En esta entrega, la primera de tres, IDL-Reporteros relata lo dicho por Jorge Barata, basándose en una minuciosa transcripción del segundo día del interrogatorio realizado en Curitiba, Brasil. Barata habla aquí ─en texto y audio─ de su estrecha amistad con Alan García; del poder que ejercía su exsecretario Luis Nava; del “dueño de Toledo”, Yosef Maiman; y de porqué Miguel Atala fue el elegido para ser el testaferro del expresidente aprista.
Una semana después de que Alan García acabara trágicamente con su vida, en una pequeña sala del quinto piso del Ministerio Público Federal de Curitiba, Jorge Barata estaba listo para su segundo día de interrogatorio.
Eran las 7:30 am (hora de Lima) del miércoles 24 de abril. El ex jefe de Odebrecht en el Perú estaba acompañado por su abogado Carlos Kauffman, además de los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez, del equipo especial Lava Jato; los procuradores ad hoc, Jorge Ramírez y Silvana Carrión; el procurador federal brasileño Orlando Martello, así como los abogados de los imputados peruanos y de la constructora brasileña.
En este segundo día, las confesiones de Barata iban a girar en torno a las relaciones de Odebrecht con el segundo gobierno de Alan García: sobre el Metro de Lima, sobre su secretario Luis Nava Guibert y su hijo, sobre los pagos que estos recibieron, sobre Miguel Atala y las cuentas en la Banca Privada de Andorra, entre otros temas.
El día anterior, el primer día del interrogatorio a Barata, los fiscales peruanos le habían preguntado en detalle sobre los aportes de Odebrecht a Luis Alva Castro, exministro aprista, hoy con impedimento de salida del país. Todo se había desenvuelto con normalidad, hasta que hacia el final de la primera parte del interrogatorio, ocurrió un incidente entre Erasmo Reyna y Jorge Barata: el abogado del Apra había intentado condicionar la respuesta del investigado.
Por eso el fiscal José Domingo Pérez empezó el interrogatorio pidiéndole una explicación al exdirectivo de Odebrecht y con esta breve conversación:
“El día de ayer, señor Jorge Barata, usted brindó una declaración en horas de la mañana. Me puede responder, ¿por favor?”.
“Sí, sí, claro que sí”, respondió Barata.
“Al concluir la misma, una persona que se había identificado como abogado de nombre Erasmo Reyna, se acercó a usted”.
“Sí”.
“En este compromiso que usted ha señalado que va a declarar, de acuerdo a la verdad, dígame, ¿qué le dijo el abogado Erasmo Reyna?”.
“Me dijo que era el abogado del doctor Alan García Pérez, que además era un persona muy amiga, muy cerca al doctor Alan García Pérez. Que yo sabía que el doctor Alan García Pérez nunca me había pedido nada. Que ha sido una situación muy trágica. De forma resumida fue esto, pero esas fueron las palabras. Me pregunto si el doctor Alan García Pérez me había pedido algo, y yo le dije que no. Que esperaba, entonces, que yo confirmara esto en mis declaraciones. Yo le dije que estoy comprometido con la verdad. Voy a decir todo lo que sea la verdad. Ese es mi compromiso”.
“Bien”, dijo el fiscal antes de continuar lo que serían cuatro horas de preguntas y confesiones. “¿Cuál es la relación que usted ha sostenido con Alan García Pérez?”.
Amistades peligrosas
Los amigos de la feijoada
Jorge Barata y Alan García eran amigos. Ahora lo sabemos de boca del propio exjefe de Odebrecht en el Perú, quién ante la primera pregunta del fiscal José Domingo Pérez, admitió que lo conocía desde el 2006, cuando este era candidato a la presidencia del Perú.
“Después hemos tenido una serie de reuniones de trabajo […] Le gustaba mucho conocer la política de Brasil”, dijo Barata, quién confesó además que luego fue construyendo “una relación social”, “bastante cordial, bastante sincera” con García. “Él ha estado en mi casa dos veces. La invitación [fue] porque le gustaba la feijoada”.
Barata reconoció frente a los fiscales peruanos, en Curitiba, que esta amistad se fue “haciendo más grande” con el pasar de los años.
