Mi nota esta semana es la respuesta al artículo publicado el pasado domingo 22 por Fernando Rospigliosi en El Comercio.
En el artículo “La crisis de los espías”, Fernando Rospigliosi me acusa y acusa también a “la ONG IDL” de “complicidad” con los espionajes reales e inciertos de la DINI. Eso por haber, en sus palabras, “avalado completamente la patraña del gobierno […] coadyuvando así al encubrimiento y de esa manera favoreciendo la continuación del espionaje”.
Nos acusa además de haber participado “entusiastamente” el 2011, “en el lavado de imagen de Humala, acusado de graves violaciones de los derechos humanos y de ser un candidato con un entorno montesinista claramente identificable”.
¿Cómo prueba o justifica Rospigliosi las acusaciones?
Se toma su tiempo. Al comenzar su artículo afirma que la masiva base de datos del registro público que compiló la DINI en Excel, revelada y publicada por Correo Semanal, donde aparecen centenares de personas, evidencia el propósito del Gobierno de buscar “información básica para […] encontrar alguna irregularidad que pueda ser usada contra la persona para chantajearla o desacreditarla”.
A continuación, pasa a concentrarse en un solo caso: el del propio Rospigliosi.
Según afirma, el gobierno, que lo investigaba desde agosto de 2011, mintió descaradamente en el caso de los agentes de inteligencia descubiertos en el Parque del Amor, en junio de 2013, al negar que lo espiaban. La denegatoria, acusa, contó “con la complicidad de varios ministros”.
Yo analicé entonces el caso y llegué a la conclusión que Rospigliosi estaba equivocado. Por eso resulto ahora “cómplice” en su delirante artículo. Un área de IDL planteó también dudas sobre su versión, lo que la convirtió también automáticamente en “cómplice”.
De manera que con Rospigliosi las cosas son simples: o estás de acuerdo con él, con lo que dice y sostiene y, a falta de pruebas o razonamiento suficiente, lo haces como un acto de fe, o te hace cómplice de los delitos que denuncia. Nada de discrepancias: Su denuncia es prueba suficiente. O lo sigues con cretina incondicionalidad o quedarás fulminado por su acusación.
El problema es que su guión resulta ahora menos creíble que la crónica de una visita a Ganímedes. Mencionaré solo alguno de los hechos que le revientan en la cara:
• En el caso del Parque del Amor en 2013, Rospigliosi afirmó que el “cerebro” de la “grotesca coartada”, era el general PNP Carlos Morán, entonces jefe de Estado Mayor de la Policía, a quien presentó como un individuo “siniestro y oportunista” listo para convertirse en “operador de un gobierno inescrupuloso”.
• Eso fue en junio de 2013. En diciembre, el general Morán pidió su pase al retiro, luego de saber que lo iban a sacar de la PNP y después de haber expresado, delante de sus pares, su desacuerdo ante el presidente Humala, que había definido al entonces fresco caso de López Meneses como solo un problema de “corrupción policial”.
• A la vez, el hackeo anónimo que hizo LulzSec al ministerio del Interior reveló correspondencia entre los entonces ministro Wilfredo Pedraza y viceministro Roberto Reynoso, en la que examinaban, en noviembre, los varios escenarios de generales que debían ser pasados al retiro. En todos Morán figuraba en el tope de la lista.
• Si Rospigliosi hubiera tenido fuentes realmente confiables, le hubieran podido informar que Morán estuvo marcado para salir desde el ingreso de Humala al poder. Pese a ser uno de los mejores y más eficaces policías, (o quizá por eso), Morán sufrió desde el comienzo la hostilidad de Villafuerte y también la de Daniel Abugatás, que llevó a la de Humala.
• ¿Y a ese oficial acusó Rospigliosi de haber organizado el encubrimiento del espionaje que le hacía el gobierno? Hay que estar más perdido que ciego en tiroteo para afirmar tal sandez y reclamar luego credibilidad.
• Otra cosa que Rospigliosi no menciona en absoluto es que la recolección de datos de Registros Públicos para la DINI empezó durante el gobierno aprista. El entonces jefe de la DINI, general PNP (r) Danilo Guevara ha salido a decir, en El Comercio, que forman parte de una gigantesca base de datos que es “la joya de la corona de la DINI: la llamamos la wikidini”. Y añade: “nosotros consideramos conveniente que los analistas pudieran tener a disposición una base de datos complementaria que era la de Registros Públicos que, como usted sabe, es pública”.
No he leído ni visto a Rospigliosi denunciando la “grosera coartada” de Alan García y Danilo Guevara sobre el tema.
• En cuanto al “lavado de imagen” de Humala el 2011 del que acusa a IDL y a mí, una de las cosas que se me ocurre preguntarle es cómo permitió que esos “lavadores de imagen” –en este caso Carlos Rivera y los abogados litigantes de IDL– lo siguieran defendiendo en por lo menos cinco casos penales frente a agresivos demandantes como Jorge Mufarech? ¿Es que la eficacia de esos abogados, que lo llevó a ganar, y sin costo alguno, los cinco casos le acalló en ese momento las acusaciones de “complicidad” y “lavado”? Parte de los casos, para que no se refugie en la cronología, terminó en 2011.
• Aparte de eso, hay que tener concha (no existe otra palabra) para hablar de «lavado de imagen» de quienes tenían un “entorno montesinista claramente verificable”. ¿Quiere un entorno montesinista? ¿Conoce a Fujimori? Sí, precisamente, la candidatura que él defendió el 2011 con el increíble argumento de que Keiko Fujimori era la mejor alternativa de defensa de la democracia.
(*) Reproducción de la columna ‘Las palabras’ publicada en la edición 2378 de la revista ‘Caretas’.