Jaime Alemán Healy ha adquirido notoriedad intercontinental luego de la publicación mundial de los ‘Pandora Papers’. Como figura representativa de la firma Alcogal, acrónimo de las iniciales de los socios Alemán, Cordero, Galindo & Lee, Alemán personifica mucho de la cultura corporativa de la industria (o maquila) offshore panameña que es objeto, otra vez, del escrutinio del periodismo de investigación mundial.
Es una cultura interesante por una relación rica en disonancias entre la imagen y la realidad. Ramón Fonseca, por ejemplo, de Mossack & Fonseca, era un novelista que escribía libros en el tiempo que le dejaban las offshore.
Jaime Alemán también encontró tiempo para escribir. Aunque el libro que publicó en 2014 no es la historia de otros sino la de sí mismo.
El título de la obra del fabricante en serie de offshores logra una paradójica cuanto insospechada elocuencia:

Y su epígrafe, una cita de Ayn Rand, tampoco se queda atrás, especialmente en su parte final.

Los valores de Jaime Alemán se expresaron en forma particularmente enfática en la última parte del año dos mil, cuando otro personaje con proyección literaria, Vladimiro Montesinos, aterrizó en Panamá.
Ello ocurrió luego de que los escándalos revelados entonces en Perú remecieran sísmicamente el gobierno de Fujimori y forzaran el inicio de una separación entre este y Montesinos que nunca culminó en divorcio.
Montesinos llegó a Panamá contra la voluntad de la entonces presidenta Mireya Moscoso. Pero una enorme presión, coordinada por Estados Unidos, de 11 presidentes, el secretario general de la OEA César Gaviria y el propio gobierno estadounidense, doblegaron su resistencia.
Su canciller era José Miguel Alemán, hermano del autor del libro sobre la honestidad.
¿Por qué Montesinos escogió Panamá como destino? Varios periodistas, sobre todo peruanos, intentaron investigarlo.

Liberación, el periódico que enfrentó con gran valentía al gobierno de Fujimori y Montesinos, envió entonces a dos jóvenes periodistas –Mariella Patriau y Adriana Navarro– a Panamá. Patriau, reportera, y Navarro, fotógrafa, empezaron con lo que en todo el mundo, pero sobre todo en Panamá, es un buen comienzo: investigar en los registros públicos.
“…Tres días después de pasarme en los registros públicos tenía un alto enorme de documentos, todas eran fichas de registros públicos en las cuales figuraba o Montesinos, o sus familiares, o sus allegados militares y policiales, y todas las fichas tenían conexión unas con otras”, recuerda hoy Patriau, entrevistada por IDL-R.
El estudio de Alemán, Alcogal, era la conexión: una suerte de denominador común, que figuraba como agente residente de offshores visiblemente vinculadas a Montesinos y su red.
Patriau y Navarro decidieron visitar el estudio (o bufete) Alcogal, para hacer las preguntas que surgían del Registro.
El 2 de octubre del dos mil, las dos jóvenes reporteras –ya cuajadas, sin embargo, en el azaroso periodismo de oposición democrática al fujimorismo– llegaron a las oficinas de Alcogal y pidieron hablar con Jaime Alemán.
Liberación describió el día siguiente el escándalo que se armó. «No las voy a atender. O se van, o llamo a la policía ahora mismo para que se las lleven presas a las dos. Aquí no están en su país», gritó Alemán. Y pasó al insulto: “¡atrevidas del carajo, fuera de aquí!”, recuerda hoy Patriau.
Navarro le tomó una foto y el valiente guerrero de las offshores “se arrojó sobre ella para romperle la cámara. ¡Quítales la cámara, me han tomado foto!, ordenaba a gritos Alemán, a otros seis sujetos que nos rodearon a los pocos segundos», reportó Liberación.
Los atacantes le arrebataron la cámara a Navarro, le sacaron los rollos y la rompieron antes de echar a las periodistas del edificio.


