La mañana del miércoles lucía engañosamente soledosa, con ese clima revesero de los inviernos tardíos, que encona gripes, agita alergias, aflora secreciones.
Y, tal cual, afloró otra vez frente a la puerta de IDL [donde funciona la redacción de IDL-Reporteros] un grupúsculo de La Pestilencia (quieren llamarse La Resistencia, pero de la P no pasan) en manifestación hostil. Volvieron, como la vez anterior, con el muñecón, los megáfonos y su colección de ambulantes anormalidades.
¿Hay algo más aburrido que una congregación de orates repitiendo demencias por megáfono; atacando la razón a punta de decibeles? No muchas. Dentro de IDL la reacción general fue la de una moderada exasperación primero que pronto devino en ironía y también desprecio.
Hubo, por cierto, que identificarlos. Eran pocos, así que no fue difícil. Aquí tienen a algunos de ellos, la mayoría reincidentes.




Algunas personas en IDL hicieron sonar las bocinas de los autos aparcados en el local, que neutralizaron la contaminación sonora de los megáfonos. Muy poco después, llegó la Policía y con ello La Pestilencia inició su dispersión. Un grupo decidió terminar el patético evento atacando las notas del Himno Nacional. Lograron terminar el coro, pero se extraviaron en el comienzo de la estrofa y pasaron del balbuceo embarazoso al silencio antes de abandonar el lugar en tres taxis, a los que tocó el involuntario papel de transporte sanitario.
Por ridículo y penoso que sea, el hostigamiento físico, aparejado con la difamación sistemática constituye un delito. IDL ha presentado ya querellas contra los principales difamadores y continuará individualizando delincuentes y sus fechorías para hacerlos responder ante la justicia.
No se trata del ejercicio de la libre opinión, por repugnante que sea, sino del uso planeado de la difamación y el hostigamiento en forma organizada, alentada y dirigida por personajes con poder y autoridad.
Como Rosa Bartra, por ejemplo, que antes negó sus vínculos con ese grupo, pero a quien se puede ver en estos vídeos instándolos a “tomar la calle” y recibiendo luego el homenaje enardecido de una de las más fanáticas integrantes de La Pestilencia, seguramente relajada antes del acto en alguna de las peluquerías de Olaechea.