En 2004, diez años antes del inicio del caso Lava Jato, el juez Sergio Moro publicó en la revista jurídica SEJ un artículo de siete páginas que hoy resulta clave para entender el pensamiento estratégico y la visión jurídica del juez que tiene a cargo el más importante caso anti-corrupción en Brasil y Latinoamérica.
“Consideraciones sobre la Operación ‘Mani Pulite’” es el título del ensayo relativamente breve en el que Moro describe con precisión, en sus palabras, “una de las más impresionantes cruzadas judiciales contra la corrupción política y administrativa”, emprendidas por un grupo de magistrados italianos en la última década del siglo pasado.
Descrito por Moro, en su ensayo de 2004, como “un momento extraordinario en la historia judicial contemporánea”, el caso “Mani Pulite” (Manos Limpias) representó, sin duda, un avance revolucionario en la acción judicial anticorrupción en Italia, que reverberó en Europa y el mundo, y que, a decir de Moro, “rediseñó el cuadro político de Italia”. Palabras que, cambiando la fecha y el país, serían adecuadas para describir Lava Jato, Brasil (y pronto Latinoamérica) apenas una docena de años después de publicado el ensayo.
“Tal vez no se encuentre paralelos de una acción judicial con efectos tan incisivos en la vida institucional de un país”, escribió Moro, antes de mencionar las críticas y el contraste estratégico que finalmente sufrió Mani Pulite. Diez sospechosos se suicidaron durante las investigaciones, y, “Silvio Berlusconi, magnate de medios de comunicación y uno de los investigados, hoy ocupa el cargo de primer ministro de Italia” [el 2004].
Sobre todo “por la magnitud de sus efectos, [Mani Pulite] constituye objeto de estudio obligatorio” escribió Moro, “para comprender la corrupción en las democracias contemporáneas y las posibilidades y límites de la acción judicial en relación a ella”.
Visto desde hoy, es evidente que el entonces joven juez federal pensaba sobre todo en Brasil al intentar comprender “las posibilidades y límites de la acción judicial” frente a la “corrupción en las democracias contemporáneas.
Pero a la vez, buena parte de sus conclusiones de entonces son vitalmente actuales en Latinoamérica hoy.
Predicciones
El ensayo del juez Moro sobre Mani Pulite no es solo fascinante por su objeto de estudio sino porque se lee casi como una predicción detallada de la estrategia que él y otros magistrados brasileños adoptarían años después en su propia campaña anti-corrupción, en Lava Jato y los importantes casos precedentes [Banestado, Mensalao, Castillo de Arena, por ejemplo].
«El constante flujo de informaciones mantuvo el interés público y puso a los líderes partidarios a la defensiva».
Veremos a continuación algunas citas y pasajes significativos del ensayo del juez Moro sobre Mani Pulite. Si abstraen el lugar [Italia] y el tiempo [2004], las citas calzan sin esfuerzo, como diagnóstico y descripción, de lo que pasó doce años después con Lava Jato.
¿Qué hizo posible una investigación anti-corrupción tan profunda, masiva e inédita como fue Mani Pulite? Moro señala dos factores principales y concurrentes:
- La “deslegitimación de la clase política propició un ímpetu a las investigaciones de corrupción […] las investigaciones mani pulite minaron la autoridad de los jefes políticos –como Arnaldo Forlani y Bettino Craxi– […] cortando su capacidad de castigar a aquellos que quebraban el pacto de silencio”. […] “El proceso de deslegitimación fue esencial para la propia continuidad de la operación mani pulite”.
Hay que entender, por supuesto, que la deslegitimación no afectó a una clase política legítima sino a una que era medularmente corrupta.
- La “renovación de la magistratura”. La imagen positiva de los jueces ante la opinión pública, [fue] conquistada con duras pérdidas, principalmente en la lucha contra la mafia y el terrorismo: un tipo diferente de juez ingresó a la magistratura [en las décadas de los setenta y ochenta] […] la magistratura ejerció un poder proactivo, en sustitución de un poder político impotente”.
“La independencia judicial, interna y externa, la progresiva deslegitimación de un sistema político corrupto y la mayor legitimación de la magistratura en relación a los políticos profesionales fueron, por tanto, las condiciones que tornaron posible el círculo virtuoso generado por la operación mani pulite”.
La moralidad de la delación
En su ensayo, Moro enfatizó la importancia de la delación premiada –sobre todo cuando estuvo acompañada por el aislamiento de los detenidos– en los éxitos obtenidos por Mani Pulite [como lo fue, en mayor grado, años después, en Lava Jato].
