Han transcurrido cuatro meses y medio desde que el COVID-19 empezó a golpear al país. Y hace dos meses, luego del fracaso de las primeras medidas, el ministerio de Salud enfocó esfuerzos en la atención primaria. La idea fue buena pero ¿cómo se ha puesto en marcha? IDL-Reporteros visitó varios centros de atención de la Dirección de Redes Integradas de Salud de Lima Norte -la que tiene la mayor proporción de infección por Covid de todo Lima (el 28,7%), según el reciente estudio de prevalencia del Minsa-, y vio lo que les describimos en las siguientes líneas.
El médico Hilgo Amaro atiende en el área Covid del Centro de Salud El Progreso, ubicado en la cuadra dos de la avenida Túpac Amaru, en Carabayllo. Él trata de ayudar no solo a los pacientes leves que acuden sino también a los moderados o graves, aunque la norma indica que debería mandarlos al hospital. Amaro sabe que será muy poco probable que encuentren un espacio allá. “En el hospital no los ayudan, los botan. Tienen que estar súper mal para que los reciban, ya están saturados”, indica.
El mayor problema para ayudarlos es que su centro no cuenta con oxígeno para pacientes COVID-19, a pesar de que el documento para manejo de casos ambulatorios del Minsa indica que sí deberían tener. Los pocos balones del centro se encuentran en emergencia y son para otras enfermedades. El Progreso tampoco puede trasladar a los pacientes porque no quieren contaminar la única ambulancia que tienen. La misma familia debe ocuparse de trasladar al enfermo con sus medios.
La médica Diana García, del Centro Materno Infantil Piedra Liza, en el Rímac, comenta que lo mismo sucede en su establecimiento. Al inicio de la emergencia se intentó dar soporte de oxígeno, pero la Diris no los abastecía. Los casos comenzaron a aumentar rápidamente y ya era muy difícil cubrir ese requerimiento. “Se dio oxígeno una semana [a pacientes covid], pero luego ya no se pudo brindar por la demanda que había. Habrán sido solo 3 o 4 [los pacientes atendidos]”, señala.
Esa es la realidad. ¿Cuál es la norma? El 9 de junio el Minsa publicó el documento de manejo ambulatorio de pacientes COVID-19, donde establecía que los casos leves le correspondían a centros de primer nivel y estos debían contar con oxígeno medicinal para las personas contagiadas.
¿Para qué sirve la norma cuando la realidad es lo opuesto?
Médicos como Amaro ayudan en lo que pueden, a la vez que tratan de sobrevivir. No tiene seguro de salud -según su contrato, no le corresponde-, no recibe ningún bono Covid a pesar que atiende a diario a pacientes con el virus, y le deben dos meses de sueldo. Hace un par de días recién le depositaron lo de mayo. “Siempre demoran en pagar a terceros, pero esta situación es diferente”, cuenta Amaro, que resalta que en pandemia la necesidad de contar con dinero para su familia es más apremiante.
Amaro es uno de los cerca de 1700 trabajadores con contratos en modalidad de terceros en Lima Norte. En las entrevistas que hizo IDL-R a personal de casi una decena de centros, todos los trabajadores bajo esta modalidad reclamaron por falta de pago desde hace meses.
Aparte de eso, el doctor Amaro tiene que comprar sus propios equipos de protección personal. Considera que los que manda la Diris no son idóneos. Ha gastado aproximadamente 200 soles en una mascarilla con filtro para vapores. “Yo he invertido en mi salud, sino ya me hubiera contagiado”, indica Amaro, “Lo último que mandó la Diris fue una mascarilla que era como un caparazón que no sirve para nada, es una burla al personal de salud”. Su mandilón lo usa ya 4 días, cuando solo debería durar un turno. No hay opción: no les envían los suficientes.
Las obstetras del Centro Materno Infantil de Zapallal han tenido también que comprar un mandilón de manga larga para reemplazar el mandil que reciben de la Diris. Les costó 50 soles.
El Centro se encuentra en el cruce de la avenida Gambetta y la Panamericana Norte, en Puente Piedra. Al frente del establecimiento se alza una pequeña carpa destinada a triaje Covid, sucia y con agujeros. Son las dos de la tarde de un viernes y no hay médicos atendiendo la carpa, ni implementos que indiquen que los hubo. El médico jefe de turno tampoco se encuentra en el local.
Como en teoría las obstetras del Centro no ven directamente casos Covid, la Diris les entrega unas mascarillas blancas delgadas. “Nosotras atendemos partos de gestantes con Covid activo porque vienen ya con las justas y solo nos dan esto para protegernos”, señalan. No les quedó otra alternativa que comprar mascarillas adecuadas y protectores faciales con su dinero.
Claudio Ramírez Atencio, director de Diris Lima Norte, pinta un cuadro diferente.
El Progreso, indica, fue nombrado hace poco como un “punto Covid” por la Diris, es decir, un centro donde uno puede hacerse una prueba de descarte. Ramírez Atencio resalta que su Dirección tiene la mayor cantidad de puntos Covid (68) de todo Lima, y que cada punto mantiene un stock de 100 pruebas rápidas.
Sin embargo, personal de salud del área triaje de El Progreso indicó a IDL-R que ellos no tienen pruebas para el punto Covid. La directiva del centro es que las pocas que tienen solo se usen en gestantes. Así que el diagnóstico de Covid solo se realiza por los síntomas. La mayoría de puntos Covid visitados solo tienen pruebas para gestantes.
De hecho, entre el cuadro descrito por Ramírez Atencio y lo que IDL-R pudo ver en el lugar hay por lo menos una marcada disonancia.