Patriau y Navarro denunciaron la agresión física y verbal en la corregiduría de Bella Vista y regresaron con un policía para entregar una boleta de citación. Alemán se negó a recibirla y respondió el día siguiente con este comunicado:

El punto sexto es una interesante declaración por parte de quien, años después, resultó autor de “La honestidad no tiene precio”.
“Alemán, Cordero, Galindo & Lee aclara que no conoce, ni tiene o ha tenido nunca relación alguna profesional o de otra naturaleza con el señor Vladimiro Montesinos”.
Los Pandora Papers demuestran que esa declaración resultó ser algo así como un Panamax de la mentira.
Pero incluso entonces, hace más de veinte años, la falsedad de la declaración de Alcogal era evidente.
Cuatro años antes, a fines de marzo de 1996, el periodista Ángel Páez publicó en el diario La República la primera de una serie de notas que revelaban sobreprecios en la compra de aviones MIG-29 y Sukhoi-25 pactada con Bielorrusia.
Fue una de las revelaciones investigativas que más irritó a la cúpula gobernante de Fujimori y Montesinos; y no por las razones de defensa nacional que exhibieron con postiza indignación, sino porque alumbraba peligrosamente cerca a las multimillonarias coimas ya pactadas y organizadas con un elenco de intermediarios corruptos a través de una serie de offshores.
¿Quién era el agente residente de una masa crítica de esas offshores?
Alemán, Cordero, Galindo & Lee. Alcogal.
Abajo veremos cuánto y hasta qué punto estuvo involucrado el ‘bufete’ con el entramado de offshores con la que se organizó, ejecutó y administró el robo masivo al Perú a través de la compra de aviones a Bielorrusia.
Pero veamos primero cuán desconocido o conocido era Montesinos en Panamá cuando llegó en falsa huida el año dos mil.
Desde mediados de los 90 una buena parte de lo robado por la autocracia fujimorista en el Perú se depositó o transitó por cuentas de compañías creadas en Panamá.
Uno de los principales beneficiarios de las cutras, Vladimiro Montesinos, viajó varias veces, generalmente en secreto, a Panamá, para administrar sus cuentas.
Hacia fines de 1998 y comienzos de 1999, Montesinos decidió dar un paso adicional y solicitó pasar a ser residente de Panamá.
La solicitud fue presentada bajo el gobierno de Pérez Balladares, cuando la ministra de Gobierno era Mariela Sagel, y se le dio de inmediato un curso favorable.

Como era necesario demostrar solvencia, Montesinos tuvo que entregar una copia de un certificado de depósito de plazo fijo de 100 mil dólares, en el banco Banexpo. El número de depósito era el 221-00263-4, con vencimiento en enero de 1999.
De manera que el año dos mil, Montesinos era, para todo propósito práctico, residente panameño. Ni a él ni al gobierno de Panamá les convino mencionarlo, pero ese era su estatus legal.

Las aeronaves en las que Montesinos llegó y salió de Panamá ofrecen también información sugerente. Voló de Lima a Panamá en un avión que pertenecía de hecho a Dionisio Romero; y retornó a Perú en el avión de Marc Harris, un financista estadounidense acusado de masivas estafas, que fue eventualmente extraditado de Nicaragua a Estados Unidos, pero que mientras estuvo en Panamá gozó de la protección del entonces poderoso Procurador (una suerte de fiscal de la Nación potenciado, con policía bajo su mando), José Antonio Sossa.
El supuesto exiliado de setiembre del año dos mil no llegó entonces a un país extraño. Era territorio conocido, abonado con cuentas y compañías manejadas por un elenco diverso de testaferros, buena parte de los cuales tenía un agente residente favorito.
Alemán, Cordero, Galindo & Lee. El de la honestidad que no tiene precio. Lo demás, claro, es otra cosa.
¿Cuántas sociedades offshore tuvieron en Alcogal los testaferros y cómplices de Montesinos y Fujimori vinculados sobre todo con la compra corrupta de armamento?
De acuerdo con documentos confidenciales de la firma Alcogal, esta actuó como agente de al menos 78 sociedades offshore vinculadas a testaferros, abogados y operadores de Vladimiro Montesinos relacionados con el cobro de comisiones ilícitas en la venta de armamento y aviones de guerra MIG-29 y Sukhoi-25 al Perú.
Entre los operadores hay unos nombres más conocidos que otros y el número de sociedades de las que son beneficiarios no tiene relación directa con su importancia.
Ellos son, con el número de sociedades entre paréntesis: Guillermo Burga vinculado con 25 sociedades offshore, Enrique Benavides (21), Luis Duthurburu (15), Oscar Muelle (12), Enrique Ferrando (9), Claus Corpancho (4), César Crousillat (3), Oscar Barco (4), Moshe Rothschild (2), Juan Valencia (1), Gerald Krueger (1), y el general EP (r) César Saucedo y sus hijas Annie y Jenny.


