El 10 de agosto de 2013, El Comercio publicó un editorial titulado “Petro-Perú: la historia sin fin” en el que criticaba ácida y despectivamente a Petro-Perú y al hoy ex-ministro de Energía y Minas, Jorge Merino, por afirmar que la modernización de la refinería de Talara se iba a realizar “sí o sí”.
Para el diario, Merino no tenía idea de “los flujos [financieros] actuales de Petro-Perú” o era un despilfarrador del dinero de los peruanos.
El entonces ministro Merino argumentaba que la modernización de la refinería de Talara, de la empresa estatal Petro-Perú, era un proceso indispensable para el país.
El Comercio se las arregló para descalificar en dos párrafos tanto a Merino, a su proyecto “sí o sí” como a Petro-Perú. Para el diario, Petro-Perú simplemente no merecía existir.
“Fue un error haber suspendido en los 90 la privatización de Petro-Perú” afirmó el editorial con un toque de nostalgia por aquellos tiempos. ¿Podía retomarse, quizá? “…No parece viable retomarlo, aunque habrá que seguir insistiendo, pues Petro-Perú no tiene para existir más razones que las ideológicas”, sentenció El Comercio.
El editorial no dejó lugar a dudas sobre el descalificador desprecio que sentía por Petro-Perú. Esta, de empresa solo tenía el nombre, y era más bien un parásito con el que cargaba el Perú. ¿Ponerla a cargo de modernizar la refinería de Talara? ¿Con utilidades “el año pasado de US$23 millones”? Solo a Merino y a la directivos de Petro-Perú, afectados por una “megalomanía empresarial” y por “el sentido de irresponsabilidad que les da el saber que al final del día tienen detrás de ellos un bolsillo más bien ilimitado (el del fisco)”, se les podía ocurrir semejante cosa.
Si no era posible privatizar a Petro-Perú, ¿cuál era la salida? Pues irla privatizando todo lo que se pueda. Introducir “todos los incentivos privados posibles […] De esa forma se lograría contrarrestar –al menos en alguna medida– la principal debilidad de las empresas estatales: la ausencia de un dueño de carne y hueso”.
Ese fue el tono y el contenido del editorial del 10 de agosto.
Apenas cuatro meses después, el 9 de diciembre, El Comercio publicó un editorial que aplaudía y celebraba lo que en agosto atacó con corrosivo desprecio. “Talara: lo bueno y lo malo”, fue el título; pero luego de haber proclamado en agosto que para el diario todo era malo en cuanto a la gestión de Petro-Perú, especialmente en lo que tuviera que ver con la modernización de la refinería de Talara, lo sorprendente era que hubieran encontrado algo bueno.
Y el editorial encontraba que no había una sino “varias cosas” buenas. La decisión del Consejo de Ministros de aprobar el proyecto de ley que declaraba de necesidad pública y de interés nacional, la ejecución de la modernización de la refinería, llevaba a El Comercio a responderse la siguiente pregunta retórica: “¿Qué es lo bueno de esta decisión? Pues varias cosas”.
Las “varias cosas” eran básicamente tres: modernizar Petro-Perú a la par de Talara abriendo la “participación privada hasta llegar al 49% del accionariado y listar dichas acciones en bolsa”. Eso, “sería una estupenda noticia”.
Las otras dos, casi tan “estupendas”, noticias, eran que Petro-Perú “no podría asumir nuevos riesgos mientras siga invirtiendo en Talara”; y que, “otra novedad muy positiva”, llevar a cabo la modernización permitiría “adecuar la operación de la refinería a estándares ambientales mucho más estrictos”. Lo cual, hay que añadir, nada tenía de novedad.
Lo “malo” era una repetición abreviada y comedida de la usual dogmática privatista: que Petro-Perú “arriesga innecesariamente recursos de todos”; que el Estado apoyaría la modernización de la refinería “con una garantía soberana de hasta US$ 1.000 millones […] esto quiere decir que si el negocio sale mal […] las pérdidas las asumiremos los contribuyentes”.
Pese a sus reservas, el editorial terminaba afirmando que “hay que reconocer que, en lo que respecta a Talara, el peor escenario hubiese sido permanecer en la situación de indefinición de decisiones en la que se encontraba la refinería hace ya mucho tiempo”.
¿Qué pasó en esos cuatro meses que llevó a El Comercio del lenguaje de descalificación incondicional al del aplauso?
Lo que sucedió fue lo siguiente:
El 1 de octubre de 2013, Fritz Du Bois fue nombrado director periodístico de El Comercio.
Ese mismo mes, Petro-Perú contrató, apuradísima y a dedo, sin concurso ni público ni privado, y ocultando en los documentos el monto del contrato, a una consultora de comunicaciones para que les haga Media Training y les enseñe cómo lidiar con la prensa para lograr una cobertura favorable.
La compañía escogida a dedo fue Llorente & Cuenca, una trasnacional española que se define a sí misma como “consultora de gestión de Reputación, Comunicación y Asuntos Públicos”.
La misión por la que Petro-Perú contrató a Llorente & Cuenca fue para entrenar a su personal en cómo defender ante los medios de comunicación el proyecto de modernización de la refinería de Talara.
Los términos de referencia especificaron que el Media Training debía estar a cargo del gerente general de Llorente & Cuenca, además del director senior de Llorente & Cuenca, José Carlos Antón.
Y así fue. La gerente general de Llorente & Cuenca se hizo cargo del Media Training y lo llevó a cabo con éxito, a juzgar por el cambio de actitud en los editoriales de El Comercio.
La gerente y entrenadora es Cayetana Aljovín, esposa de Fritz Du Bois, el director de El Comercio.