“Conversábamos bastante, viajábamos a las inauguraciones de las obras, almorzábamos de vez en cuando. Él invitaba a un grupo de empresarios a cenar, sin los ministros. Él decía: ‘Los invito sin los ministros para que den sus quejas de cómo está funcionando’. Había un nivel de diálogo y comunicación bastante satisfactorio”.
Barata recordó, por ejemplo, que “durante un periodo largo” estuvo junto a otros empresarios coordinando la construcción del Gran Teatro de Lima. “Era una obra que el doctor [García] Pérez quería hacer pero no podía porque era un lugar donde había un montón de casas aún sin agua, sin desagüe, sin nada. No era políticamente correcto”. García, dice Barata, quería que un grupo de empresarios se organice para “hacerlo viable”. “Entonces esto generaba más temas, más asuntos, más reuniones. Yo iba a Palacio con alguna frecuencia, una vez por mes, o tal vez menos”.
Barata reconoce que con este tipo de gestos, como donar dinero para la construcción del Gran Teatro de Lima, esperaba “el reconocimiento del presidente”. Es decir, explicó el brasileño, “ayudar a que los proyectos y las obras que teníamos funcionaran de forma fluida”.
A pesar de esa amistad, Barata asegura que no le mencionó al expresidente García los millonarios sobornos que su secretario, Luis Nava, le pedía a cambio de favorecer los proyectos de Odebrecht en el Perú. Y no lo hizo, dice Barata, “porque el propio Nava dijo que no quería que yo hablara del tema”.
“Yo no sé si eso lo hacía para proteger al presidente o porque eso era un tema suyo, y que el presidente no sabía”, reconoce el brasileño. “Pero por una razón u otra, como las cosas estaban funcionando y los procesos iban caminando y la relación era buena […] yo nunca me preocupé de hacer esta pregunta: ‘¿Usted sabe que Nava me ha pedido dinero?’ Nunca llegué a hablar esto. Porque como sabía que los dos eran bastante cercanos… si de hecho Nava no hubiera hablado con él, él iba a creer en Nava y no en mí. Y si Nava hubiera hablado con él, entonces le diría: ‘Barata no es una persona para confiar porque vino a hablar conmigo sobre ti’. Entonces en cualquier situación yo me complicaba”.
“¿García tenía conocimiento de que usted era de una empresa que pagaba sobornos?”, preguntó el fiscal José Domingo Pérez a Barata, durante el interrogatorio en Curitiba.
“Bueno, sí sabía”, respondió el brasileño.
“Entonces una empresa como Odebrecht que pagaba sobornos, ¿pagaría una importante cantidad de dinero a un simple secretario de la Casa de Gobierno?”.
“Bueno, no era un simple secretario. Era el hombre de confianza del presidente”.
“¿Como [Yosef] Maiman lo fue de Alejandro Toledo?”.
“Sí”, dijo Barata.
El que habría las puertas del presidente
Jorge Barata sabía bien que Luis Nava Guibert, exsecretario de la presidencia de la República, era “una persona de extrema confianza” de Alan García. “Estaba cargando la maleta del doctor García, el teléfono del doctor García, o sea, todo lo que acontecía en torno al doctor García, él estaba presente”. Barata reconoció ante los fiscales peruanos que, para él, hablar con Nava era como hablar con el mismísimo expresidente.
El exdirectivo de Odebrecht cuenta que Luis Alva Castro ─que recibió de esta empresa un aporte ilegal de 200 mil dólares para la campaña presidencial de García en 2006─ le presentó a Nava durante una visita a la Casa del Pueblo, la sede del Apra. Desde esos días, relata el brasileño, cultivó una relación de “bastante cercanía” con el exsecretario presidencial, y que, cuando el líder aprista llegó al poder, este solía presentarse como “el hombre que abría las puertas del doctor García”.
Y que no solo abría las puertas sino conocía los secretos. Barata contó que un día, en la casa de playa de Nava ─cuando Alan García ya era presidente─, su entonces secretario le dijo que sabía que él, Barata, había pagado millonarias coimas a Alejandro Toledo para que Odebrecht ganara la construcción de la carretera IIRSA Sur. Nava le tocó el tema otra vez, en una cita en Palacio de Gobierno, recordándole que “conocía el asunto” porque Yosef Maiman, empresario y testaferro de Alejandro Toledo, había buscado a Alan García para contárselo.
Barata se preocupó al escuchar esto.