La compra de los aviones de guerra

El conflicto armado en el Alto Cenepa, a inicios de 1995, costó la vida a muchos combatientes, exaltó el entusiasmo patriótico, la disposición al sacrificio; y ofreció singulares posibilidades de robo, mediante la compra de armamento, a los cleptócratas entonces al mando del país: Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos.
Sus asociados se lanzaron a competir entre ellos.
En junio de 1995, la empresa LINKA, conformada por Jorge Whitembury y Víctor Santander, presentó una propuesta para la adquisición de aeronaves de Ucrania. Whitembury era un viejo amigo de Montesinos desde que ambos compartieron prisión militar en la década de 1970.
En paralelo, Montesinos le propuso a Alberto Venero organizar a un “grupo de socios” que pudiera presentar una propuesta distinta a la de LINKA. Venero, a su turno, contactó a otros proveedores de las Fuerzas Armadas: Luis Duthurburu, Enrique Benavides, Claus Corpancho y Moshe Rothschild, este último a propuesta de Montesinos. Todos ellos actuarían a través de las sociedades W-21 Interchnique y posteriormente de Treves Intora Association LTD.
Según las confesiones de Venero y Duthurburu, el “grupo de socios” se dividió en subgrupos a los que se asignó funciones distintas. Un primer subgrupo integrado por Luis Duthurburu, quien representaba a Vladimiro Montesinos, Alberto Venero Garrido, Gerald Krueger Dizillo y Julio Valencia Rosas, se encargó del sistema financiero: abrir cuentas bancarias, realizar depósitos y repatriar el dinero del exterior.
El subgrupo encabezado por Enrique Benavides Morales, quien representaba a su hermano Óscar Benavides Morales y los hermanos José Luis y César Augusto Crousillat López Torres, se encargó de la constitución de W-21 Interchnique y del manejo de la documentación en general.
Claus Corpancho Kleinecke, en tanto, actuaba en representación de Fernando Medina Luna, Ricardo Newton Vásquez y Guillermo Burga Ortíz; y se encargó inicialmente de coordinar la llegada del material aéreo a la base de La Joya, en Arequipa.
La función principal asignada a Moshe Rothschild, quien actuó solo en esta operación, fue la de negociar en Bielorrusia con Peter Jeney, representante legal de Treves Intora Association, y Alexander Sadovoi, representante de la empresa Beltechexport Enterprise, la intervención de W-21 Intertechnique y Treves Intora Association Ltd. en esta operación.
W-21 Intertechnique S.A. fue inscrita en Registros Públicos recién el 28 de septiembre de 1995, con un capital de 44 mil soles. Aunque estaba integrada por varios proveedores de armas (Venero, Corpancho, Benavides, Rothschild), formalmente figuraban como socios: Óscar Benavides Morales, Oscar Muelle Flores e Iván Barco Lecussan.
El 22 de octubre de 1995, el gobierno de Fujimori solicitó a Treves Intora Association información sobre su disponibilidad para atender los requerimientos de la FAP.
Tres días después, la sociedad offshore Treves Intora Association LTD fue incorporada a la jurisdicción de Bahamas por el Banco Santander Trust & Banking Corporation (Bahamas) Limited. El agente residente inicial de la offshore fue este banco, de acuerdo con un informe confidencial –sin fecha– preparado por Alcogal para el abogado peruano Gonzalo Salas.

