Son cuatro exgerentes de tres de las empresas de mayor renombre del país quienes aceptan que el Club de la Construcción decidió a conveniencia y antojo repartirse un millonario listado de obras públicas durante al menos 14 años.
En esta entrega, salen a la luz las grabaciones de los testimonios de los exgerentes Juan Manuel Lambarri y Jaime Crosby de GyM S.A., Fernando Camet de JJCamet y Norma Zeppilli de ICCGSA y Mota-Engil. A estas delaciones, se suman archivos Excel, correos y agendas electrónicas, todos documentos clasificados que evidencian el actuar del club a lo largo de los años.
Cada prueba y cada confesión fueron recabadas por un equipo investigador de Indecopi que en febrero pasado logró acreditar que el cartel estuvo conformado por 35 empresas que entre el 2002 y 2016 concertaron para manipular sus precios de oferta y así adjudicarse al menos 112 licitaciones en Provías del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC).
Este caso de corrupción en Perú es de tal magnitud que hoy se investiga a todo nivel. En paralelo a la investigación de Indecopi en materia empresarial, se agrega la labor de la Procuraduría Ad Hoc del caso Lava Jato y la del Ministerio Público. La primera está concentrada en garantizar el pago de las reparaciones civiles por parte de los inculpados, mientras que el segundo, a través del Equipo Especial Lava Jato, está abocado al campo penal.
A la fecha, el grupo de la fiscalía se ha concentrado en las actividades del club entre 2011 y 2014. Tiene como investigados a 19 empresas, a funcionarios públicos del gobierno de Ollanta Humala como el exministro Carlos Paredes; y a la ex primera dama Nadine Heredia. Pero el cartel empezó mucho antes.
Cabeza de león
Cuando Juan Manuel Lambarri, exgerente general de GyM S.A., se sentó en la mesa de entrevistas de Indecopi en diciembre pasado, fue advertido de que mentir u ocultar la verdad podría generarle una multa de hasta 1000 UITs o 4 millones 200 mil soles. Así, apenas iniciado el encuentro, Lambarri no dudó en delatar a su expresidente y exdirector Hernando Graña.
Además de Lambarri, Indecopi recogió el testimonio de Jaime Crosby Robinson, gerente comercial de la constructora GyM entre 1992 y el 2009. Crosby aceptó que desde el 2002 estuvo presente en las reuniones a veces acaloradas del club, aunque -aseguró-, solo fue un veedor.
El contexto del 2002 es revelador. Cosapi, la poderosa constructora peruana, se iba a la quiebra golpeada principalmente por la cancelación del proyecto Camisea a finales del régimen fujimorista. Empezó a vender sus acciones y a despedir a sus gerentes históricos para colocar a Marco Aranda, subordinado a estos, como su gerente comercial, según este mismo confirmó a Indecopi.
Del otro lado, Graña y Montero estaba mejor posicionada. Había empezado a listar en la Bolsa de Valores y a diversificar su mercado. En el oncenio fujimorista logró asociarse con Odebrecht en millonarios proyectos como Chavimochic. Un exfuncionario de GyM recuerda que, en los círculos sociales, Hernando Graña llamaba a los brasileños “sus aliados naturales”.
En plena guerra fría, que erosionaba las ganancias, los ejecutivos de Cosapi y GyM terminaron desembocando en el club. Aranda, de Cosapi, uno de los principales gestores del cartel, ha narrado que este se creó en reuniones con GyM, Obrainsa e ICCGSA con el fin de detener la competencia a precios bajos en las licitaciones apenas iniciado el gobierno de Alejandro Toledo. (Ver reportaje Cómo empezó el cartel).
En sus confesiones, para justificar su supuesta falta de interés en el club, tanto Lambarri como Crosby insistieron en que el 85% de la cartera de clientes de GyM era del sector privado. Lambarri, incluso, sostuvo que “muchas veces [GyM] no tomaba sus turnos porque prefería que otros estén distraídos haciendo carreteras”. “Nuestro asunto más era el privado y preferíamos que nuestra competencia estuviera más entretenida”, remarcó Lambarri.
