En las historias del conflicto y las crisis humanas, la elección de estrategias emerge como uno de los indicadores fundamentales del precio a pagar por la victoria o el fracaso. Una frase probablemente apócrifa, surgida de un despacho de Peter Arnett en la guerra de Vietnam, ilustra sus extremos. “Fue necesario destruir el pueblo para salvarlo”, escribió Arnett en la batalla de Ben Tre, citando una fuente militar anónima. La historia, claro, está llena de Ben Tre. Ahora se habla de daños colaterales y víctimas colaterales y se supone que debe hacerse el máximo esfuerzo por evitar lo uno y lo otro.
En su célebre TED Talk cinco años atrás, Bill Gates definió un futuro que ahora parece nuestro presente en el que el enfrentamiento contra las pandemias se convierte en la mayor amenaza existencial para la humanidad. Para hacerles frente con éxito, Gates subrayó la necesidad de incorporar los conceptos militares de preparación, entrenamiento, logística, estandarización, capacidad de reacción rápida, inteligencia y movilidad, a la lucha contra las pandemias.
Eso es correcto en principio, pero antes de entrar en las guerras microbianas, uno debe recordar que el peligro de replicar la batalla de Ben Tre también existe en las luchas contra pestes y epidemias. El miedo es enemigo de la claridad intelectual y esta última es indispensable para construir una buena estrategia. Si no, es posible terminar embarcándose en acciones de tremendo costo colateral, que pudieron o pueden evitarse si se piensa con lucidez y se actúa en consecuencia.
El miedo es enemigo de la claridad intelectual y esta última es indispensable para construir una buena estrategia.
Sobre esto, la correcta elección de la estrategia para enfrentar el coronavirus, trata el artículo del israelí Amnon Levav, que hoy publica IDL-Reporteros. Conocí a Levav a través de mi hija mayor, que trabaja en Israel en sistemas de innovación, campo en el que Levav es reconocido como un experto de categoría mundial. Dentro del objetivo global de superar “fijaciones mentales” para “generar alternativas viables” a estrategias y tácticas deficientes, Levav ha trabajado con hospitales, organizaciones de salud, industria farmacéutica. Pese a que el artículo fue inicialmente escrito con la respuesta israelí al coronavirus en mente, su razonamiento calza bien con las acciones y reacciones que tienen lugar hoy en América Latina, incluyendo, por cierto, a nuestro país.
Antes de persistir en medidas de brutal costo económico y social, que potencialmente pueden resultar más dañinas que beneficiosas, es necesario pensar en alternativas que logren igual o mejor resultado sin los tremendos costos que signifique parar una o varias naciones por semanas enteras. ¿Es necesario hacerlo o hay otras formas de lograrlo? El artículo de Amnon Levav busca mostrar alternativas viables para combatir la plaga, que no significan, como él indica, hipotecar nuestro futuro.
La gran ventaja de una democracia que enfrenta una crisis es la capacidad de encontrar alternativas y soluciones sobre la marcha, gracias a su capacidad de deliberar y debatir bajo cualquier circunstancia para así encontrar el mejor camino.
Ver: «Repensar estrategias y sus costos», artículo de Amnon Levav