Esta parte de la historia se remonta a la segunda mitad del 2021, segundo año de la pandemia. El país entero permanecía en estado de emergencia por el incremento del número de fallecidos víctimas de la Covid-19. De acuerdo con reportes del Ministerio de Salud (Minsa), a inicios de julio habían muerto más de 193 mil personas. Esto, pese a que cuatro meses antes el Gobierno había iniciado la campaña nacional de vacunación contra la nueva enfermedad. El toque de queda estaba aún vigente en Lima y Callao debido al “riesgo alto” de contagios.
Hasta ese momento unas 200 personas se habían embarcado en invertir su dinero en una empresa que ofrecía considerables beneficios aún en esos tiempos de creciente incertidumbre. La empresa se llamaba Óptima Inversiones Perú SAC y aseguraba una rentabilidad anual “esperada” de 10 por ciento en dólares y 12 por ciento en soles, con pagos trimestrales de intereses, a quien le confiara su capital para un negocio que tenía que ver con pagos de facturas y operaciones puntuales, como el financiamiento directo a empresas.
La propuesta captó a una notoria cartera de clientes, entre los que se encontraban desde expertos en finanzas de trayectoria internacional hasta personas que en distintos momentos habían alcanzado los círculos más altos del poder en el Perú. La lista incluía, por ejemplo, al exministro de Economía Alonso Segura; el exministro de la Producción Piero Ghezzi y, cuya hoja profesional incluye haber sido jefe mundial de estudios económicos en una importante firma de servicios financieros; la exministra de la Producción Elena Conterno, con estudios en Harvard y miembro del directorio en Scotiabank y Profuturo AFP; el exministro de Justicia Francisco Eguiguren; y el excanciller José Antonio García Belaunde, quien llevó el proceso limítrofe de Perú contra Chile en La Haya.
Había personas con un afinado conocimientos de temas económicos, como el exgerente general de la Bolsa de Valores de Lima Federico Oviedo; el consejero económico del Perú en Tokio Fernando Albareda; el exdirector del Banco Central de Reserva del Perú Gianfranco Castagnola, actual presidente ejecutivo de Apoyo Consultoría y presidente del directorio de AC Capitales SAFI; el economista Alberto Pasco Font, exjefe de gabinete del Ministerio de Economía y asesor de organismos multilaterales como el Banco Mundial; y también personajes de otros ámbitos, como el abogado de derechos humanos Ernesto de la Jara y el comentarista deportivo Eddie Fleischman Benathan, entre otros.
Por algún tiempo, los que confiaron su dinero recibieron los frutos de esa rentabilidad, como se explicó en la primera entrega de este reportaje, ‘El hombre que estafó a la élite financiera limeña’. Las cosas empezaron a cambiar entre julio y septiembre del 2021, cuando Óptima Inversiones, cuyo gerente general y principal accionista era Óscar Flores, dejó de pagar a algunos de sus inversionistas. Los pagos se suspendieron progresivamente, sin previo aviso, hasta que al año siguiente la empresa los interrumpió por completo.
Para ese momento, se habían perdido, o esfumado, alrededor de 70 millones de soles de alrededor de 200 inversionistas.
Con el pasar de los días, semanas, y meses, decenas de inversionistas llamaron a Óscar Flores y a Rosario Díaz, la asesora de inversiones que había llevado a buena parte de los clientes a invertir en Óptima Inversiones y Óptima SAFI, para pedir explicaciones y exigir su dinero de vuelta.
En algunos casos las llamadas fueron respondidas, incluso Flores se reunió con algunos inversionistas; y en otros casos simplemente no contestaron ni las llamadas ni los correos electrónicos, hasta el día de hoy. Eventualmente Flores organizó una reunión presencial y otra por zoom, con algunos de sus clientes, pero solo ofreció explicaciones poco claras.
Cuando los inversionistas cayeron en cuenta que lo habían perdido todo, muchos entraron en shock primero, luego los embargó la rabia, indignación y desesperación. Sobre todo aquellos que habían puesto buena parte (a veces todos) sus ahorros personales producto del trabajo de toda una vida, fondos de jubilación, herencias familiares o dinero producto de la venta de propiedades.
Todo esto en el contexto de la pandemia, en la que todavía estaba en juego la vida y había una necesidad imperiosa por costear la salud propia y de los seres queridos.
