Es a la vez una carrera y una cacería, ambas contra un tiempo nada neutral, dentro del cual la plaga veloz mata cantidades crecientes de gente y avanza sin que la medicina le haya opuesto hasta hoy otra cosa que las medidas seculares de cuarentena y aislamiento, pero, por ahora, sin remedio.
¿Sin remedio?
Hasta hoy, no aparece. Pero sabemos que pronto, en estos días, lo habrá.
Hay un viejo dicho: nada aguza tanto el ingenio como la sombra del patíbulo. Por eso la creación de nuevos productos y sistemas se acelera y multiplica en tiempos de guerra o de plaga, o de ambas, que en los hechos son una suerte de patíbulo colectivo.
La pandemia del COVID-19, en el apretado tiempo que le tomó saltar de la insignificancia del mercado de Wuhan al centro de la alarma mundial, ya provoca con intensidad la presión por acelerar al máximo los tiempos que en circunstancias normales toma desarrollar un remedio.
Existen ya varias líneas promisorias, que IDL-Reporteros reseña ahora. Para hacerlo, hemos compilado la información de varias publicaciones, además de las generales, que cubren el tema de salud pública. Publicaciones como Statnews, Science Magazine, Healthline, entre otras. La responsabilidad por la compilación y presentación es, obviamente, de IDL-Reporteros.
¿Cuáles son las medicinas que determinarán cuán rápido y bajo qué condiciones entran a la producción masiva y a la distribución de emergencia en el mundo? A continuación, una lista incompleta y luego una breve reseña de las principales.
- Remdesivir
- Cloroquina
- Lopinavir y Ritonavir (Kaletra)
- Lopinavir y Ritonavir con Interferón Beta
- APN01
- Favilavir
- Kevzara
Como ha sucedido muchas veces en la historia de descubrimientos médicos, ninguna de esas potenciales medicinas contra el COVID-19 es nueva. Una de ellas, por ejemplo, la Cloroquina, tiene más de 70 años de existencia. Lo nuevo, y fascinante, es la posibilidad de que estas medicinas, desarrolladas para combatir (en forma fallida, a veces) otras enfermedades, puedan tener la inesperada utilidad de ser eficaces en derrotar al COVID-19.
Remdesivir
El caso del Remdesivir es notable. El producto de la compañía Gilead Sciences fue creado a partir de una investigación hace más de 10 años, como un antiviral enfocado, inicialmente en combatir el ébola. Sin embargo, cuando compitió con otros remedios en un estudio para determinar ventajas comparativas, otros dos tratamientos diferentes mostraron claramente mejores resultados, como reseñó Andrew Joseph en un extenso artículo en Statnews.
El avance de COVID-19 llevó a Gilead a examinar la capacidad del Remdesivir de enfrentar ese tipo de coronavirus. Cuando el primer paciente en Estados Unidos, que trajo el virus desde Wuhan, desarrolló la enfermedad y empeoró a mediados de enero pasado, desarrollando una neumonía que obligó a hospitalizarlo, surgió la iniciativa de utilizar el Remdesivir como una droga experimental. Luego de obtener la aprobación de la Food and Drug Administration para “uso compasivo” en forma excepcional de un medicamento en investigación, el hospital inició un tratamiento endovenoso. Al día siguiente, el enfermo mostró mejoría.
Ahora, hay por lo menos cinco estudios diferentes en el mundo, puestos en marcha con toda urgencia, para determinar la capacidad del Remdesivir de combatir el COVID-19. El hecho de haber pasado ya por una serie de exámenes y estudios como probable remedio frente al ébola, le ha permitido avanzar mucho en esta nueva etapa. Hasta este momento, es una de las pocas medicinas que han avanzado más en ser aprobadas como tratamiento para el COVID-19.
Cloroquina
La cloroquina es un medicamento con más de 70 años de existencia. Se utiliza contra la malaria y también contra algunas enfermedades autoinmunes. Por su edad, ya no tiene protección de patente, lo que la hace barata. Tiene, además, genealogía peruana, por su parentesco con la quinina. Es, sin duda, el medicamento más conocido entre los que están en lista por sus efectos y contraindicaciones de uso humano.
A diferencia de otros, la cloroquina (también la hidroxicloroquina) ya está siendo utilizada en varios países del mundo en la lucha contra el COVID-19; mientras se llevan a cabo en paralelo varios estudios sobre su eficacia específica.
