Reproducción de la columna ‘Las Palabras’ publicada en la edición 2261 de la revista ‘Caretas’.
Leí la carta con encontrados sentimientos. Primero, porque toda misiva enviada desde una prisión convoca más interés que una escrita en libertad. Segundo, porque promete ser un relato por entregas. Tercero, porque reclama la libertad de expresión como antídoto a la opresión del encierro. Cuarto, porque clama hablar con “un medio serio y objetivo”. Quinto, porque quien firma es Alberto Fujimori.
Yo prefiero cien veces las entrevistas a las conferencias de prensa porque, entre otras cosas, cuando uno entrevista puede repreguntar. Me imagino que esa es la razón por la que don Alberto Fujimori pidió ser entrevistado por “un medio serio y objetivo”. Porque de otra manera pudo pedir que lo entrevistara algún tabloide o periodista sobreviviente de la prensa chicha que él con tanto empeño subsidió.
El tiempo provoca todo tipo de alquimias. Hace pocos años le pedí una entrevista a Fujimori. No una sino dos veces, ambas a través de su abogado, César Nakazaki. Este, quien es una persona inteligente, expresó dudas sobre el resultado de la gestión pero ofreció de todas formas transmitir el encargo, y me lo dijo con la sonrisa innecesariamente molar, levemente tristona con la que imagino informa las malas noticias a sus clientes.
No digo que iba a ser fácil, pero por exigente que fuera iba a ser una entrevista respetuosa. El “parche en la boca” (es extraño que el ingeniero Fujimori hable de parche y no de mordaza, de paso, como si se hubiera infiltrado un fallido acto terapéutico, un inoportuno recuerdo de salonpas en el discurso libertario) no habría existido, y él hubiera logrado la verdadera expresión democrática a que debe aspirar una figura pública: contrapesar la apología de sí mismo (“mi verdad”, como él la llama) junto con la rendición verbal de cuentas por tantos hechos por explicar. Ahí no hubiera estado condenado “al silencio”, como hoy reclama, sino estimulado a la más reveladora elocuencia.
“En el medio ‘serio y objetivo’, Fujimori hubiera podido contar los entretelones de ese remedo travesti de la prensa libre que fueron los tabloides chicha que él pagó.”
Mi gestión a través de Nakazaki, ¿necesito decirlo? fracasó completamente. Por lo menos entre la entrevista conmigo y la opresión del silencio, el ingeniero Fujimori prefirió lo segundo.
No me ofendo, por supuesto, y comprendo que uno prefiera a unos periodistas y medios sobre otros. Además, como he dicho, el tiempo provoca extrañísimos cambios en la gente. Leo ahora, por ejemplo, a algunos que defienden los dogmas sin pasteurizar del ‘mercado’ casi con la misma energía con la que en el pasado defendieron la ‘propiedad social’, que atacan a Chávez con casi la misma pasión con la que ensalzaron a Velasco y que condenan los ataques de Correa contra la prensa con apenas menor intensidad con la que aplaudieron en ese tiempo no lejano el cierre de revistas y la deportación de sus directores.
Es verdad que uno puede cambiar, y mucho, a lo largo de los años. De Sidney Hook a Arthur Koestler e Ignazio Silone, solo la literatura del desengaño del comunismo podría llenar, apasionantes y reveladoras, bibliotecas enteras. Y ahí está la clave: todo intelectual, especialmente si es un intelectual público, siente la necesidad de explicar, y debe hacerlo, porqué cambió tanto y porqué condena hoy lo que ayer defendió con pasión.
El problema es cuando los cambios no se dan a través de la filosofía sino de la remuneración.
¿A qué vino esta digresión? A meditar sobre la posibilidad de que los años y los muros hayan creado un Fujimori demócrata, que reclama una prensa libre, “seria”, “objetiva”. Un Fujimori, en suma, que si hoy se diera el caso, se hubiera lanzado a las calles en la Marcha de los Cuatro Suyos para protestar contra el tirano y su asesor siniestro que pretendían perpetuarse en el poder.
