Hay varias caras de una guerra. Todas crueles, pero muy pocas reveladas. Aquí les mostramos una de ellas: el éxodo de cientos de miles de familias en América Latina que escapan del crimen organizado, de una guerra depredadora por el poder y el negocio ilícito, en los campos y ciudades de México, Guatemala, El Salvador y Colombia. El recorrido nos traslada al infernal “Triángulo Dorado” de México, conformado por las regiones de Sinaloa, Durango y Chihuahua, y gobernado por grupos criminales del narcotráfico en disputa. En medio de cuerpos torturados y acribillados, miles huyen por sobrevivir. En Guatemala, la huída se repite pero en un contexto distinto. En Petén, el departamento guatemalteco más grande que Taiwán, Israel, Bélgica o El Salvador, las enormes extensiones de palma africana tienen también muertos en su superficie. Este lugar es un hervidero de pugnas por el poder entre narcotraficantes como los Zetas, los finqueros y ganaderos, las comunidades q’eqchí’s, los petroleros, el narcotráfico tradicional y familiar, y los dueños de las miles de hectáreas de palma africana. Todos se disputan un espacio que asfixia y mata, donde las comunidades campesinas parecen no tener lugar.
En El Salvador, uno de los países más violentos del mundo, se ha vivido una barbarie tras otra. Hace veinte años, cuando se pensó que comenzaba una etapa de paz al concluir el conflicto armado interno entre el Ejército y la guerrilla, comenzó otra guerra, la de las pandillas. En los suburbios de El Salvador, hay cientos de casas desmanteladas y pobladores que migran de un lugar a otro en medio del silencio y la amenaza. En la frontera entre Colombia y Venezuela, la gente vive una doble tragedia: continúa huyendo masivamente por la vieja guerra y se ve forzada a refugiarse por las bandas criminales que se reproducen como los hongos, mientras los cultivos de coca y el narcotráfico se disparan.
En las historias de horror de estos cuatro países, las cifras de las víctimas desplazadas son subestimadas o no existe siquiera un registro oficial para contarlas.
Son las propias víctimas y los rastros de la violencia en el mismo escenario del crimen que hablan en estos reportajes elaborados como parte de una alianza entre los medios digitales Animal Político de México, Plaza Pública de Guatemala, El Faro de El Salvador y Verdad Abierta de Colombia. El especial fue coordinado por InSight Crime y debido a su enorme importancia es publicado por IDL-Reporteros.
Los Desplazados
Cientos de familias huyen de la Sierra de Sinaloa empujadas por células del narcotráfico que las obligan a trabajar para ellas. Mientras que en Tijuana, las familias de 5 mil empresarios han tenido que migrar a San Diego desde la llegada del narco a la zona. Entretanto, los números son más dramáticos todavía en Ciudad Juárez, en donde se calcula que el éxodo de personas que han tenido que abandonar su zona se aproxima a 200 mil. Esas son las cifras del desplazamiento en México. [ver nota]
Desplazar para no ser desplazados
Petén es el departamento más grande de Guatemala, pero dentro de él no existe espacio para una convivencia en paz y sí para disputarse cada pedazo de territorio. Por un lado, cárteles del narcotráfico como los Zetas buscan una ruta para la droga abriéndose paso a costa del crimen y la violencia; en tanto, las empresas del monocultivo de palma africana engullen vorazmente cada vez mayores extensiones de terrenos para su actividad. Todo aquello redunda en que las poblaciones ya no puedan aspirar a vivir de la tierra y muchos opten por encontrar su suerte en otra parte. [ver nota]
La Nueva Cara del Desplazamiento
El crimen organizado como factor determinante del fenómeno del desplazamiento en América Latina. Algo sobre lo cual las autoridades de gran parte de la región prefieren obviar y evitar registrar su magnitud. InSight Crime, en asociación con otros medios digitales, realiza una investigación a profundidad al respecto. [ver nota]
La legión de los desplazados
Cientos de casas abandonadas son el testimonio silencioso del desplazamiento forzado de familias enteras que escaparon de barrios tomados por las pandillas Mara Salvatrucha o Barrio 18. [ver nota]
La Estampida del Miedo
Aunque ya no son las masas de hace una década, aún demasiados colombianos que habitan en los límites entre Colombia y Venezuela se están viendo forzados a huir de sus hogares para escapar de la violencia del viejo conflicto armado y de nuevas mafias criminales. [ver nota]