El 17 de noviembre de ese año, Treves Intora Association informó al gobierno peruano que podía suministrar aviones MIG-19 y Sukhoi- 25 nuevos, en un plazo de entrega de 3 años; y aeronaves similares de segundo uso de Bielorrusia en un plazo de entrega de entre seis meses a un año.
Posteriormente, en febrero de 1996, el Banco Santander traspasó Treves Intora Association LTD a Alcogal, (Alemán, Cordero, Galindo & Lee) que pasó a ser el agente residente de la sociedad. Fue designado como apoderado el suizo Peter Jeney.
Treves Intora Association se constituyó en Suiza y actuó como representante oficial de Beltechexport, la empresa estatal bielorrusa. En tanto, Treves Intora Association LTD. fue creada en Bahamas con el objetivo de recibir los pagos del Estado peruano por la compra de los aviones militares. Ambas empresas estuvieron representadas por Peter Jeney.
En la página 198 de su libro, Jaime Alemán menciona así el traspaso, que califica como una de dos situaciones “particularmente incómodas” (la otra estuvo relacionada con una cuenta de Pinochet):
“Igual nos ocurrió con la oficina de las Bahamas de un prominente banco español, que nos pidió una sociedad anónima que posteriormente se alegó fue usada por el jefe de inteligencia de Perú, Vladimiro Montesinos, para malversar fondos”.
¿Desconocimiento, entonces?
Ese mismo mes, febrero de 1996, Fujimori le encargó a su ministro de Economía, Jorge Camet, definir los aspectos económicos y financieros del contrato.
Varios nombres relacionados a W-21 Interchnique aparecieron registrados en otra offshore constituida en Bahamas, Watertown Inc., cuyo agente residente era también Alcogal. El 6 de marzo de 1996, la sociedad emitió 4,985 acciones con un valor de 100 dólares cada una, distribuidas entre Moshe Rothschild (835), Enrique Benavides (825), César Crousillat (825), Claus Corpancho (625), Guillermo Burga (625), y Luis Duthurburu (1,250).
Un día después, el 07 de marzo, Benavides transfirió la empresa W-21 Interchnique a Rothschild. Este cambio se realizó, según el testimonio de Alberto Venero, por indicación de Montesinos, porque Oscar Benavides Morales «estaba muy cuestionado por otras operaciones de venta de armamentos».
El 25 de marzo de 1996, como se escribe líneas arriba, Ángel Páez publicó el primero de sus reportajes sobre las irregularidades en la compra de los MIG-29 y Sukhoi-25.
La publicación periodística no impidió que el proceso de compra continuara. El 09 de abril de 1996, Peter Jeney señaló a la comandancia general de la FAP que Treves Intora Association, como entidad acreditada por BELLTECH EXPORT (agente comercial del Gobierno de Bielorusia para la venta de armamento), había establecido que el precio acordado con el Ministro Jorge Camet por la compra de 18 aviones MIG-29 era de $249 millones 552 mil 420. Este precio se incrementó después a $252 millones.
El 26 de abril de 1996, Alcogal certificó que Treves Intora Association LTD. estaba bajo la jurisdicción de Bahamas. El documento certificaba el “good standing” de la compañía y llevaba la firma de Aníbal Galindo, socio principal del bufete.

