En diciembre pasado, en medio de las revelaciones y reverberaciones de la operación ‘Valquiria’, Willax lanzó una contraofensiva desinformadora que, para variar, me tuvo como objetivo.
En un programa dominical de Willax se mostraron dos supuestos chats, entre Villanueva y el o la congresista protegida con el seudónimo de “agente especial Roberto”, en uno de los cuales se me menciona:
El chat fue escrito en la primera mitad de 2023, cuando Villena era fiscal supremo y cuando la remoción de Zoraida Ávalos se encontraba en pleno proceso conspirativo.
Ese chat no figuraba dentro de la multitud de los que fueron presentados al juez Jorge Chávez Tamariz y que dieron lugar a la decisión judicial que ordenó, entre otras medidas, las detenciones del caso ‘Valquiria’.
El chat no tenía validación ni corroboración alguna.
Pero para Willax y sus satélites, fue más que suficiente para lanzarse a una frenética campaña de desinformación, cuyo tema central fue: “Si todo lo que dice Villanueva es verdad, ¿a qué hora investigan a Gorriti?”.
Como escribió entonces IDL-Reporteros, “Todo el elenco estable y semi-estable de desinformadores, lumpenperiodistas salió a cacarear el mismo argumento: ¡investiguen a Gorriti! ¡Deténganlo! ¡Allanen IDL-Reporteros! ¡Incáutenle el teléfono, las computadoras …
Lo chilló Butters, en su mejor caracterización de quiero y no puedo. Lo rebotó Expreso; lo retuiteó (esa y otras excrecencias similares) Rafael López Aliaga; lo hizo ‘La Pestilencia’; lo dio por hecho Alejandro Cavero y le hizo eco Peru Libre, en las cuenta que maneja Cerrón; retornó Butters sobre el tema, acompañado por gente como Yeni Vilcatoma, ¿cómo era posible que Gorriti no hubiera sido detenido? ¡Solo eso era argumento suficiente para terminar con la JNJ!”.
Por supuesto que ninguno de esos desinformadores se detuvo a verificar si había algo de verdad en esa acusación. En la misma nota, IDL-R escribió:
“Empecemos por el principio: ¿Alguien preguntó a Villena si conoce a Gorriti? ¿Si se han visto alguna vez, en cualquier oficina, en algún otro lugar, en Lima, en provincias, en el extranjero, en la estación espacial Enterprise?
¿Alguien le preguntó a Villena si Gorriti lo había amenazado, o presionado en forma directa o indirecta, verbal o quizá telepática? ¿Alguien le preguntó a Villena si Gorriti le había descrito qué iba a hacer para impedirle ser fiscal de la nación? ¿Qué se lo iba a ordenar a la entonces fiscal de la nación, Patricia Benavides, nada menos?
¿Que la palabra de Villanueva es ley? ¿Qué idiota dice eso?”.
Poco después, Villena afirmó y confirmó que nadie lo había amenazado ni intentado coaccionarlo en forma alguna.
La verdad es, de hecho, aún más clara: No conozco personalmente a Villena y, en consecuencia, nunca tuve una reunión, encuentro o conversación con él.
¿Aclaró esto Willax o alguno de sus satélites? Ni una palabra, ni una sílaba. ¿Quitarles el derecho de mentir? ¿Quién se atreve?
Después de este episodio, ¿alguien se atrevió a amenazar a Villena, ahora fiscal de la nación?
Pues sí.
El 10 de febrero, el notorio congresista Alejandro Aguinaga publicó el siguiente tuit:
¿Es esa una amenaza o no?
¡Por supuesto que la es! El congresista matoncete y prepotente le espeta primero no haber aceptado sus desinformaciones como realidad y luego le lanza la airada pregunta retórica de si no haber seguido los delirios de Aguinaga hace a Villena encubridor y protector de “esta organización criminal”. Y sigue la amenaza inmediata: “Presentaré la respectiva acusación constitucional!”.
Amenaza, chantaje, coacción e intromisión de funciones en toda regla. Ya Villena no podrá decir que nadie lo ha amenazado.
Si cede, si “se raja” como dirían en Jalisco, lo empujarán cuesta abajo por el camino infame de las Blanca Nélida Colán por aquí o el de Consuelo Porras por la Guatemala de allá.
Pero siempre hay una opción de la que, al final, nadie queda arrepentido: ser valiente.