Reproducción de la columna ‘Las Palabras’ publicada en la edición 2183 de la revista ‘Caretas’.
En estos días he recordado varias veces a Hubert Lanssiers. Hubert fue un hombre sabio hasta en sus equivocaciones y fue un sacerdote que combinó la bondad con la inteligencia, la ironía y la indignación. Un bienhechor epigramático, con sentido de belleza y proporción pero a la vez con entendimiento de desmesuras y tragedias.
He recordado una de sus expresiones que me impresionaron más y recuerdo mejor. “A mí una cosa que me resulta muy cansadora” decía Hubert, “es luchar contra la imbecilidad. Tú puedes luchar contra la maldad, que tiene una cierta lógica, pero contra la necedad es imposible”.
¿Pero, qué pasa cuando la malevolencia es necia? No llegué a discutirlo con Hubert; me imagino que hubiera predicho una lucha cansadora pero necesaria.
Durante las dos semanas pasadas he recordado en esta sección hechos reveladores en la biografía de Martha Meier Miró Quesada, la directora de facto de El Comercio, principalmente su candidatura en la lista de Fujimori y Montesinos, el año dos mil, bajo el mentorazgo de Martha Chávez. Ella, al intentar contestar, sin responder, ha ido revelando involuntariamente lo que interesaba saber.
Esta semana he contestado al artículo que ella perpetró el sábado 28 de mayo, pero no lo publico aquí sino en mi columna de IDL-Reporteros. Quien quiera leerlo, (y me parece que vale la pena), encontrará mi respuesta en la siguiente dirección: http://reporteros.pe/columna-de-reporteros-31/.
Este artículo será publicado tres días antes de unas elecciones en las que se definirá mucho más de lo que debiera estar en juego en un proceso electoral.
La elección del domingo es inapelablemente binaria. De acuerdo con nuestro voto o gracias a nuestra omisión, uno de los dos candidatos de segunda vuelta será el presidente electo de la República a partir del lunes 6 de junio.
YO he anunciado que votaré por Ollanta Humala. Lo dije el mismo día en el que este juró defender y promover la democracia en el Perú. Ningún candidato puede ofrecer más garantías que las que él dio ese día y romperlas significaría renunciar a toda legitimidad.
Reafirmo ahora esa decisión y llamo a ustedes, lectores, y a todos aquellos de mis compatriotas que han luchado por la Democracia o que están dispuestos a lucha por ella, que voten por Ollanta Humala para salvarla.
Salvo muy pocas excepciones, quienes enfrentamos a la dictadura en el pasado coincidimos ahora en proclamar nuestro voto por Ollanta Humala y en aconsejar a los demás que hagan lo mismo.
No ha sido una decisión nada fácil para mí, e imagino que tampoco lo fue para muchos otros. Pero una vez tomada hay que asumirla con fuerza y entereza.
A la vez, mi obligación como periodista opinante es la de ser totalmente sincero y claro con ustedes en cuanto a las razones que me llevan a proclamar mi voto por Humala.
Yo me opuse duramente a Ollanta Humala en las elecciones de 2006 y les pedí votar en contra de éste (es decir, por García), por las mismas razones por las que hoy, cinco años después, les pido votar a favor.
¿Veleidades subtropicales? Créanme que no. Entonces, ¿qué ha pasado en cinco años como para que el enemigo de ayer se convierta en el aliado de hoy?
Dos cosas importantes. En primer lugar, Ollanta Humala ha cambiado mucho para mejor, y ha cambiado. Y, lo más importante de todo, enfrenta a Alberto Fujimori detrás de la fachada de su hija Keiko. Es decir, enfrenta a la fuerza organizada del aparato dictatorial criminal y rapaz que logramos derrocar hace poco más de diez años y que ahora, con el maquillaje algo corrido y derretido por el calor de los momentos finales, aspira a reconquistar el poder.