El 13 de mayo de 1996 fue suscrito el contrato VULCANO para la compra de los MIG-29 con la empresa W-21 Interchnique, bajo el argumento (del entonces ministro Camet) de que al ser una empresa nacional, se podía asegurar el cumplimiento del contrato. El contrato lleva la firma de Moshe Rothschild (W-21 Intertechnique); no lo hacen ni Treves Intora, ni BELLTECH EXPORT.
Empleando el mismo mecanismo, el 21 de octubre de 1996 el gobierno peruano firmó el contrato ESCORPIO para la adquisición de 18 aeronaves Sukhoi-25 por un precio de $150 millones. Para concretar los pagos, el Banco de la Nación abrió dos cuentas en el Banco Exterior de Panamá, desde la cual se realizaron pagos aTreves Intora Association LTD.

El dinero repatriado por esta operación entre 1996 y el 2000 suma 42 millones 352 mil 748 dólares, según el informe de la Comisión Investigadora del Uso de los Recursos de la Privatización y otros de la Caja Fiscal a través de dispositivos secretos. Del total, US $10,379,684.7 fueron repatriados vía el Banco de Comercio y US $31 ‘973,064 vía la empresa FINSUR, vinculada a Luis Duthurburu Cubas.
En julio del 2001, ya preso, Montesinos se acogió a la confesión sincera y brindó detalles de los pagos que recibió a través de Venero Garrido por esta operación ante el Primer Juzgado Penal Especial:
Por la venta de los 18 aviones MIG-29: 6 millones dólares.
Por la venta de los 18 aviones Sukhoi: 3 millones de dólares.
Por la venta de un kit de mantenimiento y repuestos: 1 millón de dólares.
Montesinos señaló en esta misma declaración que el dinero le era entregado por Alberto Venero y que luego este era enviado a Suiza para ser depositado en las cuentas bancarias que éste había abierto en este país a su nombre. Para ello, contó con la colaboración del los israelíes Zvi Sudit y James Stone Cohen.
Los documentos de Pandora Papers revelan que varias sociedades offshore vinculadas al “grupo de socios” tuvieron una intensa actividad entre 1998 y el 2001, facilitadas por la firma panameña de Alemán, Cordero, Galindo & Lee (Alcogal).
El 16 de diciembre de 1998, de acuerdo con un acta de reunión de directores, la offshore Laurel Holding INC anuló los certificados de acciones emitidas el 14 de mayo de 1996, a favor de Moshe Rothschild, Enrique Benavides, César Crousillat, Claus Corpancho y Guillermo Burga. También resolvió emitir un certificado de 1,250 acciones a Luis Duthurburu y cuatro certificados de 1,250 acciones cada uno, al portador.
A diferencia de Watertown INC, cuyo objeto se desconoce, Laurel Holding INC figura en varios documentos relacionados a la investigación de las compras de armamento durante el fujimorato.
Según un informe del Congreso, Laurel Holding INC estuvo vinculada junto a Intora y BYF en la venta de 170 misiles Igla 9M-39 T/A por 17 millones 177 mil 410 dólares para el Ejército Peruano. La offshore estaba domiciliada en el segundo piso de la Torre Swiss Bank, en la ciudad de Panamá, la misma base de operaciones de Treves Intora Association LTD y sede central de Alcogal. El representante en el Perú de la sociedad era B & F Comercialización y Representaciones S.R.L., de propiedad de José Luis Crousillat López Torres.

