El viernes 29 de enero pasado, el Hospital II Vitarte estuvo a punto de perder a todos sus pacientes con Covid-19 internados en la unidad de cuidados intensivos. Alrededor de las 10 y 30 de la noche, el intensivista Juan Barrios, jefe de la UCI, recibió una llamada. “Doctor, se va a acabar el oxígeno y no sabemos qué hacer con los pacientes de ventilación mecánica”, le dijeron desde el hospital.
La empresa Praxair, que debía suministrar oxígeno al hospital, comunicó que se encontraba desbordada por la demanda de oxígeno y que no podía abastecerlo sino hasta dentro de tres días.
Entonces había 40 pacientes en el área de hospitalización y otros siete pacientes con Covid-19 en cuidados intensivos que, en pocas horas, terminarían de consumir los últimos litros de oxígeno. Para estos casos, el hospital tiene como contingencia un generador de oxígeno. El problema es que solo produce entre 200 y 250 litros por minuto, muy por debajo de los mil 100 litros por minuto que se requieren.
Barrios, con 15 años de trabajo continuo en áreas críticas del hospital, temió una tragedia. Su preocupación se concentró en los siete pacientes críticos conectados a ventilación mecánica. Había que trasladarlos hasta el otro extremo del edificio e incluso subir por el ascensor, pues debían ser instalados en los cuartos a los que llegaba el oxígeno del generador.
Cinco pacientes estaban intubados con ventiladores de alta gama y dos con respiradores mecánicos llamados MASI, producidos durante la pandemia por ingenieros e investigadores de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Todos los pacientes fueron trasladados con rapidez al otro espacio y los ventiladores fueron conectados a la red del oxígeno producido por el generador. Minutos después los ventiladores comerciales comenzaron a emitir un sonido parecido a un chillido. Era el aviso de que la presión de oxígeno era insuficiente para dar soporte respiratorio a los pacientes. El generador estaba al límite.
“Empezaron a sonar las alarmas de todos los ventiladores comerciales, marcaban ‘baja presión de oxígeno’. El ventilador ya no generaba bien, si el paciente estaba saturando 95 empezó a bajar a 80, 82”, relató Barrios a IDL-R. En cambio, dijo Barrios, los dos pacientes conectados al ventilador MASI no presentaban ningún problema y a pesar del poco oxígeno del generador, el equipo entregaba los valores adecuados de inspiración para asistir a los pacientes.
“Los MASI no sonaban… y nosotros nos veíamos diciendo ‘¿qué? esto no puede ser’. Y daban lo que nosotros buscábamos, 60% de FIO [fracción inspirada de oxígeno] con solo 4 o 3 litros [de oxígeno]. Mientras que con los comerciales para que te de 60% se consume 10, 12 o 15 litros […] sin duda es un equipo ahorrador”, indicó Barrios.
En ese momento, la decisión de los médicos fue unánime: reemplazar los ventiladores de alta gama por los MASI. Durante los días siguientes los pacientes respiraron a través de estos ventiladores.
Desde entonces, los ventiladores MASI son usados en primera línea en el manejo de pacientes con Covid-19 en el hospital Hospital II Vitarte. Estos dispositivos no solo probaron que pueden salvar vidas en medio de la emergencia sino que pueden hacerlo usando aproximadamente 40% menos oxígeno que los equipos de alta gama. Según Barrios, los ventiladores hechos en el Perú han sostenido a pacientes en ventilación mecánica hasta por 17 días.
De acuerdo con Barrios, el contar con los respiradores MASI ha sido crucial para salvar vidas en su hospital, puesto que en febrero la empresa Praxair suministró menos oxígeno de lo acordado o con 2 o 3 días de retraso. En estos casos no solo usaron el generador, sino que se vieron obligados a buscar proveedores de emergencia e incluso pedir a los familiares de los pacientes que traigan su propio balón de oxígeno.
Entrevistado por IDL-R, Bejamín Castañeda, ingeniero y coordinador del proyecto MASI, indicó que al igual que en el hospital de Vitarte, en el Hospital Octavio Mongrut Muñoz también se han desconectado a pacientes con Covid-19 del ventilador MASI, tras su recuperación.
El 29 de diciembre pasado, 275 ventiladores mecánicos MASI fueron distribuidos en hospitales públicos, tras la firma de un convenio de donación entre el Ministerio de Salud y la PUCP. Sin embargo, fuentes médicas indicaron a IDL-R que en la mayoría de los hospitales del Minsa no los usan o los reservan solo para casos de emergencia, como ocurre en el hospital Dos de Mayo.
Jesús Valverde, presidente de la Sociedad Peruana de Medicina Intensiva y médico en la UCI del Hospital Dos de Mayo, indicó que hay 5 MASI como back up que hasta ahora no han sido utilizados en su unidad, y otros 10 distribuidos en el área de Emergencias y Neumología que han dado soporte respiratorio a pacientes Covid-19 en un par de ocasiones.
