El día de la amistad, el 14 de febrero de 2010, IDL-Reporteros publicó su primera investigación.
Han pasado 13 años desde entonces, centenares de notas publicadas, decenas de investigaciones diferentes y el periodismo de investigación en este país puede mirar su pasado cercano y el mediato; puede unir su mirada al horizonte con las de sus colegas de otras naciones embarcados en la misma misión para, quizá, coincidir en el lead, el encabezamiento que define este tiempo y su circunstancia.
No necesitará crearlo, porque más de un siglo atrás, el gran Charles Dickens empezó así su “Historia de dos ciudades”.
“Fue el mejor de los tiempos, fue el peor de los tiempos, fue la edad de la sabiduría, fue la edad de la estupidez […] fue la estación de la Luz, fue la estación de la Oscuridad, fue la primavera de la esperanza, fue el invierno de la desesperación, tuvimos todo ante nosotros, tuvimos nada ante nosotros…”.
Es un encabezado que aplica bien al periodismo de investigación, a la democracia, a nuestro mundo actual.
IDL-Reporteros surgió como parte de iniciativas simultáneas en el mundo entero para rescatar al periodismo de investigación de la agonía, la casi muerte que enfrentó en la última parte del siglo pasado.
La crisis, que envolvió y lastró a los medios tradicionales, significó la muerte de centenares de publicaciones y afectó antes que nada al periodismo de investigación, más costoso y controvertido que los demás.
La mayoría de unidades de investigación en los medios más diversos fue cerrada o reemplazada por remedos patéticos, diseñados por gerentes y consultores ávidos por reducir costos e indiferentes a la reducción de calidad.
El colapso de la Unión Soviética y de los regímenes de Europa Oriental, en transiciones caóticas y casi siempre corruptas a diseños imperfectos de democracia, hizo mucho más necesario contar con un periodismo de investigación vigoroso y profundo.
Surgieron así las primeras redacciones independientes de periodismo investigativo. Casi todas digitales, casi todas sin fines de lucro, casi todas precarias, con presupuestos más que austeros, apoyadas por un número pequeñísimo de fundaciones, entre las cuales destacó la Open Society Foundations.
Yo fui parte de ese debate y de la búsqueda de estrategias viables para lograr el reflorecimiento del periodismo de investigación. Una de las primeras iniciativas exitosas en esos años fue convocar a esa constelación balcanizada a colaborar entre sí.
Surgió primero el Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) que habría de cambiar en forma espectacular el alcance y los logros de la investigación periodística en los años siguientes.
Y en medio de ese esfuerzo, se creó IDL-R en el Perú, como un proyecto entonces precario, de problemática supervivencia, pero cuya necesidad para el país era más que evidente.
Después de varios meses previos de organización y aprestamiento, publicamos nuestra primera nota el 14 de febrero de 2010.
Desde entonces IDL-R no paró. Como sucedió en otras naciones, la combinación de viejos periodistas con otros jóvenes y con tecnologías nuevas, funcionó bien.
El no tener ningún otro obstáculo en las investigaciones que no fueran los límites de nuestra propia capacidad y de nuestros medios; la ausencia de conflictos de interés y la práctica severamente apegada a los más exigentes estándares profesionales, permitió que esta publicación sacara a luz investigaciones con resonante efecto.
Fueron muchas, aunque lo más probable es que las dos más importantes hayan sido las de los casos Lava Jato y Lava Juez.
Su efecto, los cambios y reformas que provocaron, el abrumador apoyo de la opinión pública que recibieron, nos dio por un tiempo la impresión de que el Perú había alcanzado la posibilidad de convertirse en una sociedad con mucho mayor integridad, honestidad pública y corporativa.
Los retrocesos posteriores, aquí y en otras naciones, nos obligaron a ver que las corrupciones profundas y longevas, crean ecosistemas complejos cuyas ramificaciones y capacidad de resistencia es mucho mayor de lo aparente.
La plaga del Covid agravó considerablemente la lucha anticorrupción y la gobernabilidad, como ha sucedido con la mayoría de las pestes a lo largo de la historia.
Pero antes de eso, la reacción de los círculos corruptos a los avances en las investigaciones que los involucraban, ya era intensa y organizada sobre las líneas tradicionales de defensa de los corruptos: La mentira, la desinformación, las campañas de descrédito, la amenaza de violencia.
Esto no ha sido, ni es, en modo alguno, privativo del Perú. Es un método y unos sistemas que, con pequeñas variaciones individuales, se han perpetrado desde México hasta Malta, desde las Filipinas hasta Azerbaiyán.
Si ya las dictaduras que se autoproclaman de izquierda (digamos, Venezuela o Nicaragua) atacaban con cinismo y desvergonzada mentira a la prensa independiente, el surgimiento global de la ultraderecha (sobre todo a partir de la presidencia de Trump) añadió un conjunto feroz de enemigos, que utilizaron con absoluto desprecio por los hechos la desinformación sistemática y la agitación violenta.
IDL-Reporteros enfrentó ataques desde el inicio de su labor, pero estos arreciaron en particular luego de los casos Lava Jato y Lava Juez; y se acentuaron en medio de la degradación de la democracia que hoy vive el país.
Supimos desde el comienzo lo que podía suceder y, en la mejor medida de nuestras posibilidades, nos preparamos para enfrentarlas. Vimos el desenlace de varios procesos similares en diversos lugares del mundo.
Colegas admirables y admirados cayeron luego de marchar con ojos abiertos hacia el peligro. ¿Por qué lo hicieron? Porque era lo debido.
Vimos, por otro lado, que la impunidad por esos crímenes está en camino de dejar de existir. Nuestra capacidad de investigación se ha acrecentado enormemente y varios perpetradores y autores intelectuales de asesinatos, han sido inequívocamente identificados. Otros lo serán en el futuro; y serán castigados hasta que la certeza de que todo ataque violento contra el periodismo independiente será descubierto y que sus autores terminarán inevitablemente castigados, se convierta en una regla con pocas o ninguna excepción.
Cumplimos 13 años de existencia en medio de una crisis que amenaza existencialmente a la democracia y a los conceptos más básicos de representación y buen gobierno.
El deber de los ciudadanos hoy debe ser el movilizarse para defender la democracia y el derecho de los ciudadanos a una representación honesta y competente en el manejo de nuestro hoy incierto destino.
No hay democracia sin una prensa libre, honesta y capaz; no hay prensa libre, honesta y capaz sin democracia. Cada una es condición de la otra.
Todos tenemos, y debemos asumir el mandato de defender los ideales sobre los que se fundó nuestra república. Son los ideales de la Ilustración, que hicieron de nuestras naciones una aspiración colectiva a lograr lo que no existía: la libertad para todos; los derechos básicos para todos; los deberes básicos repartidos con justicia también.
Nos creamos como una aspiración noble que no hemos alcanzado pero cuyo mandato permanece hoy, tan firme o más que en la hora de nuestra fundación y especialmente ahora cuando, en medio de la oscuridad debemos encontrar el camino hacia nuestro destino como república, que ha sido y será el de la libertad y la justicia.
IDL-Reporteros continuará bregando, mientras exista, para contribuir en esa lucha noble a través del mejor periodismo de investigación posible en servicio de los ciudadanos libres de nuestra nación.