La corredora de inmuebles Rosa María Gastañeta recuerda que en febrero de 2022 le dejaron de pagar intereses, sin previo aviso. “Yo vivía de los intereses que me generaba mi inversión. Necesitaba pagar mis gastos fijos. Contacté a Rosario Díaz y me llevó donde Óscar Flores para que me explicara. Me dijo cosas absurdas. Quería rescatar mi plata, pero me dijeron que no se podía. Todo era una mentira tras otra mentira”, relató la corredora a IDL-R.
Gastañeta perdió 440 mil dólares, que constituían los ahorros de toda su vida.
La directora del Fondo Editorial de la PUCP, Patricia Arévalo, recuerda que, cuando dejó de percibir intereses por los 160 mil dólares que había invertido en 2019, contactó de inmediato a Díaz, quien le organizó una reunión con Flores. “Me contó que había sido viceministro y un montón de mentiras. Dijo que había un problema de liquidez, pero que se iba a solucionar. No se solucionó nada. Ha habido una estafa”, contó Patricia Arévalo a IDL-R.
Gastañeta y Arévalo no volvieron a saber más de Óscar Flores. Lo mismo ocurrió con otros inversionistas. Nadie sabía con certeza lo que había pasado.
Pero, ¿qué había detrás de todo esto?
Hubo por lo menos dos inversionistas, los exministros Alonso Segura y Piero Ghezzi, quienes tuvieron un conocimiento temprano de lo que había pasado y, hasta cierto punto, habían visto venir esta crisis.
Segura había puesto una pequeña inversión en Óptima Inversiones en 2019. Para ese momento, Ghezzi, el mayor inversionista del fondo y quien consideraba que los reportes de la empresa no ofrecían la suficiente claridad sobre cómo se estaba invirtiendo su dinero, había aceptado la sugerencia de Flores de crear, en sociedad de ambos, una segunda empresa, esta vez bajo la supervisión de la Superintendencia del Mercado de Valores (SMV). La nueva firma, que debía dar mayores garantías a sus clientes, se llamaba Óptima SAFI.
Con el tiempo, los fondos que manejaba Óptima Inversiones pasarían a ser gestionados por Óptima SAFI, para estar bajo el paraguas de la supervisión. Se supone que el dinero de Alonso Segura pasaría a la nueva SAFI, según lo que le habían ofrecido, pero eso nunca ocurrió. El dinero de Ghezzi tampoco fue transferido, a pesar de lo que había acordado con Óscar Flores, el responsable de todos los manejos.
Con el pasar de los meses, ya durante la pandemia, Segura notó que algunos procedimientos no parecían del todo adecuados. Los estados de cuenta de Óptima Inversiones no llegaban regularmente, y cuando llegaban, no contenían la información que debían tener. “Cuando empiezo a pedir posiciones específicas, nombres de empresas [en las que se invertían los fondos], y no llega la información, digo: ‘aquí hay algo raro’”, contó Segura a IDL-R.
Ese manejo poco diligente despertaba alertas en distintas personas, en especial en un exministro de Economía. “Me di cuenta antes que muchos, pero no hice nada por retirar la plata, porque no me parecía correcto salir y decir, el que venga atrás en la cola, que se quede”, dijo Segura, quien desde el principio tuvo muy claro que su inversión era riesgosa y puso una parte de su patrimonio que estaba dispuesto a perder.
“A nadie le gusta, pero, si ocurría, no ponía en riesgo mi futuro o el de mi familia. Cuando ocurre esto, no entro en pánico porque era capital de riesgo”, explicó.
Segura indicó a IDL-R que estaba dispuesto a asumir ese riesgo, “pero no esperaba ser estafado”.
Ante este escenario, el exministro se puso en contacto con algunos inversionistas. Uno de ellos fue Ghezzi, quien por su lado seguía pidiendo explicaciones a Óscar Flores sobre los problemas de liquidez.
Las explicaciones que Flores dio a Ghezzi, y que luego daría a algunos otros de sus clientes, fue que más del 60% de los inversionistas había hecho solicitudes de rescate de su dinero, es decir, la devolución de parte o toda su inversión. Según Flores, se había devuelto el dinero a algunas personas, pero no dio detalles de a quiénes o a cuánto dinero ascendía el monto total de los rescates.
El detalle más notorio del manejo que había derivado en la crisis de pagos estaba en la otra explicación que Flores hizo a Ghezzi. Según el hombre que controlaba las operaciones de Óptima Inversiones, varias Mypes (micro y pequeñas empresas) a las se había prestado dinero habían dejado de pagar.