Los registros históricos parecen desmentir el supuesto desdén de Graña y Montero en las obras públicas en los primeros años del 2000. Solo en el gobierno de Alejandro Toledo, la empresa logró –a través de ProInversión- tres concesiones de la Carretera Interoceánica. Con Odebrecht y Andrade Gutierrez el Tramo Norte, y con Odebrecht, JJC e ICCGSA los tramos 2 y 3.
En cuanto al Club de la Construcción, cuyo centro era Provías del MTC, tampoco puede decirse que Graña y Montero era un observador silencioso. Jaime Crosby olvida, u omite, que el 2003, GyM y la empresa Tizón se adjudicaron la Rehabilitación y Mantenimiento de la Carretera Imperial-Izcuchaca por más de 96 millones de soles. Un monto bastante alto para la época.
Indecopi, además, halló un documento de autoría de Marco Aranda de Cosapi que atribuye siete turnos (licitaciones) para Graña y Montero entre el 2005 y 2014. Dos de los primeros turnos de GyM fueron adjudicados a la empresa Ingenieros Civiles y Contratistas Generales S.A. (ICCGSA).
¿Por qué Aranda atribuyó a GyM dos licitaciones que fueron entregadas a ICCGSA?. ¿Se trató acaso de un error de registro? Pareciera que no. Un correo que Jaime Crosby envió en setiembre del 2007 a Hernando Graña con el asunto “Cuentas ICCGSA” revela que ambos coordinaron y llevaron la contabilidad exacta de las dos obras cedidas. Esta clase de favores ha sido hallada en otras empresas y, según fuentes de Indecopi, solían plasmarse en cláusulas secretas de pago. ICCGSA, hay que decirlo, lidera el ranking de empresas nacionales y extranjeras con más contratos obtenidos en Provías del MTC entre el 2000 y 2016.
En mayo del 2009, Jaime Crosby dejó Graña y Montero para asumir la gerencia general de OHL Concesiones, empresa cuyo nombre también aparece en la lista de turnos del club. El cargo de Crosby como gerente comercial en GyM fue tomado por Nicolay Castillo desde aquel 2009. Este nuevo ejecutivo no parecía tener mayor cuidado con sus comunicaciones. Indecopi halló mensajes que Castillo envió a Hernando Graña con el título, nada discreto, “Orden de Prelación”. Término usado por el cartel para organizar sus turnos.
Ingeniera de hierro
“No llegas a un cargo de peso en un gremio que era muy machista, si no tienes carácter y Norma Zeppilli tenía carácter de sobra”, según un empresario consultado. Con 40 años de experiencia en el sector construcción, la ingeniera civil empezó su carrera en pistas de Cosapi y Liconsa. De 1999 al 2007 estuvo en ICCGSA y luego en la constructora Mota-Engil, en ambos casos, siempre tuvo un asiento privilegiado en el cartel.
Norma Zeppilli no se anduvo con rodeos. Ratificó la estrecha relación entre GyM e ICCGSA y además abrió otro flanco de investigación: el club no solo concertó para repartirse licitaciones de ejecución de obras; el cartel también se coludió para ganar contratos en el rubro de “servicios” o mantenimiento de pistas.
Al ser preguntada por la existencia del Club, Norma Zeppilli refirió haber escuchado de él desde los 90. Esto guarda coincidencia con lo dicho por el ex gerente de Relaciones Institucionales de Odebrecht en Perú, Raymundo Trindade Serra, quien afirmó que fue testigo de operaciones del cartel desde 1996.
Indecopi, a través de un software forense, logró sacar copias espejo de los archivos vigentes y borrados de las computadoras de las contratistas investigadas. Así, se han recopilado decenas de agendas electrónicas con las citas estelares del club. Norma Zepilli parecía estar en todas.
El hijo pródigo
Cuando llegó a las oficinas de Indecopi en setiembre 2019, el exgerente general de JJCamet, Fernando Camet, ya tenía una difícil situación legal. En diciembre del 2017 ingresó al penal Ancón I tras una orden de prisión preventiva por el caso de sobornos al expresidente Toledo en la concesión de tres tramos de la Carretera Interoceánica Sur. Camet quedó detenido por poco más de un mes junto a sus coinvestigados, Fernando Castillo de ICCGSA y Hernando y José Graña de GyM.
