Reproducción de la columna ‘Las palabras’ publicada en la edición 2308 de la revista ‘Caretas’.
Lo de Halloween fue una mera coincidencia. A las brujas se las respeta. A las arpías, no. La Martha Chávez recargada de estos días aprovechó la grotesca notoriedad de haber asumido un cargo relacionado con derechos humanos para esparcir esa suerte de halitosis intelectual que caracterizó la relación del fujimorato con la verdad.
El jueves 31 de octubre, Martha Chávez consiguió ser nombrada nada menos que ‘Coordinadora’ del Grupo de Trabajo de Evaluación de la Política de Derechos Humanos, que pertenece a la Comisión de Justicia del Congreso. La misión de este grupo es evaluar la respuesta del Estado peruano ante demandas o denuncias presentadas en organismos internacionales; ver los derechos de los peruanos en el exterior; y seguir y evaluar las conclusiones de la CVR.
¿Martha Chávez evaluando políticas de derechos humanos? Como dije, eso equivale a tener a Jack el Destripador evaluando políticas de prevención del feminicidio.
¿Cómo fue eso posible?
Muy sencillo. Chávez y otros dos congresistas, uno de ellos Heriberto Benítez, que en el pasado defendió a víctimas de violaciones de derechos humanos, se reunieron, decidieron que hacían quórum y acordaron el nombramiento. Luego, ante el escándalo y la repulsa, Benítez reculó, pero el hecho es que su firma quedó en el acta, donde sostiene que la Chávez es “la persona idónea para dicho cargo”. ¿Y por qué es idónea? Porque, reveló Benítez “la Congresista Martha Chávez fue quien propuso la creación del Grupo de Trabajo en el seno de la Comisión”.
De manera que una vez que la Chávez logró crear el grupo primero y encabezarlo después, no perdió tiempo en lanzarse a la ofensiva contra su blanco principal, la Comisión de Verdad y Reconciliación, CVR. Y lo hizo con la desfachatez de los tiempos en que Montesinos coreografiaba a las geishas desde el SIN.
En ese proceso, sea por estupidez o por cálculo, decidió atacarme.
Apenas elegida como “persona idónea para el cargo”, la Chávez se presentó en el programa En Portada de canal N. Ahí no perdió tiempo en liberar toxicidades. “Vamos a ver el tema de la Comisión de la Verdad” dijo, “[y] a algunos que eran los rentados y plumas alquiladas … hay periodistas, Milagros [Leiva] ustedes deben saber más que yo, hay periodistas que han estado en la planilla de la CVR… ¡por supuesto! …el señor Gorriti, pregúntenle, de uno solo de ellos [sic] que escribían todas las semanas a página completa a favor de la Comisión de la Verdad, […] que diga cuánto percibió por la Comisión de la Verdad”.
La Chávez recicló una calumnia que José Barba profirió hace 10 años, en 2003. Empeñado entonces, junto con su aliado Rafael Rey, en una furibunda campaña por desacreditar a priori, sin haber leído una sílaba de su informe, a la CVR, Barba afirmó –en agosto de 2003– que yo era parte de un grupo de periodistas contratados por la CVR “para que tengan un trato complaciente con esa institución”. Barba dijo que yo había laborado para la CVR entre diciembre de 2002 y mayo de 2003, y que “durante todo ese tiempo y hasta hoy el señor Gorriti escribió en diversos medios de comunicación artículos ejerciendo una cerrada defensa de la CVR. Ello no sería discutible si es que no hubiera sido asalariado de esa institución”.
¿Encuentran algún parecido con lo que ‘descubrió’ la Chávez en 2013?
En esa ocasión desmentí a Barba, primero en una entrevista radial desde el extranjero y luego, cara a cara en Radio Programas, en un espacio conducido por Güido Lombardi. En esta última ocasión, Barba tuvo el tino de quedarse callado.
«Ver a Martha Chávez evaluando políticas de derechos humanos es como ver a Jack el Destripador evaluando políticas para prevenir el feminicidio».
Ante el reciclaje de ponzoña, resumo de nuevo lo que entonces aclaré.
• Yo escribí por primera vez sobre la CVR en un artículo publicado en Peru21 el 19 de mayo de 2003 (con el que, de paso, inauguré mi colaboración con ese medio, que duró hasta fines de 2004).
• En ese artículo, al describir el trabajo en curso de la CVR, digo que el informe “compilará miles de páginas de investigaciones puntuales” y añado de inmediato “(lo sé entre otras cosas porque yo he trabajado durante algunos meses como consultor de la CVR haciendo una investigación específica”).
• ¿Está claro? En el mismo artículo en donde por primera vez me refería a la CVR, en mayo de 2003, yo declaré haber trabajado “algunos meses” como consultor de la CVR. Por eso, cuando varios meses después, en agosto de 2003, Barba hizo su mentirosa acusación, me fue fácil demostrarle en la cara que mentía. Como lo es ahora con la Chávez.
• ¿En qué consistió mi consultoría? A fines de 2002, un funcionario de la CVR me contactó y me pidió hacer para ellos una investigación para “…corroborar, documentar la participación protagónica, secundaria o incidental de Vladimiro Montesinos Torres en casos que tengan relación con la violación directa a los derechos humanos…”. En enero de 2003 firmamos el contrato para una investigación de no más de tres meses. Mi remuneración de consultor externo, dentro del pliego de la PNUD, fue de tres mil dólares por mes.
• El trabajo está en el acervo documentario de la CVR y puede ser consultado. Se titula: “Colina y Montesinos”. Es un texto de 16 mil 895 palabras que investiga, descubre y prueba la responsabilidad de Montesinos.
• Así que: jamás estuve en planilla de la CVR; nunca se me contrató para mejorar su imagen; no escribí una palabra sobre ella mientras hacía la investigación contratada; y cuando lo hice –después de entregar el trabajo– revelé en ese primer artículo que había hecho una consultoría para la CVR. Como debe ser.
De manera que la Chávez mintió a boca llena. Pero no tuvo siquiera la decencia de reconocerlo. Después de mi refutación, cuando Milagros Leiva le señaló sus incongruencias y le preguntó porqué no había investigado antes de hablar, ella respondió con incoherencias que no llamo cantinflescas para no ofender la memoria de Mario Moreno.
Falsa, mala, intelectualmente deshonesta, ¿qué se puede desear que haga Martha Chávez? Espero que los fujimoristas la nombren su portavoz y jefa de campaña. Ese sería un tratamiento preventivo eficaz para inmunizar a la Democracia frente a sus toxinas.