Reproducción de la columna ‘Las Palabras’ publicada en la edición 2236 de la revista ‘Caretas’.
LA lucha contra el senderismo en lo que va del gobierno del presidente Humala, ha tenido resultados diferentes en sus dos escenarios principales: victoria en el Huallaga y deterioro en el VRAE.
La dicotomía de éxito en el Huallaga y fracaso en el VRAE ha sido interpretada de muchas maneras. Una de las más comunes es argumentar una gran diferencia en la dificultad de cada una de las campañas.
Bajo esa interpretación, la campaña contra ‘Artemio’ en el Alto Huallaga habría sido mucho más fácil que la que se lleva a cabo en el VRAE. Porque el terreno en el Huallaga es menos abrupto y porque ‘Artemio’ habría dirigido una organización menos disciplinada, más blanda que la de los senderistas en el VRAE.
Esa interpretación no es correcta, excepto en la mayor dificultad geográfica del VRAE. En cuanto al poder comparativo del Sendero del Alto Huallaga con respecto al del VRAE, la organización bajo el mando de ‘Artemio’ era por lo menos tan fuerte como la del VRAE en el año dos mil.
Fue el método, la estrategia empleada – puesta en práctica inicialmente por los veteranos del GEIN y coronada por los de la Divinesp, de Dirandro–, lo que llevó a resultados completamente diferentes.
¿Serviría esa metodología en la lucha contra la organización senderista en el VRAE? Me parece que sí. De hecho, ya ha servido.
El mismo grupo que capturó a ‘Artemio’ logró un éxito operativo importante y poco conocido contra la organización senderista del VRAE.
El 23 de diciembre de 2010 fue herido y capturado el senderista Félix Huachaca Tincopa, en Yacobamba, La Pólvora, en la provincia de Tocache.
La captura se realizó, en efecto, en el Huallaga, pero Huachaca pertenecía a la organización senderista del VRAE. Había sido enviado para establecer una cabeza de playa en el Huallaga, para erosionar y conquistar el terreno de un ya debilitado ‘Artemio’.
El seudónimo más conocido de Huachaca era ‘Roberto’. Fue seleccionado por los hermanos Quispe Palomino para esa misión, por ser uno de los senderistas más experimentados y veteranos en el VRAE.
“Cada una de esas operaciones requirió un manejo cuidadoso, sutil y audaz de la inteligencia operativa”.
La historia de cómo se produjo el arresto de Huachaca tiene no solo el interés del relato de las estratagemas y la astucia policial que la logró, sino también, como veremos, el de un ejemplo de los resultados posibles cuando se sincroniza bien la información con las operaciones, bajo un mando operativo despierto e inteligente.
¿Cómo llegó al Huallaga? Huachaca contó, en el interrogatorio realizado con la presencia de la fiscal Eneida Aguilar, en el hospital de Policía, en enero de 2011, que el 15 de noviembre de 2009, “el camarada ‘Alipio’ [Orlando Borda] me dio orden para dirigirme al Huallaga porque había condiciones para realizar trabajo político con las masas […] y el primer objetivo es que cuando me encuentre con ‘Artemio’, tenía que aniquilarlo”. La orden fue confirmada por Víctor Quispe Palomino.
Huachaca, que se había incorporado a Sendero en 1987,era entonces, según refirió, el ‘mando militar’ de la ‘guerrilla de ‘Alipio’’.
EN los últimos años, Huachaca había participado, muchas veces como jefe, en numerosas emboscadas y enfrentamientos con un gran saldo de víctimas policiales y militares, entre ellos los de Valle Nuevo, Ocobamba, Luricocha, Tintay Puncco, Sanabamba, Carrizal y Sinaycocha.
El 17 de noviembre de 2009, Huachaca salió de Santo Domingo de Acobamba, hacia el Huallaga, a través de Huancayo.
Según las declaraciones de Huachaca, su comunicación radial con Víctor Quispe Palomino fue constante. Hablaban los jueves y domingos en tres horarios, con claves y frecuencias en cambio constante. En febrero de 2010, ‘José’ le hizo entregar 5 armas a Huachaca.