¿Cómo no apoyar una entrevista con un potencial tan singularmente revelador? Con el medio serio y objetivo que reclama, Fujimori hubiera podido contar los entretelones de ese remedo travesti de la prensa libre que fueron los tabloides chicha que él pagó. La seudoprensa infecta que él defendió como expresión del ilimitado pluralismo de los kioscos cuando llegaron misiones extranjeras a reclamar por el lumpenaje impreso, como hizo, por ejemplo, con la del CPJ (Comité para la Protección de Periodistas).
Nunca es tarde para descubrir el valor de la democracia y la libertad. La verdad, que una entrevista así podría ser tan interesante, que uno podría esperar para hacer las otras preguntas más prosaicas, como el número y ubicación de los bienes y de las cuentas.
Pero si continuamos con la hipótesis de una conversión del ingeniero Fujimori a los valores de la democracia y al consiguiente reclamo de la autoexpresión, habría que preguntarse si eligió el medio adecuado para “contar mi verdad a un medio serio y objetivo”.
RPP es una empresa controlada, a menos que me haya perdido alguna transacción, por Manuel Delgado Parker. Y durante la dictadura del ingeniero Fujimori, Manuel Delgado Parker, puso su radio al servicio de esa dictadura, a través de Vladimiro Montesinos, en forma que ninguna contorsión intelectual podría calificar de ‘serio y objetivo’.
En dos audios grabados subrepticiamente por Montesinos, se perenniza la conversación que tuvo Manuel Delgado Parker con este en 1999, donde discuten la relación entre la libertad de prensa y la autoridad de la empresa:
MONTESINOS TORRES.— Claro, porque nosotros todos los días hacemos un seguimiento de la radio al minuto…
DELGADO PARKER, Manuel.— Yo he tenido un trabajo digamos con Vargas, lo he ido ajustando a un cuadro de posición ofensiva y creo que he avanzado bastante, yo creo que me falta muy poquito para y si no lo puedo completar, simplemente lo saco, o sea yo no tengo problemas, o sea es que yo no puedo cambiar a un hombre que digamos pueda haber tenido una posición tendenciosa.
MONTESINOS TORRES.— Pero el tema está, que no te olvides, de que cada persona independientemente del tiempo laboral que tenga con el empleador, tienen también pues su opción personal, eso es legítimo.
DELGADO PARKER, Manuel.— Ah eso sí claro, pero yo no se lo permito desde el punto de vista de salir al aire, para salir al aire debe de estar en determinadas condiciones y si esas no se cumplen, pues tendrán sus opciones porque sino tiene que irse a la calle porque a mí no me interesa su opinión personal.
MONTESINOS TORRES.— Claro, pero no podemos reconocer que es un hombre inteligente.
DELGADO PARKER, Manuel.— Sí pues, pero por eso es que lo he contratado pero para el servicio de la empresa, no para que él se sirva de la empresa, yo no voy a permitir que él se sirva de la empresa.
Digamos que, así en confianza, Delgado Parker era inequívoco.
Es la misma radio, los mismos personajes. Entonces, si fuera cierta la hipótesis de que el ingeniero Fujimori se ha convertido a los valores democráticos, habría que informarle que RPP no es verdaderamente lo que él necesita si quiere una entrevista con un medio ‘serio y objetivo’.
Para el ingeniero Fujimori de 1999, RPP hubiera sido el medio apropiado. Pero para el que, si es sincero, tenemos hoy, hay que buscarle uno diferente.
Entiendo que se pueda pensar que estoy resentido por que no me dio la entrevista. Por eso, para evitar malas interpretaciones, renuncio, no sin sentimiento, a mi petición de entrevistar al ingeniero Fujimori.
Y para que no se diga tampoco que me pongo en el papel del perro del hortelano, paso a sugerir dos periodistas que, estoy seguro, le harían entrevistas no solo ‘serias y objetivas’ al ingeniero Fujimori sino resonantes y, sobre todo, memorables.
¿Enrique Zileri?
¿César Hildebrandt?
Escoja, ingeniero.