Ahí están, tras la hoja de parra (o el kimono transparente) de un marketing electoral que solo engaña a los tontos, las mismas personas que sirvieron a la dictadura en sus años más infames y se cubrieron de coartadas para no tener que aceptar la indecencia de servir al crimen organizado. Tras ellos, la derecha encomendera (en la feliz expresión de Luis Carranza), que hasta preferiría perder plata con tal de tener en el poder a la encarnación del Visitador Areche.
Por increible que parezca y ante el asombro del mundo, el mismo país que botó del poder a Fujimori, lo juzgó y condenó (después de haber juzgado y condenado a decenas de sus cómplices) en un proceso visto como ejemplar a nivel internacional; ese mismo país que acaba de meterlo en la cárcel por sus crímenes, estaría a punto de variarle el régimen y pasarlo de preso a gobernante.
Y si eso sucede con él, ¿por qué no con la mayoría de sus cómplices hoy presos? Si, al fin y al cabo, se recuperó solo una fracción del dinero robado, ¿acaso no van a salir para disfrutar del resto?
Yo, como muchísimos otros, encontramos que ese sería un escenario de pesadilla cuya toxicidad no solo envilecería sino también debilitaría al país y atrasaría otra vez más la construcción de las instituciones y la cultura democrática en el país, sin la cual nunca seremos iguales y tampoco progresaremos de verdad.
Se ha hablado de la inseguridad que representaría Humala y de sus intentos de asonada, de sus vinculaciones con Chávez, de sus cambios de planes. Pero, pregunto: ¿quién hizo un golpe de Estado? ¿quién llegó al gobierno con un plan e hizo lo opuesto? ¿quién mintió diez mil veces sobre su relación con Montesinos? ¿quién prohijó escuadrones de la muerte? ¿quién participó en o permitió el robo de centenares de millones de dólares incluso en cosas tales como la compra de armas luego de un conflicto internacional? ¿Quién fue cómplice golpista de Chávez? Muchas preguntas, pero una sola palabra de respuesta: Fujimori. Tendríamos que estar enfermos como nación para devolverlo al poder.
¿Que su hija no es él y los pecados no se heredan? De acuerdo, pero, ¿de dónde salió ella como candidata: en representación de quién sino de su padre? ¿quién habló de representar al “mejor presidente del Perú? ¿quién pidió el día de su pase a la segunda vuelta un aplauso a sus seguidores ‘para que se escuche en la Diroes’? Ella, Keiko, es su hija y disimula y miente por devoción filial y táctica electoral. Pero nosotros no tenemos porqué ser tontos en creerla.
Quien quiera tener una idea de cómo se llegó a la candidatura de Keiko Fujimori, le recomiendo leer la nota de IDL-Reporteros, basada en los wikicables sobre cómo Keiko Fujimori terminó siendo la candidata de repuesto.
Frente a eso, Ollanta Humala ha jurado defender la democracia, y, al recibir el apoyo de Alejandro Toledo y Peru Posible, sabe que logra con ello una sólida base de gobernabilidad, a condición de mantener su régimen dentro de las fronteras de la democracia. Sabe también que su aceptación internacional dependerá del apoyo de figuras como Mario Vargas Llosa, Lula da Silva, Alejandro Toledo, y que ese apoyo solo se le dará a un demócrata.
Este, lectores, es el escenario que tenemos ante nosotros. Pudo ser mejor, pero la realidad es la que enfrentamos; y sobre esa realidad hay que tomar decisiones y proceder en consecuencia.
Salvemos la democracia. Votemos por quien ha jurado defenderla, por Ollanta Humala. Y una vez que él esté en la presidencia y que la mafia permanezca donde debe estar, fiscalicemos y vigilemos el gobierno de Ollanta Humala. Ojalá que esté a la altura de sus juramentos y en el camino de sus promesas. No tendrá como olvidarlos, porque nosotros, los ciudadanos que lo llevamos al poder, se lo recordaremos cada día.