El caso de mayor impacto era el de una compañía de servicios mineros llamada C.I.C.A. Ingenieros Consultores Perú SAC, a la que Óptima Inversiones había prestado alrededor del 50% de los fondos durante la pandemia. Ahora había interrumpido el pago de esos préstamos y se había convertido en la principal deudora de Óptima Inversiones.
Lo revelador es que C.I.C.A. Ingenieros Consultores Perú SAC tenía como gerente general y accionista mayoritario al propio Óscar Flores.
El rasgo que hubiera despertado las alarmas en cualquier detector de conflictos de interés se confirma con un detalle: tanto C.I.C.A. Ingenieros Consultores Perú SAC como Óptima Inversiones compartían oficina y parte del personal.
En los meses que siguieron, y a partir de la revisión de documentación y el cruce de información, Piero Ghezzi y un grupo pequeño de inversionistas confirmaría que la situación era todavía más grave.
Óscar Flores había manejado los fondos de los inversionistas como si fueran su propio patrimonio. Se hizo préstamos personales de los fondos de los inversionistas de Óptima Inversiones. Esto fue confirmado por Ana Luz Zúñiga –contadora de Óptima Inversiones entre 2015 y 2018– en una reciente declaración a la Fiscalía.
Además, las pesquisas de los afectados les confirmaron que el negocio del fondo privado de inversiones, que al inicio les había pagado intereses con recursos obtenidos mediante operaciones de factoring y préstamos de capital de trabajo a empresas, en algún momento había pasado a convertirse en un esquema ponzi (o piramidal), por lo menos entre el año 2021 y la primera parte del 2022.
En ese periodo, para poder pagar los intereses ofrecidos, tanto Flores como Rosario Díaz lograron convencer a inversionistas que ya habían puesto su dinero en Óptima Inversiones a que inviertieran más, y además captaron nuevos inversionistas hasta por lo menos el primer trimestre del 2022.
Así, el dinero de quienes invirtieron hacia el final, antes de que se evidenciaran los problemas de liquidez, sirvió para pagar intereses a los inversionistas que ya estaban en el fondo o para pagar rescates de personas que ya sabían que algo andaba mal y pidieron el rescate de su dinero.
Parte de ese problema estuvo en que, mientras por un lado ofrecía una rentabilidad del 12 por ciento, los movimientos financieros que Flores hacía con el dinero del fondo apenas producían una rentabilidad de 5 por ciento. El propio Óscar Flores explicó este desequilibrio, y el esquema que derivó del mismo, a cerca de cien inversionistas durante una accidentada sesión de zoom de octubre del 2022, para contarles qué había ocurrido con sus fondos.
“Si yo tengo que pagarles a ustedes, como inversionistas, 12 por ciento, y yo coloco al 5 por ciento, contabilidad me va a poner al 5 por ciento. Pero yo tengo que pagar 12 por ciento. Entonces hay un diferencial del 7 por ciento. ¿Quién lo paga? Lo paga alguien del fondo, o los fondos o se reduce la rentabilidad […]. Eso contabilidad no lo contempla, pero yo sí lo he contemplado”, dijo Flores en esa ocasión.
Flores captó clientes hasta abril del 2022, cuando ya se habían evidenciado síntomas claros de que millones de soles en inversiones desaparecieron en un esquema piramidal. Un esquema en que se pagaba a algunos inversionistas antiguos con el dinero de los nuevos. Una estructura destinada a colapsar más temprano que tarde.
“En algún momento pensó que el dinero de los partícipes era su dinero. Claramente hay una serie de indicios de que este señor se ha quedado con parte del dinero de los partícipes”, dijo Ghezzi a IDL-R.
Uno podría pensar, teniendo en cuenta la cantidad de abogados renombrados y expertos en finanzas que hay entre los afectados, que todo estaba listo para construir un sólido caso judicial contra Óscar Flores por haber perdido, con manejos fuera de control, los fondos de las alrededor de 200 personas. Pero eso no ocurrió. En un giro solo comprensible en el mundo no regulado de los fondos privados de inversión, Flores logró seguir al frente de una operación en que su tambaleante empresa de inversiones se convertía en acreedora de su otra empresa de servicios mineros, a la que había derivado la mitad de los fondos del caso; y en la que parte de los afectados –en la esperanza de recuperar algo de sus recursos– hiciera inyección adicional de dinero para rescatarla de la insolvencia.
Todos los detalles en la siguiente entrega de este reportaje.