Ricardo Ghibellini, importante actor secundario en la intriga reseñada en “Un aliado de peso” (IDL-Reporteros, del 10 de marzo), cuyo argumento aún se desarrolla en el misterio, con un fugitivo de paradero desconocido, es hoy un casi flamante embajador en Brasil.
Desde su nuevo cargo respondió muy tardíamente un cuestionario que IDL-Reporteros le había enviado hace dos semanas sobre su labor como Presidente del Instituto de Radio y Televisión del Perú (IRTP).
Ghibellini consideró necesario enviar sus respuestas, redactadas en tono de perdonavidas (lo cual puede ser, al fin, su estilo) a un grupo de “garantes” en el que se encontraban periodistas cuya trayectoria obviamente respeta, como Nicolás Lúcar y Mónica Delta, de Frecuencia Latina; su abogado Luis Pizarro; Raúl Vargas de RPP; entre otros.
La idea de los “garantes” según Ghibellini surgió debido a que “no tengo ánimos de pasarme la vida respondiendo una y otra vez las mismas interrogantes, he decidido en esta oportunidad copiar tus preguntas y mis respuestas a un grupo de periodistas y personajes públicos a los que respeto, haciéndolos de alguna forma garantes de lo que aquí digo”.
Pues bueno, aquí va una para los “garantes”. Entre otras, IDL-Reporteros le preguntó a Ricardo Ghibellini: ¿No encontró que existía un conflicto de intereses de que canal 7 contrate a la empresa Visionaria SAC de su ex socio, Orlando de la Flor Arbulu?
Ghibellini contestó: “Obviamente no, porque no existe conflicto. Nunca he sido socio del Sr. De la Flor Arbulú. La pregunta consigna una falsedad”.
¿Así que falsedad, no? A ver, Ghibelini formó parte de Sunset Producciones del Perú Sociedad Anónima a mediados de la década del noventa.
En dicha empresa, Ricardo Ghibellini era el Director Gerente-General y Óscar Orlando de la Flor Arbulú, era Director de la Sociedad. (Ver documentos).
La renuncia al cargo de De la Flor se realizó el 18 de abril de 1997 como señala el documento.
Entonces, queda demostrado que no es la pregunta sino la respuesta del embajador Ghibellini la que “consigna una falsedad”. Así que, con garantes o sin ellos, a contar cuentos a Brasilia.