En los meses siguientes, aparte de eludir una incursión de ‘Artemio’, que lo buscó para, probablemente, matarlo, Huachaca llevó a cabo varias acciones contra el personal de la Dirandro y el Corah. En ellas, mató a un civil, a un policía e hirió a cuatro policías más.
Diestro en emboscadas, combate en selva, retiradas rápidas, ¿cómo se capturó a Huachaca?
En el interrogatorio, Huachaca contó que “el 10 de mayo de 2010, […] recibí una comunicación radial del c. ‘José’ quien refirió que iba a recibir el apoyo de tres compañeros […] Transcurrido dos semanas de la última comunicación, el c. ‘José’ se vuelve a comunicar conmigo y me recrimina de ‘infiltrado’ por la ‘caída’ (detención o captura) de los tres compañeros […] la cual se habría producido en la ciudad de Huancayo”.
Otros dos senderistas, (‘Carlos’ y ‘Alberto’), que habrían logrado escapar la captura, le contaron a Huachaca, lo que habría sucedido: “’Carlos’ me informa que los tres compañeros se desplazaban con él y ‘Alberto; y que la policía los había intervenido en el ómnibus en circunstancias que se desplazaban hacia Tingo María, deteniendo la policía a los tres compañeros”.
La realidad fue diferente, según puede averiguar a través de entrevistas con diversas fuentes del Estado. El grupo especial de la Dirandro, la Divinesp, supo del viaje de los cinco senderistas para unirse con Huachaca, y arrestó a todos en Huancayo.
Uno o dos de los detenidos aceptaron colaborar con la Policía. Ya convertidos en agentes, con formas de comunicación establecidas, fueron puestos en libertad y llegaron donde Huachaca, quien no sospechó lo que sucedía.
Con el agente en el lugar, la Divinesp preparó el operativo de captura. Para evitar derramamiento de sangre, los policías entregaron un somnífero potente al agente, para que se lo diera a Huachaca mezclado en una bebida. Apenas este cayera dormido, el agente debería amarrarlo y notificar a la Policía, para que esta llegara a capturarlo.
Así fue, o casi. El 23 de diciembre de 2010, el agente disolvió el somnífero en la bebida de Huachaca, quien pronto cayó dormido. Entonces, el agente amarró y esposó a Huachaca y llamó a la Policía.
Ahí sucedió lo inesperado: Huachaca, aunque aturdido, se despertó, se vio amarrado y solo; entonces, mientras llamaba a su acompañante, que había desaparecido, éste veía, oculto en la espesura, que, ebrio de somnífero, Huachaca se levantaba y, amarrado y todo, empezaba a caminar con dificultad.
SIGUIENDO las instrucciones que le daban sus manejadores , el agente le disparó a la pierna desde la espesura, y le dio en el glúteo. Huachaca cayó, y poco después llegó la patrulla policial, que capturó al líder senderista sin disparar ni un tiro más.
“Yo desperté cuando ya me encontraba amarrado con los grilletes y los cables mellizos, las muñecas de mi mano estaban amarradas hacia mi espalda … estaba boca abajo y en estas circunstancias logré colocarme boca arriba para tratar de desatarme, […] para luego incorporarme de pie […] es así que en esos momentos recibo un disparo […] seguidamente ellos [los policías] incursionan en mi campamento y me reducen, para luego conducirme en un helicóptero”.
Así cayó, pepeado, uno de los senderistas más experimentados del VRAE. No fue la única ocasión en la que los policías de la Divinesp emplearon el pepeo. En la captura de ‘Sergio’, un senderista del grupo de ‘Artemio’, su pareja le administró subrepticiamente el somnífero.
Cada una de esas operaciones requirió un manejo cuidadoso, sutil y audaz de la inteligencia operativa, para lograr, mediante el disimulo, la estratagema y la sincronización precisa, capturas de gran importancia sin costo en vidas.
El resultado de la aplicación consistente de ese método fue la victoria en el Huallaga, contra ‘Artemio’ y contra los senderistas del VRAE. Ese principio es la base posible de las victorias futuras en ese valle.
‘Huachaca’ no llegó a entender cómo había caído. En su campamento, junto con las armas, encontraron un solo libro: ‘El arte de la guerra’, de Sun Tzu. Si hubiera hecho el esfuerzo de leerlo, el gran maestro de la estrategia le habría podido explicar su derrota.