“[Nava] dijo que necesitaba ayuda para que las cosas pudieran seguir y que pudiera desarrollar mis proyectos […] Y mi respuesta fue: ‘si es necesario encontrar una forma de que usted esté satisfecho con esto y no obstaculice el avance del proyecto […] nosotros nos comprometemos a pagarle 3 millones de dólares en este momento’”.
Y de ese modo, sostiene Barata, se pactó esa coima. En la oficina de Luis Nava Guibert, en Palacio de Gobierno.
Lo que Maiman le contó a García
Poco tiempo después, cuenta Barata, Alan García le comentó en una reunión que Yosef Maiman lo había buscado para contarle de los sobornos a Toledo. “Esa fue la conversación […] una cosa muy rápida que me dejó bastante sorprendido”.
Durante el interrogatorio en Curitiba, Barata contó a los fiscales peruanos el papel que Maiman cumplía durante el gobierno anterior a García. “Maiman era el dueño de Toledo”, afirmó Barata. “Era el que recibía el dinero”, los montos que Odebrecht pagaba en coimas para ganar los proyectos.
A pesar de pagar esos sobornos, Barata contó que solía quejarse con Toledo de la ineficiencia de su gobierno para destrabar los proyectos de Odebrecht.
“Reclamé […] varias veces al propio presidente Toledo. [Le dije] que no podía pagar lo que [me] había comprometido porque las cosas no habían sido resueltas”, recordó Barata. Por eso, en esa época, cuando Maiman buscaba al exdirectivo de Odebrecht ─él mismo o a través de “su gente”─ Barata recuerda que le decía: “mira, me has dejado un contrato y un proceso con ese nivel de problema […] Estoy perdiendo un montón de plata […] y no consigo avanzar. Entonces no puedo seguir pagándole los compromisos porque no tengo de dónde sacar”.
A pesar de ello, la relación entre Jorge Barata y Yosef Maiman se mantuvo.
Barata recuerda que en el gobierno de García, Maiman decía que “nos iba a seguir apoyando para […] tratar de solucionar los temas porque había mucha gente en el gobierno del doctor García que había quedado del gobierno del doctor Toledo y que seguía teniendo capacidad de influenciar […] pero no me dijo él que ya había hablado con el doctor García”.
A Barata le preocupaba mucho que García supiera de las coimas a su predecesor. Pero a la vez, dice, lo tranquilizó mucho el hecho de que García supiera de esos sobornos y “no hubiera tomado una acción más impositiva o más fuerte” contra Odebrecht.
“Al saber del asunto, él no tomó una actitud de decir lo siguiente: ‘mira, aquí se va a suspender el contrato, no se va a pagar nada, se va a investigar el proceso’. De cierta forma me estaba dando una venia, ¿no?, para decir lo siguiente: ‘lo que pasó en el gobierno anterior no me importa, vamos a seguir adelante’ […] Yo me sentí bastante tranquilo, porque íbamos a tener un gobierno […] sin mayores dificultades. Porque lo malo, lo ilícito que habíamos cometido en el gobierno anterior, ya era sabido por la mayor autoridad del país y no había tomado ninguna acción”.
A pesar de eso, Barata reconoce que pasó dos días pensando en qué significaba la actitud del expresidente aprista, por qué le había comentado de súbito el tema de los sobornos a Toledo.
“Era una persona difícil de leer”, apuntó el brasileño sobre García. “Tenía un apodo, le decían ‘escopeta de dos cañones’ […] porque era una persona difícil de saber exactamente lo que pensaba, qué quería decir con las cosas, porque te soltaba temas en medio de una conversación y cambiaba de asunto y no lograbas seguir muchas veces sus ideas”.
“En el gobierno de García había un dueño”
Jorge Barata confesó haber realizado el primer soborno a Luis Nava en diciembre de 2006, y que siguió pagándole hasta 2009, aunque no siempre bajo la misma modalidad. Después de haber pactado el monto de la coima con el exsecretario presidencial, Barata empezó a hacerle pagos en efectivo en el Perú. Pero “como el volumen era bastante importante”, no conseguía hacerlo a la velocidad que el exsecretario de García exigía.
“Un día Nava me dijo: ‘hay que apresurar esto, hay que hacerlo más rápido, no podemos demorarnos tanto’”, contó Barata. “[Nava] ya empezaba a molestarse”.