Alcogal también actuó como agente de Sanford Overseas, una sociedad offshore a nombre de Luis Duthurburu, uno de los operadores financieros de Vladimiro Montesinos. En junio de 1999, la firma panameña gestionó poderes de Sanford Overseas a favor de las hijas del general César Saucedo Sánchez: Jenny Rossemary Saucedo Linares y Annie Jacqueline Saucedo Linares. De acuerdo con la acusación constitucional contra Saucedo, las hijas del general abrieron dos cuentas a nombre de Sanford Overseas para transferir dinero a una cuenta de Rodriguez y Machado PA en el banco First Union National Bank de Miami. Producto de diversos depósitos y transferencias, las hijas del general Saucedo llegaron a obtener la suma de 2 millones 983 mil 975 dólares.
Según el informe de la comisión del Congreso que investigó la compra de armamento durante el gobierno de Alberto Fujimori, Saucedo participó en las negociaciones para la compra de 3 aviones MIG-29 a Rusia, cuyo contrato es del 4 de julio de 1998. En el mismo documento, también se menciona que Saucedo suscribió una resolución ministerial para la compra de equipos para las Fuerzas Especiales del Ejército por 1 millón 486 mil 190 dólares a la empresa Trading CO. LTD, de Zvi Sudit.
Duthurburu también realizó varias operaciones de compraventa de inmuebles ubicados en Lima a través de las sociedades offshore Heniker Holdings Corp., Elway Overseas S.A. y Alliance Stichting Corp. Claus Corpancho y Guillermo Burga, socios en la venta de los aviones, también administraron fondos de sociedades gestionadas por Alcogal.
La vinculación de Burga y Corpancho con Alcogal continuó aún luego de que Montesinos abandonara Panamá en octubre del 2000. El 11 de diciembre de ese año, Arturo Gerbaud de la Guardia, socio principal del estudio, firmó dos cartas de recomendación dirigidas a Ricardo Villalaz, gerente del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (Panamá). En las misivas, Gerbaud aseguró conocer a hace varios años a ambos personajes y calificó a los testaferros de Montesinos como personas serias y de excelente reputación.

Tras la revelación de los vladivideos y la posterior fuga de Montesinos, Luis Duthurburu dio órdenes a Alcogal para liquidar otras tres sociedades offshore que estaban a su nombre. El 30 de noviembre del 2000, un documento preparado por Yaniseth Sullivan, empleada de Alcogal, anunció la liquidación de Penback Trading S.A. El 12 de diciembre de ese mismo año, Newland Trading S.A. y Millet Trading S.A. corrieron la misma suerte.
En los Pandora Papers también hay referencias de Croswill International S.A., una de las empresas que Duthurburu empleó para “repatriar” fondos de Treves Intora Association LTD al Perú. Convertido en colaborador eficaz de la Fiscalía en el 2002, Duthurburu reconoció que utilizó una cuenta de Croswill International S.A. en el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria para depositar “gran parte” del dinero obtenido ilícitamente por la venta de los aviones de guerra al Perú. El dinero fue repatriado a nuestro país, según el mismo testimonio, a través de terceras personas de su entorno y el de Alberto Venero Garrido y Juan Valencia Rosas. Duthurburu disolvió la sociedad a inicios del 2001 y para ello contó con el apoyo de uno de los socios principales de Alcogal.
El 8 de marzo de 2001, Antonio Gerbaud de la Guardia le remitió una carta a Duthurburu informándole que, conforme a sus indicaciones, Croswill International S.A. había sido disuelta tras el trámite correspondiente en los Registros Públicos de Panamá. Pocos días después de esta operación, el 22 de marzo del 2001, Duthurburu se entregó a la justicia peruana.
La suerte de los socios
Tras la caída del régimen de Alberto Fujimori, los integrantes del “grupo de socios” corrieron distinta suerte.
A inicios del 2001, la captura de Alberto Venero Garrido en Miami puso en serio riesgo al “grupo”. Luego, Luis Duthurburu se entregó en marzo de ese año. Ambos se acogieron a la colaboración eficaz.
Claus Corpancho, por su parte, fue detenido en España en enero de 2007 y falleció el año pasado. Enrique Benavides Morales fue capturado en Alemania en el 2003, sin embargo dos años después ese país rechazó el pedido de extradición de la justicia peruana argumentando que no había evidencias suficientes contra el empresario. El israelí Moshe Rothschid permanece prófugo hasta el momento.
Es probable que varios de ellos hayan llegado a meditar sobre aquello que “la honestidad no tiene precio”. La vieron a lo lejos mientras cobraban el suyo y también cuando les tocó pagarlo.