Para Valverde estos equipos son útiles pero en una segunda línea de atención. “Es un ventilador con parámetros básicos que tiene lo esencial para manejar un paciente promedio (…) la tecnología de los ventiladores convencionales son computadoras sofisticadas, el ventilador se adapta al paciente, es una ventilación inteligente. En cambio los MASI son un sistema mecánico, se hace la programación manual y el sistema presiona una bolsa de resucitación. La diferencia es abismal”, señaló Valverde.
Sin duda, la diferencia entre un ventilador de alta gama y un MASI es sustantiva. Un ventilador comercial puede tener hasta 10 modos de ventilación, el MASI concentró el desarrollo solo en tres modos: por control de volumen, por presión, y por soporte continuo. Los dos primeros se encargan completamente de la respiración del paciente, dando la opción a los médicos de regular la fuerza, cantidad y concentración del flujo de oxígeno hacia los pulmones. La última modalidad sirve cuando el paciente comienza a reaccionar y el ventilador completa la respiración.
El costo de fabricación de los equipos de la PUCP es de 5 mil dólares, tres veces menos que los ventiladores chinos comprados en la gestión anterior y que en algunos casos terminaron inoperativos.
De acuerdo con Esteban Lino, uno de los ingenieros encargado de las capacitaciones en el uso del MASI, el equipo tiene limitaciones porque fue producido con el objetivo de dotar de ventiladores de bajo costo y fácil producción que sirvan exclusivamente cuando no haya otra opción. “La principal limitante [del equipo] es para personas que son muy pesadas, obesas, que por ende necesitan gran volumen de oxígeno, los ventiladores de alta gama pueden llegar a dar hasta 1200 cmH2O y el MASI hasta 800. (…) No proponemos que estos suplanten a uno de alta gama, nuestro propósito es que si se acaban esos ventiladores puedan tener una respuesta de emergencia”, sostuvo Lino.
Benjamín Castañeda, el coordinador del proyecto, indicó que estos ventiladores son para uso de emergencia en casos de gran necesidad. Sin embargo, el convenio firmado con el Minsa establece que la distribución de la donación “sea exclusivamente dentro de la ciudad de Lima” cuando el porcentaje de letalidad es mayor en regiones como Ica o Lambayeque (5% aproximadamente) donde no llegan a tener ni 70 camas UCI. Lima Metropolitana por otro lado, con 3.6 % de letalidad, tiene 955 camas UCI.
¿Cuál fue el criterio para repartir esta donación de emergencia?
“Nosotros le habíamos pedido al Minsa que si se necesitaba ir a provincia [a entregar estos equipos] que ellos corran con los gastos de transporte pero no lo aceptaron, por eso todo el convenio es solo con Lima Metropolitana”, dijo Castañeda. IDL-R buscó los comentarios del Minsa, pero hasta el cierre de este reportaje no hubo respuesta.
Junto con estos dispositivos hechos por la PUCP, la Marina de Guerra del Perú con el financiamiento de la Confiep, también logró –previa autorización de Digemid– fabricar y donar, entre julio y noviembre del año pasado, 95 ventiladores mecánicos llamados SAMAY al Minsa.
Patricia Gutiérrez, jefa del departamento de Emergencias y Cuidados Críticos del Hospital Daniel Alcides Carrión, recibió ocho ventiladores SAMAY a inicios de este año. Su hospital mantiene deudas atrasadas con sus proveedores, por eso no han podido reparar los ventiladores mecánicos malogrados y tampoco mejorar la infraestructura de su UCI.
Por lo que la donación de los respiradores ha sido vital para atender a pacientes críticos. Actualmente hay dos SAMAY en uso en la Unidad de Cuidados Intermedios y, con la compra de compresores de aire –que está en curso– planean instalar dos respiradores más en esa área. Otros cuatro irán al área de emergencias, donde llegan los pacientes de mayor riesgo de falla respiratoria.
“Estos ventiladores pueden ofrecer ventilación a presión positiva y es de gran ayuda para pacientes que requieren ventilación asistida pero con pulmones sanos, no me sirve para las lesiones con pacientes con Covid […] podría yo crearle más problemas, como barotraumas. Sin embargo estos SAMAY tienen la particularidad de un botoncito que me sirve como sistema de alto flujo […] es una alternativa con mejor respuesta que los dispositivos convencionales, como las máscaras de Venturi o las de reservorio. […] Optimiza mucho mejor la entrega de oxígeno que una máscara de reservorio y me permite una mejor gestión de camas críticas”, indicó Gutiérrez.
La misma función cumplen en el Hospital Centro Médico Naval, donde recibieron 10 de estos ventiladores en agosto del año pasado. Seis se instalaron en el área de Contingencia Covid-19 y cuatro en salas de pacientes positivos críticos. Más de 80 personas han recibido el tratamiento de oxígeno de alto flujo con los ventiladores producidos por la Marina.“Este tratamiento ha sido un éxito. Son unas cánulas binasales que envían hasta 100% de FIO y 70% de flujo de aire […] las máquinas nos ayudan a evitar la intubación o sostener a los pacientes hasta que se libere una cama UCI”, explicó el médico neumólogo Miguel Gonzáles.
