Cuando, a fines de 1989, el GEIN inició su silenciosa pero épica confrontación con un Sendero Luminoso en expansión aparentemente incontrolable, su creador, el entonces mayor Benedicto Jiménez tuvo el acierto de definir la lucha como una confrontación de valores. El GEIN combatía por los valores de la vida, la libertad y la democracia. Cada acción debía ser, por ende, una afirmación moral.
Eso, y la importancia que le dio al estudio de la ideología del enemigo, convirtió a Jiménez y a su pequeño grupo de detectives en blanco de las burlas y el desdén de los policías apegados a la metodología de patear puertas, de “la pita’ y “el submarino”. Los llamaron los ‘cazafantasmas’ y estuvieron a punto de disolverlos.
El tiempo demostró, por supuesto, que con su metodología principista, el GEIN resultó mucho más eficaz que cualquier otro grupo de las fuerzas de seguridad. Que, de hecho, fue decisivo y providencial.
Este domingo, en medio de un intenso tiroteo, un oficial de la Policía decidió controlar al máximo el fuego de su patrulla sobre una choza dentro de la cual habían sorprendido a un contingente de diez senderistas. Lo hizo al escuchar que adentro había por lo menos un niño desesperado de miedo.
¿Hizo bien? El oficial eligió evitar el llamado “daño colateral” (un eufemismo que significa muerte de inocentes) aún bajo el riesgo de que escapara parte de los senderistas sorprendidos, como en efecto huyeron –aunque dejando atrás armamento, equipo y hasta compañeros heridos.
Hay unidades de fuerzas de seguridad que hubieran castigado a ese oficial. Yo espero que la Policía lo distinga y premie. Al decidir que el valor supremo en ese momento era salvar la vida de un niño, el oficial y su patrulla proclamaron una afirmación moral que vale, en todo contexto, pero especialmente en el de una guerra política, mucho más que un éxito operativo limitado.
Salvar la vida de un niño y que ‘Sergio’ escape; o matar a ‘Sergio’ y al niño. Frente al dilema, el oficial tomó la justa decisión moral aún a costa de una momentánea desventaja operativa. Pero al hacerlo, el resultado en el largo plazo será, sin duda, mucho mejor, como en su momento lo sostuvo el GEIN.
Y no es, por eso, casualidad, que ese oficial sea un veterano del GEIN y que, siendo un joven teniente en septiembre de 1992, haya estado entre quienes capturaron a Abimael Guzmán.