Algunos médicos con experiencia en su uso postulan, como veremos, ponerla de inmediato al alcance de la población en alto riesgo (incluyendo a los pacientes no hospitalizados y al personal de salud), como un primer nivel de defensa, mientras se alistan y aprueban otras drogas. En el ínterin, decisiones importantes como su dosificación apropiada, deberán ser encontradas y definidas en el menor plazo posible.
Antes, en el caso del SARS, por ejemplo, las autoridades chinas de salud pública habrían recomendado una dosis de 500 mg dos veces por día, que pudiera ser la adecuada en el caso del COVID-19.
El comunicado
Aquí en el Perú, donde hay muchos especialistas en enfermedades tropicales familiarizados con el uso de la cloroquina para tratar la malaria, la Sociedad Peruana de Enfermedades Infecciosas y Tropicales (SPEIT) hizo público, el lunes 23, un importante comunicado sobre el “Manejo del COVID-19”.
“Nuestro país” dice el comunicado, “enfrenta una situación de emergencia con un creciente número de personas que fallecen por COVID-19, a pesar de las medidas de contención y mitigación que viene ejecutando el gobierno”.
Por eso, luego de indicar que hay estudios que “sugieren un probable beneficio del uso de hidroxicloroquina”, que hay “evidencia de estudios in vitro que sugiere que cloroquina e hidroxicloroquina tienen actividad contra el coronavirus” y que “están en ejecución algunos ensayos clínicos a nivel internacional con cloroquina, hidroxicloroquina y otros medicamentos […] [que] podrán definir una terapia contra este virus”, pero que “tomará varios meses en conocerse sus resultados”, frente a la “situación de pandemia’, la sociedad de expertos en infectología y enfermedades tropicales, acordó en consenso:
“Considerar el uso de Cloroquina fosfato o Hidrocicloroquina para tratar COVID-19”.
(El resaltado en negrita, y también abajo, es de IDL-R)
El comunicado de la SPEIT enfatiza que “debe informarse al paciente que su eficacia no ha sido probada para tratar COVID-19, pero que existen estudios preliminares que sugieren su uso, por lo tanto, es una indicación fuera de etiqueta, se debe solicitar conocimiento informado al paciente o representante”.
En esas condiciones, “Cloroquina fosfato, hidroxicloroquina y otras drogas para tratar COVID-19 debe usarse bajo la supervisión de un médico especialista”.
La extraordinaria importancia del comunicado de la SPEIT radica en que marca un momento de inflexión en la lucha contra el COVID-19.
Por ahora, en Perú, la primera línea de batalla estará armada con la cloroquina y la hidroxicloroquina, pero pronto podrán incorporarse otros medicamentos ya existentes, redireccionados para enfrentar la pandemia.
En él, los mayores expertos peruanos en el ámbito de infecciones acordaron, frente a la realidad de la pandemia, tomar la decisión pragmática de recomendar el uso “fuera de etiqueta” de medicamentos que no están lo suficientemente estudiados dentro de los rigurosos cánones de una investigación científica, pero que ya han demostrado que pueden salvar vidas. Y que, al utilizarse a partir de ahora, con los debidos protocolos, podrán salvar muchas otras que, de no hacerlo, se perderían.
César Cabezas, un notable especialista en enfermedades infecciosas y tropicales, fue nombrado el lunes 23 jefe del Instituto Nacional de Salud. En su larga trayectoria, dijo Cabezas a IDL-Reporteros, “he usado cloroquina mucho tiempo contra la malaria”, y conocido bien algunos de sus potenciales problemas. Pero, añade Cabezas, “frente al riesgo, mejor es el beneficio […] en esas circunstancias siempre pienso si aplicaría ese remedio a un ser querido y claro que lo haría”.
En la incertidumbre actual, sostiene Cabezas, “debemos estar dispuestos a ensayar todo, para evitar que la gente muera”. Eso sí, el tratamiento debe “protocolizarse” y establecerse criterios precisos para el uso.
Cabezas cree que, para evitar un abuso del medicamento, la cloroquina e hidroxicloroquina deben ser administradas solo bajo receta “del médico tratante”.
¿A quiénes administrar el remedio? “El paciente que es diagnosticado pero no tiene molestias, no amerita”, dice, “el paciente que ha desarrollado síntomas, sí amerita”; y el tratamiento debe hacerse antes de que sea necesario “entubar” al enfermo. “Hay que protocolizar [el tratamiento]” insiste “y hacer el seguimiento para ver la reducción de la carga viral” en el paciente en esperada mejoría.
