El operativo de erradicación de hoja de coca en el valle del Monzón – Huánuco, en curso desde el 17 de enero, representa la primera vez que el programa de eliminación física de este cultivo –formalmente perteneciente al Estado peruano, aunque subvencionado y en los hechos dirigido por la embajada de Estados Unidos– logra ingresar y realizarse sin la oposición –que antes fue tenaz, incluso violenta-, del hasta hace poco poderoso gremio cocalero.
Rodeado por los cuadros estadísticos sobre la producción de coca en el país que decoran las paredes de su modesta oficina, el director ejecutivo del Proyecto Especial de Control y Reducción de Cultivos Ilegales en el Alto Huallaga del ministerio del Interior – Corah, el general PNP (r) Juan Zárate, coge un mapa y con un puntero señala los centros poblados de Palo de Acero, Sachavaca, Manchuria y Cachicoto. Desde la base ubicada en las alturas de Palo Huimba, 607 trabajadores del Corah, resguardados por 310 policías, transportados por 14 helicópteros UH1N1 del gobierno estadounidense, vienen desarrollando en esas zonas del valle las labores de erradicación de hoja de coca.
“A la fecha [27 de enero] hemos erradicado 663.57 hectáreas en el Monzón”, indica Zárate. El veterano policía sabe que su avance representa apenas una fracción de las 7,005 hectáreas cultivadas que posee el valle según la UNODC.
Entre las muchas circunstancias y eventos nuevos e inesperados que se revelan en este operativo, uno de los más interesantes es que el operativo de erradicación de coca, en el Monzón cuenta por primera vez con 30 millones de soles asignados por el Ejecutivo, en lugar de ser pagado íntegramente por el gobierno de Estados Unidos. Lo significativo es que esta contribución para intensificar agresivamente la erradicación se haya dado en el gobierno de Ollanta Humala, quien durante todos sus años de candidato en campaña se manifestara radicalmente contrario a la erradicación forzada de cocales.
Otro aspecto inesperado es que el operativo en curso se esté realizando bajo condiciones de insólita tranquilidad, sin oposición, por lo menos hasta hoy, de los campesinos cocaleros.
Por varios años, el Monzón ha sido bastión de la Central Nacional de Cuencas Cocaleras del Perú – Cenacop, conocida en la zona como la “Poderosa Federación”, la cual no solo evitó todo intento de erradicación sino hasta logró que la Policía no pudiera permanecer en el Valle. La última vez que el Corah se aproximó a los linderos del de Monzón, a la zona de Tamshi, el 27 de agosto del 2012, dos campesinos resultaron muertos y cinco de ellos heridos en los choques con la Policía.
La cuestionada operación policial “Eclipse” de noviembre de 2010, que detuvo a siete de sus dirigentes representó un golpe contundente contra la dirigencia cocalera.
“Ahora queremos apostar más por el diálogo que por el choque”, responde sobre la actual situación atípica Guido Guibarra, quien con treinta años de edad es vicepresidente de la Cenacop. “Nosotros podríamos enfrentar a la policía, pero como hemos tenido muertos ya no podemos exponer a nuestros agricultores”.
Trece días después de iniciada la erradicación, la dirigencia de la Federación cuya consigna militante antaño era “coca o muerte”, se encuentra tocando puertas en la capital buscando ser atendida por alguna autoridad del Gobierno. “Hemos estado pidiendo audiencias al presidente de la república, al primer ministro, pero no nos han hecho caso”, señaló el joven dirigente en compañía de una comitiva de alcaldes del Monzón.
A las afueras del Congreso, donde esperan desde hace tres días que el casi anónimo congresista huanuqueño Josué Gutiérrez les conceda unos minutos de su no muy ocupado tiempo, Guibarra confiesa que están pasando por momentos difíciles: “el gobierno ha pretendido debilitarnos primero y ahora entrar a erradicar en el valle del Monzón”.
