¿Te enseñaron las virtudes del ahorro, lector, cuando eras un chiquitín? ¿Te regalaron un chanchito de alcancía para que fueras metiendo ahí tus soles primero y tus intis después? Seguro que ahí aprendiste tus primeras lecciones de Economía, aunque es otro asunto si las olvidaste o no.
¿No te enseñaron a partir de los 90 que si era un banco privado el que te ponía el chanchito (y no el Estado, fuchi), entonces todo estaba bien? ¿Viste la publicidad donde una sonriente pareja (en la que no te molestaría estar) celebra feliz al ver cómo su dinero ha crecido tanto en la cuenta de ahorros, que se pueden ir a las vacaciones all included en Punta Cana? ¡Y encima les dan una tarjeta de crédito! ¿No escuchaste o adivinaste entonces, como una vaga música de fondo, el ladrido triste del perro de Pavlov?
Si ahora te sientes como el susodicho perro, con anteojos quizá, mientras revisas tus cuentas para ver si hubo un error (pero la aritmética de la usura no miente), y lees el estado de cuenta de la tarjeta, lo que gastó tu pareja, y piensas culposamente en los costos de un divorcio, entonces quizá valga la pena que le hagas una visita a Jaime Delgado, en el Congreso, para que te enteres que tú, incluso en tu dimensión pavloviana, tienes algunos derechos y mereces protección.
Delgado es un pionero del todavía incipiente, pero enérgico y entusiasta, activismo por los derechos del consumidor en el Perú. El año pasado fue elegido congresista y, como es natural, pasó pronto a ser presidente de la Comisión de Defensa del Consumidor.
Una de las tareas en las que Delgado pone más empeño es en defender los derechos de ciudadanos de a pie, como tú, que pensó que esa cuenta de ahorro ¡y la tarjeta! eran la llave de ingreso a un mundo pleno de sonrisas de ortodoncia y que ahora no sabe qué diablos pasó. ¿No era que en las cuentas de ahorro la plata crece (porque con la plata el tamaño sí importa, no es verdad)? ¿Y por qué ahora se ha achicado, tan patética, tan peligrosamente?
El primer consuelo que puedes tener es que no estás solo. Una de las cosas que Delgado podría enseñarte, atribulado deudor, es la petición (casi la exigencia) que hizo en marzo a la SBS para “retirar del mercado” un ‘producto financiero’ del Banco Falabella.
Se trata de una ‘Cuenta de Ahorro Programado’, que, si te descuidas, con facilidad puede convertir en resta lo que te dijeron que iba a ser suma.
«El usuario termina debiéndole al banco muchísimo más de lo que ganan sus intereses, e incluso perdiendo su capital.»
¿Cómo funciona? El banco Falabella, según la petición de la Comisión de Defensa del Consumidor del Congreso a la SBS, atrajo a los clientes ofreciéndoles el 5% anual por sus depósitos. Pero en los hechos, denunció la Comisión, la oferta tenía vigencia solo hasta el 20 de marzo pasado. A partir de esa fecha, el interés se redujo a solo el 3.5%.
El ofrecimiento de que no se cobraría comisión por mantenimiento no resultó precisamente cierto tampoco. Había una comisión de S/. 7.90. Si alguien se animó a preguntar y a reclamar se le contestó en su momento que esa comisión no era por el mantenimiento de cuenta, sino por el de la tarjeta de crédito que, como denunció la Comisión de Defensa del Consumidor, “va asociada necesariamente, sin que el público sea consciente de ello”.
Después, como encontró Delgado, varios otros mecanismos se ponen en juego. En el caso que un ahorrista se olvide de depositar el monto de ahorro pactado mensualmente, el banco le presta automáticamente ese monto y lo deposita en su cuenta. Pero le carga un interés del 79.38% de interés (75% más de lo que le paga), y además le clava una comisión de S/ 25 a partir del sexto día, “por gestión de cobranza”. Si se atrasa un día más allá del mes, otros 25 soles.
En el caso de que se demore dos meses y un día en el siguiente aporte, se añade el cargo “el 15% del monto vencido”. Y, por supuesto –recalca la nota oficial del mensaje de la Comisión de Defensa del Consumidor a la SBS– “se suman los S/. 7.90 por mantenimiento de cuenta”.
El resultado es, remacha la comunicación del Congreso, “que el usuario termina debiéndole al banco muchísimo más de lo que ganan sus intereses, e incluso perdiendo su capital”.
Si el sufrimiento compartido duele menos, ya tienes un poco de anestesia local para sobarla sobre la caries de la usura.
¿Cuál fue el resultado de la gestión de la Comisión de Defensa del Consumidor del Congreso frente a la SBS? La respuesta de la Superintendencia fue involuntariamente reveladora. Mañana la conocerá, junto con la parte final de este informe donde se describe cuán desprotegido está el consumidor, el ciudadano, ante el oligopolio financiero.
(continúa el martes 19 de junio)