Ni Llorente & Cuenca ni El Comercio informaron sobre ese conflicto de intereses.
Ahí no terminó todo. En noviembre del año pasado, 2013, Petro-Perú contrató de nuevo –y siempre por adjudicación directa, es decir, a dedo– a Llorente & Cuenca.
¿Cuánto le pagó la compañía a Llorente & Cuenca? Si uno mira la lista de contrataciones de Petro-Perú, el monto aparece como ‘reservado’. Sin embargo, el proceso fue tan apurado que varios documentos de base revelan los montos.
Contrataciones express
El 25 de octubre fue la primera vez. Llorente & Cuenca fue contratada por Petro-Perú mediante adjudicación directa, como hemos visto, para entrenar a nueve funcionarios de dirección, incluido su presidente Héctor Reyes Cruz, para “poner en agenda mediática” las ventajas de modernizar la refinería y también para “saber manejarse eficazmente ante un periodista”.
Pese a que, según fuentes consultadas por IDL-Reporteros, este tipo de contrataciones debe ser aprobado por la Gerencia de Relaciones Corporativas que está a cargo de la relación con los medios, el informe que recomienda este contrato fue hecho por la ex jefa interina de la Unidad de Imagen y Publicidad Institucional, Mirella Padilla de Vela, y refrendado por el entonces gerente encargado de Recursos Humanos, Héctor Inga Aparcana. El informe fue el N° 0137-RECO-IP-2013, del 22 de octubre de 2013.
Como hemos observado, la contratación se hizo con prisa, sin pasar por ningún proceso de selección. Tres días después de recibir el informe respaldado por Inga Aparcana, el jefe de la Unidad de Contrataciones de Servicios y Obras de Petro-Perú, Carlo Ortega Chihuán, envió un memorándum el 25 de octubre, con carácter confidencial, al supervisor de esta Unidad, Sammy Salazar Saavedra, para comunicarle la recomendación. Ese mismo día, Salazar oficializó la adjudicación a favor de Llorente & Cuenca S.A.
En el memorándum confidencial, se señala que el monto del pago es reservado, lo cual indica que quisieron ocultarlo.
Sin embargo, en el acta de adjudicación del servicio se señala que el monto asciende a 36 mil 900 soles (incluido impuestos).
Carlo Ortega Chihuán resaltó en su memorándum que el media training se justifica porque Petro-Perú busca fortalecer “las habilidades comunicacionales [sic] de los portavoces oficiales y posibles voceros de la empresa con la finalidad de prepararlos para todo tipo de contacto [sic] con los periodistas, transformando a positivos los encuentros con los medios de comunicaciones [sic]”.
La entrenadora para los propósitos ‘comunicacionales’ y transformar a ‘positivos los encuentros con los medios de comunicaciones’ fue, como se ha dicho, la propia Cayetana Aljovín. Ella hizo las veces de entrevistadora en la capacitación. “Los puso en aprietos”, comentó una de las fuentes que presenció el entrenamiento.
Poco después, el 11 de noviembre de 2013 se realizó la segunda contratación directa: esta vez fue con Llorente & Cuenca Lima S.A.C. El objetivo era realizar una serie de actividades (media training, reuniones con periodistas) para un ‘posicionamiento estratégico de comunicaciones’ para el proyecto de modernización de la refinería Talara ante los medios de comunicación y actores políticos clave. Todo el trámite se hizo en menos de 24 horas.
El Departamento de Relaciones Corporativas de Petro-Perú elaboró el informe N°0161-RECO-2013 que sustentaba la contratación, con fecha 11 de noviembre. Ese mismo día, el jefe de la Unidad de Contrataciones de Servicios y Obras de Petro-Perú, Carlo Ortega Chihuán, envió el pedido a la supervisora de la Unidad, Taty Karol Mori Manuyamma, con el sello de confidencial y, nuevamente, con un monto reservado. Sin más demora, Ortega Chihuán suscribió el acta de adjudicación del contrato a favor de Llorente & Cuenca Lima S.A.C, en el que señalaba que el pago ascendía a 141 mil 600 soles (incluido impuestos).
Los servicios de Llorente & Cuenca incluían reuniones con congresistas, representantes de medios de comunicación y otros actores políticos, además del Media Training. Las dos primeras semanas de diciembre fueron las más intensas: un día antes que el Ejecutivo enviara el proyecto de ley al Congreso, el 9 de diciembre, El Comercio publicó el editorial en el que cambia de línea y pasa a aplaudir los beneficios de la modernización.
Tercer tiempo
Luego de la aprobación de la ley, Petro-Perú contrató una vez más a Llorente & Cuenca Lima S.A.C., bajo la misma modalidad de adjudicación directa y por un monto de 148 mil 680 soles (incluido impuestos).
El objetivo fue mejorar el nivel de influencia en la opinión pública en este nuevo escenario (post aprobación de la norma), lo que incluía que terceros respalden los mensajes de Petro-Perú, ‘posicionar’ a los funcionarios como expertos en temas de hidrocarburos, entre otras actividades que resalten “una gestión efectiva” de la empresa estatal según se describe en los términos de referencia.
En forma simultánea, la consultora debía generar un mejor ambiente de trabajo al interior de Petro-Perú y la resolución de conflictos internos en un contexto de reorganización de la empresa. El contrato se inició el 22 de enero y concluyó el 21 de abril.
El Comercio, como se ha visto, nunca informó sobre el evidente conflicto de interés que existe entre las funciones de su director, Fritz Du Bois, y el papel que desempeñó su esposa Cayetana Aljovín para que Llorente & Cuenca cumpla sus compromisos con Petro-Perú: influenciar a los medios de comunicación, empezando por El Comercio♦