre culturas diferentes (el extraño impulso por apertrecharse con grandes cantidades de papel higiénico, por ejemplo), también hubo marcadas diferencias en el orden y la intensidad de determinadas medidas, con la consiguiente variación en resultados.
A partir de la revisión de varios reportajes de publicaciones serias, aquí va un resumen de las diferentes reacciones y, en ocasiones, estrategias improvisadas por diversas naciones frente al ataque del virus:
Australia
Fue uno de los primeros gobiernos en reaccionar. Lo hizo el 27 de febrero al categorizar, antes que nadie, el Covid-19 como pandemia. Ello ayudó al Estado australiano a organizar apuradamente el sistema de salud –y definir las medidas económicas– para lo que se venía. Gracias a eso, hasta mediados de la semana el número de muertos no llegaba a los dos dígitos y los casos de contagio bordeaban los 400. Las escuelas no cerraron ni se decretó un auto aislamiento masivo. Pero todo aquel que ingresa a Australia debe pasar por una cuarentena de 14 días.
Singapur
Uno de los mayores casos de éxito, si no el más importante entre las naciones afectadas.
Hasta fines de esta semana, Singapur no ha registrado ninguna muerte y la recuperación de sus menos de 300 contagiados ha logrado ser más rápida que la de las infecciones.
Las universidades y los negocios han permanecido abiertos, pero bajo reglas claras (reuniones pequeñas, higiene muy estricta, vigilancia cercana) que buscan mantener un nivel alto de prevención sin parar la economía. Singapur tiene un Estado eficiente, con un buen sistema de salud, capacidad de exámenes de detección de virus rápidos y numerosos; y un buen seguimiento de cada caso para identificar vectores de contagio. Además tienen la experiencia de haber lidiado exitosamente con epidemias previas. También ha impuesto la auto cuarentena de dos semanas para todo aquel que llega al país.
Corea del Sur
Corea del Sur ha sufrido un fuerte impacto del Covid-19. Alrededor de 9 mil infectados y cerca de 80 muertos.
Si algo ha distinguido a Corea del Sur ha sido un énfasis casi frenético en el testeo. Con una capacidad de exámenes rápidos y sin costo, decenas de miles de coreanos han sido analizados y la interpretación de datos ha proporcionado pistas valiosas para reconstruir el avance de los contagios. Ello permitió ver en corto tiempo que un alto porcentaje de los casos provenían de los miembros de una secta religiosa. Ese riguroso seguimiento ha permitido ralentizar su crecimiento o “aplanar la curva”, como ha sido logrado también en Singapur y Taiwán. No está todavía claro si esa tendencia se acentuará y permanecerá hasta prevalecer, o no.
Israel
Cierre de fronteras para extranjeros, auto aislamiento para israelíes, anuncio del despliegue de los servicios de seguridad interna para vigilar y seguir a los portadores del virus: los más de 350 casos de infección sonaron alarmas extremas y una respuesta que algunos israelíes consideran histérica mientras que otros insuficiente. En el muy desarrollado nivel de ciencia aplicada, hay una carrera contra el tiempo por producir remedios o vacunas en el corto plazo.
Irán
Con cerca de 20 mil casos y alrededor de mil muertes, Irán ha sido duramente golpeado por la epidemia. Pese a los esfuerzos de las autoridades por evitar aglomeraciones, la gente sigue en las calles mientras los contagios afectan aleatoriamente a todos los niveles y funciones de la sociedad. Luego de un largo período de sanciones, el sistema de salud pública iraní tiene capacidades disminuidas para enfrentar un aumento masivo de contagios, pero incluso las fatwas de la teocracia persa no logran disciplinar a una población acostumbrada a sufrir altos niveles de pérdidas humanas (como sucedió en la guerra contra Irak) y rehacerse después.
Europa
Ya se sabe que Italia es el nuevo epicentro del Covid-19, un virus que parece especializado en atacar primariamente a la vejez y en segundo lugar a quienes padecen condiciones que rebajan sus capacidades de defensa orgánica e inmunidad. La inmensa mayoría de las víctimas son viejos, aunque, paradójicamente, el ataque se haya concentrado en el próspero norte de Italia, con altos niveles de vida y buenos hospitales. La avalancha de casos sobrepasó y eventualmente llevó al colapso la buena estructura de salud pre-existente.
La reacción del gobierno italiano ha sido a la vez tardía y radical. No está claro todavía el efecto que tendrá. Es probable que la oleada de defunciones aminore, pero lo difícil es saber cuán rápido.
España también ha sido seriamente afectada, en corto tiempo, con alrededor de 12 mil casos y cerca de 500 muertes. Con la mitad de los casos, Francia ha puesto en marcha acciones de control social estrictas. Alemania, por su lado, cerró fronteras con casi todos sus vecinos, cerró escuelas y limitó eventos a un máximo de 50 personas. Con alrededor de 8 mil casos, el número de muertes en Alemania ha sido relativamente bajo: poco más de una docena.
Inglaterra escogió inicialmente una política de proteger a su población vulnerable mientras permitía que el segmento más saludable de su demografía se infectara para desarrollar eventualmente la inmunidad que permitiera controlar la plaga. Los eventos públicos siguieron abiertos. Pero las predicciones de un avance de mayor velocidad y letalidad de lo esperado, ha provocado un retroceso parcial de la postura previa, con medidas de restricción y de aislamiento de la población vieja.
Estados Unidos
Luego de semanas de minimizar el problema, Trump ha pasado a tomarlo con mayor seriedad. Varios estados y la sociedad civil, lo hicieron mucho antes que él. Eventos cancelados, “distanciamiento social”, aumento de casos, ansiedad esparcida van de la mano con la certeza de que a la crisis de salud pública sucederá, o acompañará, crisis económicas y financieras cuya seriedad y magnitud no es fácil prever.
China
El país donde todo empezó y donde se cometieron algunos de los principales errores en las fases iniciales (intentar ocultar la información e incluso desinformar sobre la gravedad de la crisis), ha logrado, para todo propósito práctico, controlar el Covid-19, con números dramáticamente decrecientes de nuevos contagios y muertos. El control de la epidemia fue el resultado de medidas de control social sin precedentes: encierros masivos, cuarentenas radicales de grandes poblaciones, acompañadas por un despliegue sanitario y de control sobre decenas de millones de personas. Las consecuencias sociales, económicas y financieras que ello tenga son muy difíciles de prever, pero tendrán efecto sobre el mundo entero.
Como se ve, hay notables diferencias en la forma de enfrentar el virus de un país al otro, pero algunas coincidencias entre los que han tenido éxito en controlarlo: Concentrarse en proteger a la población vulnerable, perseguir los vectores de contagio y ganarles en velocidad, para aislarlos, tratar de curar a los afectados mientras se los separa del resto de la población. Practicar sostenidamente medidas de higiene para todo el mundo, sin excepción, mientras se mejora día a día la capacidad de vigilancia, seguimiento táctico e intervención sobre cualquier foco de virus. Y todo eso mientras se hace lo posible, y un poco más, para no perjudicar la economía, no perder puestos de trabajo sino, más bien, tratar de crearlos, para que la gran factura que va a haber que pagar por esto no termine por confiscar el futuro.