Los “magistrados incentivaban a los investigados a colaborar con la Justicia. La estrategia de investigación adoptada desde el inicio, sometía a los sospechosos a la presión de decidir cuándo confesar, esparciendo la sospecha de que otros ya habían confesado […] El aislamiento en la prisión era necesario para prevenir que los sospechosos supieran de la confesión de otros. De esa manera, los acuerdos del tipo de ‘yo no hablo si tú tampoco hablas’ ya no eran más una posibilidad”.
Moro no solo defiende la utilidad sino la moralidad de la delación. “Un criminal que revela un crimen y la participación de otros […] colabora con la Justicia y la aplicación de las leyes de un país. Si las leyes son justas y democráticas, no hay cómo condenar moralmente la delación; lo condenable en ese caso es el silencio”.
Ante el argumento de la “reducida confiabilidad” de la delación premiada, Moro apunta que no cabe “condenar la delación premiada sino se ha tomado el debido cuidado para obtener la confirmación de los datos revelados por ella por medio de fuentes independientes de prueba”.
Prisión preventiva
Uno de los aspectos más controvertidos en las investigaciones anti-corrupción de Mani Pulite y su obvio heredero, Lava Jato, es el tema de la prisión preventiva. ¿Representó un abuso o no?
En su ensayo, Moro muestra un criterio ya formado sobre el tema y que no varió en el futuro. “La prisión pre-juzgamiento es una forma de destacar la seriedad de un crimen y evidenciar la eficacia de la acción judicial, especialmente en sistemas judiciales morosos. En tanto se presenten estos presupuestos, no hay óbice para someter al investigado a ella”.
En la conferencia que dio en la Universidad Católica este 23 de febrero, trece años después de publicado su ensayo sobre Mani Pulite, Moro fue más preciso: La mayoría de prisiones preventivas se dictan –sostuvo– para proteger las pruebas, evitar la fuga y las prácticas y crímenes de profesionales que podrían poner en riesgo el proceso.
La eficacia de filtrar
La intensa relación, formal e informal, entre los magistrados de mani pulite con el periodismo, fue otra fuente de inspiración para Lava Jato. Como escribió Moro en su ensayo, mani pulite, “para disgusto de los líderes del PSI [partido socialista italiano], que, por cierto, nunca dejaban de manipular a la prensa, la investigación de ‘mani pulite’ filtraba como un colador. […]El constante flujo de informaciones mantuvo el interés público y puso a los líderes partidarios a la defensiva.
Además “la publicidad conferida a las investigaciones tuvo el efecto […] de favorecer nuevas confesiones y colaboraciones. Más importante fue que garantizó el apoyo de la opinión pública a las acciones judiciales, impidiendo que las figuras públicas investigadas obstruyeran el trabajo de los magistrados, como de hecho se trató de hacer”.
Una estrategia virtualmente similar fue la que se usó años después en Lava Jato.
La lección más importante
Así, escribió Moro, “las prisiones [preventivas], las confesiones [premiadas] y la publicidad [periodística] conferida a las informaciones obtenidas generaron un círculo virtuoso, consistiendo en la única explicación posible de la magnitud de los resultados obtenidos por la operación mani pulite”.
Pero, añade Moro, “tal vez la lección más importante de todo el episodio sea la de que la acción judicial contra la corrupción solo se muestra eficaz con el apoyo de la democracia. […] [Asimismo, sin el apoyo de la opinión pública] difícilmente encontrará éxito. Por cierto, la opinión pública favorable también exige que la acción judicial alcance buenos resultados. […] Aparte de ello, la acción judicial no puede sustituir a la democracia en el combate a la corrupción.Es la opinión pública esclarecida la que puede, a través de las instituciones apropiadas, atacar las causas estructurales de la corrupción”.
Luego de examinar la formidable experiencia de la operación Mani Pulite, Sergio Moro contempló cuán aplicable era al Brasil de 2004. “En Brasil” escribió, “se encuentran presente varias de las condiciones institucionales necesarias para la realización de una acción judicial semejante. […] La clase política no goza de gran prestigio con el pueblo […] Por otro lado, la magistratura y el Ministerio Público brasileños gozan de significativa independencia formal frente al poder político”.
Diez años después, esas condiciones se convirtieron en una inédita realidad en Brasil y, después, en una incierta promesa para América Latina.
[Lee aquí «Consideraciones sobre la operación Mani Pulite» de Sergio Fernando Moro]