Con este primer tratamiento, enfermos que estaban destinados a una cama UCI lograron estabilizarse y recuperarse sin llegar a estar intubados.
Si bien el sistema de alto flujo de los SAMAY, en comparación con los equipos comerciales, no usa pantallas táctiles o gráficas de alta definición, el desempeño clínico es el mismo. “Los otros podrán ser más prácticos en términos estéticos, pero la capacidad es muy parecida, pueden cumplir la misma función”, dijo Gonzáles.
La producción por unidad de los SAMAY está entre los 17 y 19 mil soles, un precio muy por debajo del mercado de ventiladores volumétricos que puede llegar a ser de 50 mil dólares.
Los equipos de la PUCP y la Marina no solo han salvado vidas, sino que lo han hecho en los momentos más críticos de la pandemia cuando los médicos no tenían los equipos suficientes o cuando los adquiridos por el Gobierno se malograron.
A pesar de esto, ninguna entidad pública o privada ha solicitado a La Marina seguir con el proyecto por lo que hasta el momento no se ha planificado aumentar la producción de ventiladores SAMAY. La PUCP, a su turno, mantiene 50 equipos entregados bajo control y observación como parte del examen clínico requerido para que su ventilador cuente con registro sanitario y pueda ser usado incluso luego de la pandemia.
Ventiladores fallidosEn febrero, IDL-R reveló las deficiencias que presentaron en Lima y regiones los ventiladores mecánicos marca Northern Meditec Limited, el principal modelo de respiradores comprados durante la gestión de Martín Vizcarra a través de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios. Por 450 de estos equipos se pagó 11 millones 227 mil 500 dólares a la empresa IQ Medical Services. Las fallas dejaron ventiladores inoperativos en pocas semanas, como en el Hospital de Huacho (3), Hospital de Cusco (3), Hospital Honorio Delgado (1) y Hospital María Auxiliadora (2) -hasta que fueron arreglados por la compañía. En el caso del Hospital Cayetano Heredia, 18 ventiladores estuvieron parados durante meses sin que las autoridades ni siquiera los tengan en sus reportes. Pero hay más casos. Luego de la publicación, médicos de Áncash y Huánuco denunciaron a IDL-R que también recibieron ventiladores de ese lote con fallas que los dejaron fuera de servicio. Áncash, con más de 55 mil casos detectados, solo tiene 2 camas UCI disponibles y Huánuco, con casi 28 mil casos, no le queda ni una cama. Ninguna de estas regiones puede darse el lujo de tener respiradores comiendo polvo. El Hospital Víctor Ramos Guardia, de Huaraz, recibió cinco de estos ventiladores chinos Northern Meditec Limited en julio, dos de ellos llegaron –según uno de los médicos del hospital– con “las celdas de oxígeno con fechas de vencimiento pasadas”. Por esta razón, los ventiladores estuvieron sin uso durante un mes hasta que fueron reparados. Un tercer ventilador de este mismo lote presentó problemas en las válvulas espiratorias. Al cierre de este artículo su reparación recién fue programada.
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Del mismo modo, el Hospital de Tingo María de Huánuco tiene tres ventiladores Northern Meditec Limited fuera de servicio.
A inicios de este año los probaron antes de ponerlos en uso, “pero para que diera un volumen adecuado de aire, tenía que pedirle al ventilador que diera presiones muy altas a las que se usan normalmente (…) subir demasiado la presión de inspiración daña al pulmón. Por eso se dio por conveniente no usarlos, por el temor a que perjudique al paciente”, cuenta una de las médicos que probó los equipos en un pulmón artificial.
La intención del hospital era mejorar la infraestructura, contratar personal y ampliar la capacidad de camas UCI de 9 a 12 pero luego de evaluar los ventiladores el plan naufragó.
La historia se repite también en el Hospital Almenara de Lima. La oficina de prensa de Essalud confirmó que en junio llegaron 16 ventiladores Northern Meditec Limited transferidos del ministerio de Salud. Debido a la crisis del momento, los ventiladores fueron utilizados de inmediato sin la evaluación técnica habitual.
De los 16 ventiladores, 9 se encuentran inoperativos. Presentan fallas principalmente “en el sensor de oxígeno, sensor de flujo y tarjetas electrónicas”, indicaron. Los equipos han sido evaluados por Bioingeniería de Cuidados Críticos e Ingeniería Hospitalaria y han solicitado “el servicio técnico del proveedor, sin respuesta a la fecha”, informaron a esta publicación.
Según pudo conocer IDL-R, la Procuraduría Pública Especializada en Delitos de Corrupción ha requerido información a las entidades sobre este caso para evaluar una investigación penal.