
La cobertura y los comentarios sobre la coca, el narcotráfico, los diferentes grupos de Sendero Luminoso, la interacción entre éstos, han sufrido con gran frecuencia y sufren hoy de simplismo, caricaturización y también de pura propaganda. En algunos casos hay desconocimiento, en otros deshonestidad intelectual, pero el resultado final es que la opinión pública recibe en gran parte de los casos un cuadro distorsionado, que no corresponde ni de lejos a la verdad de los hechos.
¿El resultado? El problema, sobre todo el del narcotráfico, subsiste por más de treinta años, variando ciertos términos y manifestaciones, pero sin perder dimensión ni importancia. La falta de claridad intelectual perpetúa un problema que puede agravarse aún más.
Espero que el reportaje publicado aquí la semana pasada, el que se publica hoy, y los artículos relacionados que he escrito en las ediciones 2135 y 2136 de Caretas, ayuden a entender la complejidad de la situación en el Alto Huallaga, de un problema que no se presta a caricaturizaciones, cuya solución precisa el razonamiento basado en hechos, en el reportaje honesto de la realidad y no en la propaganda disfrazada de análisis.