Entonces: la cloroquina y la hidroxicloroquina serán a partir de esta semana (o la siguiente, si demoran), el arma de choque, de primer y, por ahora, único recurso en la lucha de los médicos en el Perú para salvar la vida de los pacientes que se agravan. Hay riesgo, pero también un arma de combate que no existía hasta ayer.
¿Y qué viene luego? Por ahora, los ensayos con Remdesivir avanzan a marchas forzadas en cinco estudios diferentes repartidos en varios países, que buscan responder preguntas diferentes: ¿Hasta qué nivel de gravedad es eficaz? ¿Cuál es la dosis requerida? ¿Cómo se podría afrontar la masiva demanda para su uso? ¿Cómo se podrá negociar políticas de costos justos con Gilead, una compañía notoria por los altos precios que exige para los antivirales que tratan el VIH y la hepatitis C?
Las respuestas serán rápidas respecto de los tiempos que suele tomar el llevar nuevas medicinas al mercado, pero se verán lentas en los términos de una pandemia que hace tres meses era desconocida y que ahora concentra los temores del mundo entero.
Kevzara
Mientras, otra poderosa compañía farmacéutica, Regeneron, que tuvo antes mejores resultados que Gilead en la competencia por lograr un medicamento eficaz contra el ébola, trabaja sin respiro en redireccionar una medicina que ya existe y está en el mercado. Se trata de Kevzara, producida en sociedad por Regeneron con otra compañía, Sanofi.
Kevzara se receta para tratar la artritis reumatoide. En su metamorfosis anti-corona, luego de pasar con éxito un primer examen comparativo en China, Regeneron ha avanzado a gran velocidad en los estudios siguientes, con la cooperación y el espoleo de las autoridades regulatorias.
Estos son, por ahora, los principales protagonistas en la carrera por encontrar un medicamento contra el COVID-19. La búsqueda de una vacuna, que se desarrolla con la misma urgencia en paralelo, es otra historia, aunque con cercana narrativa.
¿Y los otros medicamentos mencionados al principio de esta nota?
Kaletra (Lopinavir y Ritonavir) fue discutida por los miembros de la SPEIT que llegaron al consenso de recomendar el uso de cloroquina e hidroxicloroquina. En cuanto a Kaletra, con o sin el añadido de interferón, no hubo el suficiente acuerdo sobre su eficacia para recomendarla.
Pero hay otras alternativas bajo intensa investigación.
APN01
En China está por empezar un estudio clínico de un medicamento llamado APN01. Tampoco es uno nuevo sino una droga que se utilizó a principios de siglo en la lucha contra el SARS, sobre todo para proteger pulmones atacados por el virus. Dado que el COVID-19 utiliza una forma parecida de agredir los pulmones, los estudios deben determinar la eficacia del APN01 frente a la nueva pandemia.
Favilavir
Favilavir ( o Favipiravir), un medicamento antigripal producido por Fujifilm Toyama Chemical, de Japón, ha sido la primera droga aprobada para el tratamiento del COVID-19, en China. Taiwán, por su parte, anunció una decisión similar.
El medicamento, también conocido como Avigan, fue aprobado para su uso en Italia, en medio de la desesperación por el avance de la pandemia. Según las autoridades chinas, el Favilavir fue ensayado clínicamente en 340 pacientes en Wuhan y Shenzen. En ellos, logró detener el avance del COVID-19, con resultados claramente superiores respecto de enfermos que no fueron tratados con el medicamento. Su uso parece indicado en pacientes con síntomas moderados y además como un vehículo eficaz para impedir el avance del contagio.
En medio del devastador avance del COVID-19 hay, como se ve, claros signos de esperanza. Por ahora, en Perú, la primera línea de batalla estará armada con la cloroquina y la hidroxicloroquina, pero pronto podrán incorporarse otros medicamentos ya existentes, redireccionados para enfrentar la pandemia.
“En esta guerra” dijo un médico infectólogo a IDL-R, “necesitamos el equivalente de artillería y ametralladoras. Por el momento tenemos solo pistolas, que no es suficiente pero ya es algo”. Sobre todo si hace pocos días no había nada.
Los medicamentos/armas empezarán su acción esta semana. Pronto llegarán otros más. Los hospitales afinarán sus protocolos a partir de su experiencia o de la información de otras naciones. Y cuando el primer grupo de pacientes serios se recupere con cierta prontitud, la pandemia tendrá los días contados. Y lo que empezó como ataque apocalíptico terminará como otra gripe más.