Con los años, uno se acostumbra a esperarlas: las indignaciones postizas de hipócritas frente a hechos revelados en los que su conducta contradice lo que quieren aparentar o representar.
Lo viví varias veces en diversos años y etapas, aquí y en Panamá. Con el tiempo fue posible preverlo con aceptable exactitud. Y ahora tenemos un caso más.
En la nota “Cómo se negoció el acuerdo”, publicada en IDL-R este 16 de febrero, Romina Mella y yo, coautores de la nota, mencionamos algunos casos de conflictos de interés en críticos notorios del Acuerdo de colaboración con Odebrecht, que tuvieron en el pasado una relación económica con la compañía, o quisieron tenerla.
La reacción de dos de ellos, Manuel Romero y Fernando Rospigliosi, fue furiosa.
Ambos acusaron a IDL-R de mentir.
Veamos si es verdad o no. Primero en el caso de Romero:
En la nota, Romina Mella y yo escribimos que:
“Manuel Romero Caro fue dueño del diario Gestión, hasta venderlo a El Comercio. Ahora tiene ahí una columna en la que escribe con frecuencia duras críticas contra Odebrecht. Uno reciente: “Cuestionamientos al acuerdo con Odebrecht”, abunda en argumentos como el siguiente:
“Negociación. No comparto la “negociación” llevada a cabo con Odb por los representantes de la Procuraduría y de la Fiscalía. Desde hace años se sabe de los sobornos solo en los 4 proyectos escogidos por Odb . Además de la impunidad para sus ex directivos ; se le ha permitido seguir operando en el país ; se les ha aceptado una reparación pequeña; se le habría exonerado de incluir la venta de Chaglla en lo dispuesto por la Ley 30737 ; se les ha otorgado un blindaje de medidas cautelares (bloqueos, embargos,etc) . Y a cambio de todo lo anterior ,¿en qué aspectos importantes ha cedido Odebrecht a cambio de las numerosas concesiones recibidas, fuera de la información referida a solo el 6.25% de sus obras en Perú?”.
Al finalizar lo citado, Romero se preguntaba:“¿Desde hace años se sabe de los sobornos solo en los 4 proyectos escogidos por Odb?”
Era una buena pregunta porque, como escribimos, “…hace relativamente pocos años, en 2012 (uno de los años en los que el sector de operaciones estructuradas funcionó en forma casi descontrolada), Romero Caro fue contratado por Odebrecht para trabajar para ellos en algo así como una “estrategia de imagen” y relaciones públicas para el Proyecto Kuntur. El pago parece haber sido digno de un gasoducto.
¿Qué le pasó en el trabajo con la empresa bandolera que lo lleva a hacerle ahora la guerra a la empresa arrepentida? Tiene el derecho de hacerlo, pero un principio básico en periodismo es informar al público sobre conflictos de intereses y cualquier otro condicionante de opinión. Especialmente cuando trabajó para una compañía que se encontraba en una frenética etapa de expansión de sobornos, poco antes de su caída”.
Tal como se debe hacer, contactamos a Romero para consignar su respuesta. “… Romero Caro reconoció haber tenido “…esta consultoría [que] debe haber terminado en julio o agosto de 2012”. Sostuvo haber hecho un ‘disclaimer’ “… la primera vez que saqué un artículo en 2014 sobre Odebrecht … indiqué que había tenido una consultoría para el proyecto Kuntur”. Remitió copia de una publicación con una nota a pie de página en la que admite haber efectuado una consultoría a Kuntur en 2012. En realidad, fue contratado por Odebrecht para prestar varios servicios a Kuntur a lo largo de cuatro meses.
El miércoles 20, Romero Caro publicó un artículo en Gestión titulado: “IDL Reporteros: sus falsedades”.
¿Cuáles eran? Según él, haber afirmado que fue “contratado por Odebrecht para trabajar para ellos en algo así como una estrategia de imagen y relaciones públicas para el Proyecto Kuntur”.
Eso era falso, sostuvo Romero: “… el sábado 16 le manifesté a [Romina] Mella que a solicitud de Kuntur sí había efectuado una consultoría, pero no era sobre lo que afirmaba, sino básicamente sobre planeamiento estratégico del proyecto […] [Mella] persistió en que la asesoría era de relaciones públicas, sin exhibir prueba alguna”.
Exhibamos pruebas, entonces.
Primero, el encabezamiento del contrato:
Como se ve, el contrato se hizo específicamente con Odebrecht.
Ahora, veamos el objetivo del contrato.
Sí. Leyeron bien. Un “Plan Estratégico de Imagen”, que incluía “objetivos de imagen y reputación corporativa […] Identificación de claves estratégicas de comunicación”.
Además, todos los otros objetivos siguientes:
¿Qué debía entregar al término de sus esfuerzos de construcción de imagen y actividades de relaciones públicas?
¿Cuánto duraba el contrato?
Cuatro meses y medio. ¿Cuánto contrataron pagarle por ello?
Así es: 80 mil dólares por los servicios de imagen y relaciones públicas plasmados en una “estrategia” a lo largo de cuatro meses y medio. ¿Le pagaron? Claro que le pagaron.
El contrato fue firmado por las siguientes personas:
Y a propósito de la fecha, Romero se refiere al comentario de la nota de IDL-R, que 2012 fue “uno de los años en los que el sector de operaciones estructuradas funcionó en forma casi descontrolada” para intentar rebatirlo argumentando:
“Como si alguien en 2012 hubiese sabido de la existencia del área de operaciones estructuradas de Odb!!”.