Todo indica que, por lo menos hasta ahora, el gobierno viene logrando sus objetivos.
¿Cómo logró hacerlo?
La cuestionada operación policial “Eclipse” de noviembre de 2010, que detuvo a siete de sus dirigentes por presunta colaboración con el senderismo, representó un golpe contundente contra la dirigencia cocalera, que derribó su capacidad de oposición. Pesa hoy la ausencia de dos de sus más prominentes líderes, el recientemente fallecido (en prisión) presidente de la Cenacop, Iburcio Morales, quien era al momento de su captura alcalde del Monzón; y también de Eduardo Ticerán, quien ahora detenta la presidencia de la federación a pesar de encontrarse detenido desde el 7 de septiembre del 2011 en el penal de Piedras Gordas.
Huérfana, la federación ha perdido protagonismo. Sumado a ello, como refiere el periodista de Tingo María, Felipe Paucar, han aparecido en el Monzón voces que apuestan por la los programas de desarrollo alternativo, como la “Asociación Bienestar y Desarrollo del Monzón”, que han dividido a la población; cuestión antes inconcebible. “En aquellos tiempos claro que éramos más unidos, pero ahora los campesinos están prácticamente confundidos”, menciona al respecto el alcalde del Centro Poblado Cashapampa, Nicolás Huanca Velasquez.
Otro factor de gran importancia en el debilitamiento de la dirigencia cocalera fue la captura de ‘Artemio’. Hay un antes y un después de este hecho en el Alto Huallaga, consideró el ex ministro del Interior, el general (r) Miguel Hidalgo. “Hay un menor riesgo y mayor capacidad de desplazamiento”. Pero no solo ello: “los cocaleros ya no tienen a un ‘Artemio’ que los defienda y esté fustigando a la policía”, sostuvo el general, quien fue también director de la Dirandro entre los años 2007 al 2009.
Frente al despliegue de fuerzas del Corah y la PNP, la debilidad de la federación y el nuevo panorama, la erradicación de los cultivos es una realidad que varios empiezan a asumir en el Monzón. Este 31 de enero, algunos alcaldes de los centros poblados del distrito firmaron un acuerdo de cooperación con la presidenta de Devida, Carmen Masias, el cual consideraba gestionar la introducción de proyectos para el cultivo de café y cacao, asistencia técnica, y el apoyo en la gestión de proyectos de desarrollo.
Pero al mismo tiempo los efectos de la erradicación sin construcción previa de una economía alternativa empiezan a hacerse notorios. “Es muy triste lo que sucede aquí, es prácticamente un éxodo. Los colegios que se han hecho están quedando vacíos. La gente se está yendo pues no tiene qué comer. Se están quedando prácticamente en la nada”, refiere Arnaldo Chávez, secretario de organización de la Cenacop.
“Sin dar nada a cambio están jalando [erradicando] la coca”, consideró el alcalde del Monzón, Job Chávez. En una zona cuya economía depende casi en su totalidad del cultivo y comercio de coca según el más reciente informe de la UNODC, la necesidad de alternativas a corto plazo es urgente.
“Los campesinos han abusado de los químicos, herbicidas y pesticidas, sobreexigiendo la tierra”, afirmó Gonzalo Falla, especialista de Cedro que ha concentrado parte de sus investigaciones en Monzón. “Después de esta erradicación mucha gente tendrá que migrar”.
La Federación busca alternativas a través de sus dirigentes. “Lo que nosotros queremos la aprobación de un proyecto productivo con financiamiento netamente del Estado a través del ministerio de agricultura”, manifestó Arnaldo Chávez, para quien los proyectos de organizaciones como Devida no representan una alternativa viable para los campesinos.
“Queremos es que nos den al menos un plazo de dos años para que ese campesino cambie su producto”, dice en Lima el alcalde del Monzón, mientras trata de ser recibido por alguna autoridad. “Ahorita nos erradican, ¿mañana qué comemos?”.