Camet sabía que lo que dijera ante el equipo investigador de Indecopi (que solo ve aspectos de competencia empresarial) podría traer repercusiones en sus casos penales. Aunque le costó hacer memoria, terminó por recordar todo con suma precisión: “conversamos de tal forma de que no hubiera competencia para que los precios mejoraran”.
En la danza del cartel
Fernando Camet afirmó que “la gente de ICCGSA, o sea Fernando Castillo o Norma Zeppilli; la gente de GyM, Jaime Crosby, […] usualmente tenían el liderazgo en estas reuniones [del club]”. Explicó que en la danza del cartel, las compañías grandes eran las que decidían cuándo y con quién bailaban las pequeñas.
Como en todo círculo de características mafiosas, las constructoras miembros del club no aceptaban rebeldes en su sistema. Contó Fernando Camet que el 2007 JJC intentó alejarse y competir a sobre cerrado con sus propios precios. Tras perder dos veces y sin piedad volvieron al ruedo ilegal.
Enemigos íntimos
“Si no puedes con el enemigo, únete a él”, dice la vieja frase que –al mismo tiempo– deja claro el sentido de necesidad y rivalidad entre los nuevos aliados. En esta línea, los entrevistados por Indecopi aceptaron que las alianzas del Club de la Construcción implicaron siempre discusiones al momento de repartirse los turnos y un nivel de alta desconfianza para negociar el precio final con el que iban en cada licitación.
Cuando tocaba el turno de una empresa o consorcio, estas debían encargarse de buscar a sus más allegados a fin de que estos postulen como falsos concursantes y así dieran legitimidad al proceso. Esos “acompañantes” o “apoyos” se daban el trabajo de presentar expedientes y nunca debían mejorar la propuesta del elegido en precio o calidad.
El entonces gerente general de GyM, Juan Manuel Lambarri, precisó que en su compañía el responsable de armar los expedientes para la falsa competencia era el Departamento de Presupuesto.
Darse el trabajo de ser “el apoyo” de otros no era fácil. Ello se evidencia en un correo que Nicolay Castillo, como gerente comercial de GyM, redactó a modo de queja por tener que preparar un presupuesto cuando “no nos toca el turno”. El correo lleva el título “Provisional RV: Carretera Pto Ocopa- Pangoa”, que fue ganada por el consorcio de las empresas JJC, Eivisac y JACCSA, según lo había dispuesto el club.
Mientras los gerentes comerciales pasaron (Jaime Crosby entre el 2002 y 2009 y Nicolay Castillo entre el 2009 y 2015), Juan Manuel Lambarri estuvo en GyM SA como gerente general entre el 2001 y el 2014, y luego fue ascendido como gerente de Ingeniería y Construcción de Graña y Montero SAA, la matriz del grupo donde estuvo hasta el 2017. Desde sus privilegiadas posiciones, Lambarri ha dado testimonio de los inicios de GyM en lo que él llama “club de carreteros” el 2002 y también recordó el abrupto final, en diciembre del 2016.
Indecopi ha calculado en más de 13 mil millones de soles el monto total de las 112 licitaciones públicas que -según se ha acreditado- fueron concertadas por el cartel de constructores entre el 2002 y 2016. Sin embargo dicho cálculo solo corresponde a la suma de los valores referenciales con los que el Estado ofertó las obras, y no a las cifras del contrato. La suma de estos totales, e incluso el de los costos finales (adendas), es una tarea que a la fecha nadie ha hecho. El resultado será tan exorbitante como el poder que durante al menos 14 años logró tener el Club de la Construcción, donde los grandes lucraban a gusto y “los chiquitos no se sentaban en la mesa”.
Descargos
Respecto al alcance de las declaraciones citadas que sitúan el actuar del Club de la Construcción entre el 2002 y 2016, la empresa Graña y Montero respondió que “no puede dar declaraciones al respecto por tratarse de un proceso reservado que aún se encuentra en trámite”. No obtuvimos respuestas de los abogados de los exejecutivos citados.