No se necesitaba saberlo para percibir que había una enorme corrupción en los negocios de Odebrecht. Varios meses antes de que él firme contrato con esa compañía, IDL-Reporteros publicó, el 26 de agosto de 2011, su primera nota investigativa sobre el tema: “Las cuentas con levadura de Odebrecht”, que describió claramente los síntomas de la corrupción que ahora se conoce en detalle.
No es que no supieran o sospecharan: no querían saber.
Pero el punto débil del cinismo desvergonzado es la confrontación con la verdad.
Ni aprecio ni respeto
Hay gente en los sectores democráticos que todavía mira con tolerancia a Rospigliosi o decide no intentar comprender qué le ha pasado. Yo no soy uno de ellos. Entiendo y admiro a quienes afrontaron cambios profundos de pensamiento e ideología, movidos por el rigor intelectual y la solidez ética. Sidney Hook, George Orwell, Arthur Koestler son algunos de ellos. Puedo apreciar, como aprecio, la inteligencia de renegados como Eudocio Ravines. Pero aún entre renegados (a diferencia de los herejes, en la comparación de Isaac Deutscher) hay categorías. Y la de Rospigliosi no merece aprecio ni respeto.
Lo digo como un caveat, para que se sepa lo que pienso, antes de añadir que como periodista hago todo esfuerzo posible para que el concepto que tengo de esa o de otras personas no afecte el análisis riguroso de los hechos en las investigaciones que realizo. Lo que viene, añado, no es una investigación pero sí una respuesta basada en hechos.
En la misma nota en la que Romero Caro fue mencionado, escribimos, con Romina Mella, que Rospigliosi, uno de los críticos más duros del acuerdo firmado con Odebrecht, incluso mediante el empleo de patentes falsedades como argumentos, “buscó contratar con Odebrecht en una de las épocas en las que el departamento de operaciones estructuradas de la compañía coimeaba con mayor intensidad”.
En efecto, la nota informó que “el 31 de enero de 2009, Rospigliosi presentó una propuesta a Odebrecht, entonces contratista de Kuntur para ofrecer servicios de inteligencia social en las zonas donde pasaría el gasoducto de Kuntur. Lo hizo a nombre de la consultora Capital Humano y Social con la que estuvo vinculado hasta 2017. […] Ofrecía cuatro estudios provinciales, a 18 mil 700 dólares cada uno (más IGV, por supuesto), a entregarse en 45 días”.
Añadimos que aunque no quedaba claro si fue contratado o no “Lo cierto es que ofreció personalmente sus servicios a la entonces prósperamente corrupta compañía”. En el siguiente párrafo constaba la declaración de Ricardo Valdés, encargado actual de CHS, quien sostuvo que la compañía “no ha trabajado para Odebrecht”.
La respuesta de Rospigliosi fue la siguiente:
A ver quién miente. Primero: ¿CHS era una empresa a la que Rospigliosi ‘hacía consultorías’ o fue la empresa en la que tuvo oficina durante años al lado de alguno de sus hoy más dilectos enemigos? ¿Y, haya sido consultor cama adentro o cama afuera, ofreció o no ofreció a Odebrecht la consultoría descrita?
Él dice que envió la propuesta. No: La presentó. A través del siguiente correo electrónico.
Poco después, de acuerdo con fuentes bien informadas, Rospigliosi visitó las oficinas de Odebrecht donde fue recibido por dos ejecutivos a quienes expuso su “propu’.
¿Quiso o no quiso lograr un contrato para dar servicios de inteligencia social a Odebrecht? ¿Quién miente?
Acusar a los demás de lo que él hace es un método propio de su entorno y misión actuales, que se expresa con elocuente claridad en esta foto.
Igual que Romero, Rospigliosi sostiene que “…Y [Gorriti] falsifica la realidad cuando dice que ofrecí los servicios de CHS S.A. a una empresa corrupta, ¡Cómo si yo o alguien conociera en enero de 2009 lo que hacía Odebrecht en el Perú!”.
Había que ser tonto, o hacerse el tonto, para no sospecharlo. Ya en 2005 la vicecontralora de la República, Rosa Urbina, había planteado serias objeciones a la firma del contrato IIRSA Sur al anotar los procesos judiciales que tenían Odebrecht, Graña y Montero y Queiroz Galvao contra el Estado”. (Oficio 262-2005-GC/BC. 3 de agosto de 2005).
La parte más grotesca es cuando intenta identificar acusatoriamente, las fuentes de IDL-R:
Hay que ser sinvergüenza para escribir eso, ¿verdad? Él, que fue a ofrecerle inteligencia social a una compañía entonces medularmente corrupta; él, que trabaja ahora con Alan García, el amigo cercano de Jorge Barata, el que le dio los contratos más suculentos a la entonces hiper-corrupta Odebrecht; él intenta esgrimir como acusación una posible relación de fuente con una compañía que se encuentra ahora en profundo proceso de reforma y que hoy colabora plenamente en la tarea de identificar la corrupción y los corruptos?
Le responderé claro y al punto. Tengo muchas fuentes. Jamás comento, discuto, afirmo, niego o insinúo nada sobre su identidad. Con nadie. Y menos con un bribón.