En su muerte que, pese a los años bien vividos, no se puede sentir de otra forma que temprana, Bernardo Roca Rey recibe y recibirá los homenajes a una vida que dejó huella creativa en campos tan diversos cuanto fascinantes.
Sumo a esos homenajes el testimonio de lo que fue su gran aporte por la democracia durante los meses de confrontación con la dictadura el año dos mil.
Pasada más de una veintena de años quizá no se recuerde con precisión la enorme importancia que tuvo el canal N en esos tiempos decisivos. Con la televisión de señal abierta y las radios principales compradas y sometidas; y con una prensa escrita presionada en todos los niveles y acosada por la prensa chicha, la dictadura de Montesinos y Fujimori logró una masa crítica de control sobre la información y la convirtió en propaganda a su favor.
En el espacio entonces limitado del cable surgió el Canal N, que al hacer un periodismo libre en ese tiempo de oscuridad, resonó con una fuerza que llegó a todo el país, con cable o sin cable. Era una confrontación totalmente desigual, donde estuvo de un lado el aparato de propaganda y desinformación de la dictadura y del otro el pequeño, sereno, ágil y certero canal N.
La dirección la tuvo el Gilberto Hume de ese tiempo; pero la idea, decisión, soporte y fuerza fueron de Bernardo Roca Rey. Y eso fue decisivo, porque en la última parte de la confrontación electoral entre Fujimori y el Toledo de entonces, al canal N no se le ocurrió arriar velas, sino, por lo contrario, desplegarlas.
Canal N adquirió un pequeño helicóptero para cubrir desde lo alto las incidencias de la Marcha de los Cuatro Suyos y la toma de poder de Fujimori.
Cuando la dictadura prohibió todo vuelo no oficial sobre la ciudad en esos días, tuvimos claro que preparaba escenarios de violencia, como en efecto sucedió. Pero esos días y en los que se sucedieron a lo largo del año, el canal N continuó sacando las noticias decisivas, que cambiaron la historia de la nación. Desde informar en directo que Montesinos acababa de abandonar Panamá en un vuelo secreto hacia el Perú; hasta propalar en vivo la restallante revelación del primer vladivideo.
Era, repito, un canal pequeño y de alcance limitado, pero que con su intrépida persistencia por la verdad reveladora, se hizo gigante en el servicio a la democracia y la nación.
Sin la visión, el empuje empresarial, la fuerza y el valor de Bernardo Roca Rey, el canal N no hubiera pasado, en el mejor de los casos, de un esfuerzo efímero. Que el recuerdo de esa gesta honre su memoria.