Aunque no sea fácil encontrar en nuestra historia a Congresos con alta aprobación ciudadana, el actual se ubica, con la proa hacia abajo, en los subsótanos del rechazo popular.
Por eso resulta provocativa la idea del autor de esta nota, de mejorar la calidad de la representación aumentando el número de congresistas. Se esté de acuerdo o en desacuerdo con la propuesta, el valor de las ideas inesperadas y disruptivas es su estímulo al pensamiento innovador. Esa es la razón por la que la publica IDL-R.
El autor de la nota es administrador de la Universidad de Lima. Realizó su tesis de maestría en la Universidad Católica del Perú sobre el comportamiento de los parlamentarios frente a reformas de financiamiento político (N. de R.).
La desaprobación del actual Parlamento, aunque mucho más dramática que antes, no es novedad en nuestro sistema político. El comportamiento de los congresistas impacta negativamente en la percepción ciudadana del Congreso; pero un factor adicional de descontento podría ser consecuencia de las distorsiones en cómo está estructurada la representación.
Sucede que la distribución actual de escaños no está determinada de manera proporcional según el tamaño de cada jurisdicción. Un 63% de las circunscripciones está sobrerrepresentada y un 45% de la población electoral está siendo subrepresentada (cuadro 1).
Esto significa que del 100% del padrón de electores hábiles, solamente el 41.8% logró que su votación consiga representación parlamentaria. En otras palabras, la composición del Congreso actual refleja la voluntad de solo 4 de cada 10 electores. Esto ocurre por tres factores: ausentismo (29.9%), votos blancos y nulos (19.2%) y votos que no lograron asignar escaños (9.1%).
¿Qué hacer? La hipótesis que planteo es que la subrepresentación tiene su origen en el tamaño del Congreso. Es decir, que no hay suficientes congresistas. Si bien un aumento en el número de legisladores es hoy por hoy una idea bastante impopular, sostengo que para evitar distorsiones la cantidad de escaños debería ser proporcional al tamaño de su electorado.
¿Estamos subrepresentados?
Si se aplicara al Perú la fórmula que hacen los autores Montero y Riera en su “Informe (del 2008) sobre la reforma del sistema electoral (español)” de la “ley de la raíz cúbica” sobre el tamaño que debe tener un Parlamento en relación con la población, ello significaría contar, por lo menos, con 290 congresistas. El argumento a favor de ese aumento es que ello mejoraría los canales de comunicación entre representantes y electores, además de evitar distorsiones.
Aumentar el tamaño del Congreso
Revisando los resultados electorales de las últimas elecciones, hicimos la simulación de cómo variaría la composición del Parlamento actual con un modelo de 290 representantes, con escaños asignados proporcionalmente en cada circunscripción y manteniendo el resto de variables constantes.
Con ese modelo, asignamos escaños de manera proporcional haciendo ajustes excepcionales en cuatro circunscripciones con 1 ó 2 representantes. De esa manera, se garantizaría que todos los votos tengan el mismo peso electoral.
Más grande, ¿más representativo?
La simulación nos mostró que, por ejemplo, organizaciones políticas como APP, Fuerza Popular y Perú Libre disminuirían su porcentaje de participación en el Congreso en un -7.4%, -15.9% y -27.3% respectivamente. El resto de organizaciones políticas aumentaría su participación, salvo Renovación Popular que mantendría su tamaño original (cuadro 2).
La participación de cada una de las organizaciones políticas se acercaría más a la voluntad popular, obteniendo una menor desviación entre el porcentaje de votación obtenida y el de curules asignadas a cada partido.
Comparativo Congreso de 130 vs. 290
También observamos que la “participación nueva” termina siendo mucho más cercana a la voluntad electoral. Es decir, a mayor cantidad de escaños la representación electoral resulta ser mucho más similar a la votación. Al mismo tiempo, se reducen las distorsiones de un Congreso pequeño. Partidos sobrerrepresentados como Perú Libre y Fuerza Popular verían disminuída su participación significativamente, mientras que el resto de partidos la aumentaría, acercándose a su votación respectiva (cuadro 3). Con este modelo, se habría mitigado la distorsión que obtuvo Fuerza Popular en el 2016.
Votación, peso en el Congreso y peso simulado
Con un Congreso de mayor tamaño, el peso de la oposición hubiera sido mayor al obtenido en 2021. En la otra orilla, si desagregamos la composición del bloque oficialista inicial, Perú Libre (PL) y Juntos por el Perú (JPP), observamos que el peso que de JPP variaría (12% original vs 29% simulado) frente al de PL en el parlamento simulado.
Propongo desmitificar la idea de que un Parlamento más grande termina siendo un problema mayor. El Congreso, para tener una representación sin distorsiones, debe contar con la cantidad de congresistas necesarios.
Un tamaño adecuado del Congreso permite una representación proporcional de la intención electoral y elimina distorsiones. Las reformas electorales deberían ir en esa dirección.
El aumento en el número de congresistas no debería significar un mayor gasto. Una reforma adecuada debería reducir la exorbitante cantidad de empleados –se calcula 23– por cada congresista.
Si bien está claro que ningún cambio de reglas de juego significa una solución automática y menos una varita mágica, establecerlas con claridad sí ayuda a conseguir el objetivo planteado y permite aspirar a un mejor resultado en el mediano y largo plazo. Es lógico que esta, como toda reforma seria y bien pensada, necesitará de personas e instituciones comprometidas en sostenerlas y mejorarlas en el tiempo.