Para acelerar los pagos, Barata consultó al Departamento de Operaciones Estructuradas de Odebrecht y concluyó que la mejor manera de acelerar el proceso era ayudarle a Nava a crear una empresa offshore en la Banca Privada de Andorra ─que luego llamarían Ammarin Investments Inc.─ y hacer los depósitos a la cuenta de esa compañía. Nava dijo que él no lo haría, sino el empresario Miguel Atala, quien luego sería vicepresidente de Petroperú durante el segundo gobierno de García.
Barata había conocido a Atala en la casa de Nava y en eventos sociales en Palacio de Gobierno. Sabía también que la relación entre ambos era “muy antigua, de muchos años”. Y que Atala y el expresidente García “se conocían bastante”. Un día, recuerda Barata, luego de que Nava aceptara abrir dicha cuenta offshore, Atala lo llamó para reunirse en su casa de San Isidro. Luego Barata contactó a Atala con el Sector de Operaciones Estructuradas para abrir dicha cuenta y transferir allí “los saldos que habían quedado”, unos 1.3 millones de dólares.
“Entonces el doctor Atala tuvo este papel. Decía él que prestó su nombre para abrir una empresa para recibir los recursos que faltaba pagar al doctor”, dice Barata. “Mi contacto con él ha sido muy puntual para la apertura de esta empresa y para poder hacer las transferencias”.
Barata reconoce que no se trató de encubrir estas transferencias de dinero con “alguna formalidad” pues Miguel Atala “era una persona que […] tenía capacidad financiera y si ingresaba a una cuenta suya un millón, dos millones de dólares, no era una cosa que necesite justificación […] Entonces no se ha preocupado en hacer ningún tipo de sustentación o soporte o ese tipo de cosas”.
“¿Podemos concluir en esta parte del interrogatorio que mientras Alejandro Toledo tenía su Yosef Maiman, Alan García Perez tenía a Luis Nava Guibert y Miguel Atala Herrera?”, preguntó el fiscal José Domingo Pérez a Jorge Barata.
“Yo creo que sí”, contestó el brasileño, “pero cada uno tiene sus diferencias y sus peculiaridades”.
Barata dijo que por esos días, a inicios del segundo gobierno de Alan García, Odebrecht tenía proyectos muy importantes en ejecución. La IIRSA Sur, por ejemplo, recién empezaba a construirse. “Comenzamos a trabajar fuerte, teníamos más de mil equipos pesados y más de 7 mil personas en este proyecto”. Sin embargo, dijo Barata, “no se aprobaban los certificados de obra, no se aprobaban los diseños, los procesos, todo estaba realmente paralizado […] Los contratos tenían muchas dificultades y sin la buena voluntad del gobierno, de resolver los problemas, las obras no caminaban”.
Barata recuerda una ocasión, mientras se construía la IIRSA Sur, que la entonces ministra de Transporte y Comunicaciones, Verónica Zavala, “estaba paralizando todos los procesos en el ministerio”. Pero luego de pactar con Luis Nava, todo comenzó a mejorar. Dice Barata que, cuando ya visitaba las obras de las interoceánicas junto al expresidente García, percibía “una priorización importante de todos los proyectos nuestros, y las cosas comenzaron a fluir y a funcionar”.
Barata pudo confirmar entonces que a pesar de que Nava era solo el secretario del presidente y “de no tener la capacidad de hacer nada” con relación a las obras, tenía mucha influencia. Barata cree que Nava no hubiese tenido ese poder “si no tuviese la venia y la autorización del gobierno”.
El exjefe de Odebrecht en el Perú reconoció que el mismo efecto había causado el pago de sobornos en el gobierno de Alejandro Toledo, solo que “de forma más ineficiente”. ¿Por qué esa diferencia? “Porque en el gobierno del doctor García había un dueño”, admite Barata. Mientras que Toledo “no tenía la capacidad de liderazgo y de organización, de convencimiento de sus subordinados”, en el gobierno de García “había un gestor, quien hacía que las cosas ocurrieran de forma mucho más fuerte y en la dirección que se necesitaba”.
“Cuando nos dice ‘dueño’, nos dice ‘gestor’, en el gobierno de García, ¿a quién se está refiriendo?”, preguntó el fiscal José Domingo Pérez.
“Al propio presidente”, contestó Barata.
“¿Alan García Pérez?”.
“Así es”.