Ramírez Atencio afirma que el soporte de oxígeno en el primer nivel solo se está dando a domicilio, a través de equipos de respuesta rápida (ERR) y seguimiento clínico (ESC) -previa llamada al call center Covid de la Diris-, los que también entregan un pulsioxímetro para que la persona pueda controlar la saturación de oxígeno en su sangre. Los ERR y ESC, sin embargo, son enviados por el call center que, como IDL-R comprobó, no se da abasto. En cada turno 20 a 30 personas contestan las llamadas de todo Lima Norte, donde hay más de 2 millones 800 mil habitantes.
El Centro de Salud El Progreso es un ejemplo de cómo -a falta de recursos y acciones- el personal debe ingeniárselas para enfrentar la pandemia con sus propio medios. Construyeron el área de triaje con su dinero. “Mi jefe ha sacado de su propio bolsillo, ha botado la pared, el espacio se ha techado; yo he puesto para la impresión del cartel (…) todos hemos puesto de nuestro propio bolsillo”, cuenta María Katia La Torre, presidenta del cuerpo médico de Lima Norte, “Hemos gastado regular, el director [de la Diris] no pone”.
¿Falta dinero? El presupuesto asignado a la Diris Lima Norte para el rubro «Prevención, Control, Diagnóstico y Tratamiento de Covid» es de alrededor de 16 millones 700 mil de soles.
La médica Maruja Moreno, quien era directora del centro de Piedra Liza durante la visita de IDL-R, indica que recién en junio la Diris les envió pruebas rápidas y medicamentos para casos leves, a pesar que estuvieron atendiendo casos durante toda la pandemia. Actualmente, el centro pide 600 frascos de ivermectina al mes, pero solo le envían 60. A la semana se les acaba el stock y deben pedir más. Quedan varios días esperando a que llegue el nuevo lote. “En promedio recibimos casi 20 pacientes diarios por sospecha Covid”, cuenta Moreno, “pero ahora están aumentando los pacientes, queremos que aumente también el stock que recibimos”.
De acuerdo al documento de tratamiento ambulatorio, todos los centros – sin importar el nivel- deberían tener un triaje diferenciado, para que el paciente pueda obtener atención sin poner en peligro de contagio a otros pacientes. Pero esto no pasa en los puestos de salud, como el de Primavera en Comas. Como en teoría no atienden casos Covid, no reciben equipos de protección adecuados. Sin embargo, el médico jefe indica que de todas maneras están viendo pacientes que tienen los síntomas. De acuerdo con el médico, esto ha ocasionado una serie de contagios.
“Tenemos promociones de Covid. Tenemos la promoción de abril (el personal de salud que se contagió en ese mes), de mayo, junio y julio. Yo fui la promoción de julio”, cuenta con irónica acidez.
Si las cosas van de esa manera en las postas y otros centros de asistencia, ¿cómo se maneja la atención remota y la telemedicina en esa área?
Para evitar que el paciente con síntomas de Covid tenga que desplazarse, se crearon equipos de respuesta rápida (ERR) y seguimiento clínico (ESC) de Covid. Los primeros se encargan de visitar a las personas que llaman al call center de la Diris y que, tras evaluación telefónica, son registrados como altamente probables de tener el virus. Estos equipos (ERR) tienen como misión llegar a las casas, hacer las pruebas rápidas y dejar tratamiento. Mientras tanto, los equipos de seguimiento monitorean la evolución de la infección del paciente telefónicamente y, de agravarse los síntomas, realizan una visita domiciliaria. En Lima Norte, se nos informó, hay aproximadamente 100 equipos de respuesta rápida y 40 de seguimiento.
En el terreno, los números expresan sobre todo escaseces. Uno de los médicos que trabaja como parte de los equipos de seguimiento clínico que realizan monitoreo telefónico a los casos Covid de Diris Lima Norte (y que prefiere no ser identificado), pide con urgencia más personal. “No tenemos recursos humanos suficientes, las computadoras no son suficientes, no tenemos internet hace varios días”, dice.
Él cuenta que sus compañeros tienen que usar los datos de sus celulares para poder entrar al SIS COVID (registro nacional de casos confirmados), lo que retrasa los reportes. Son solo 20 los encargados de hacer seguimiento telefónico en todo Lima Norte, cada uno recibe alrededor de 100 llamadas al día. El médico calcula que deberían ser al menos 70 para una población tan grande. “Muchos pacientes se quedan sin ser llamados y algunos, entre su primera prueba positiva hasta su primera llamada, pasa una semana, un poco más. Con PCR demora hasta 15 días (…) En teoría debería ser de 3 a 5 días pero la realidad no es así”, precisa.
La incompetencia y la mala administración de esfuerzos y recursos no demuestra que la atención primaria no funcione sino, por lo contrario, que cuando tiene la eficiencia básica es de utilidad decisiva.
Para el veterano experto en lucha contra epidemias, Augusto Salazar, médico neumólogo del Hospital Dos de Mayo, fortalecer la atención primaria no solo resulta mucho más barato sino logra un impacto beneficioso en mayor cantidad de personas.
Con base en su experiencia, Salazar elaboró ya a inicios de mayo una propuesta sobre cómo hacer frente a la pandemia en establecimientos de primer nivel. Para evitar la aglomeración en los hospitales, los pacientes debían ser atendidos en centros de menor nivel cercanos a sus domicilios; especialmente en los Centros Materno Infantiles (CMI), que están mejor equipados y cuentan con mayor personal. A estos últimos se debía equipar también con oxígeno medicinal para que puedan atender casos moderados.
Se trata de una estrategia simple y eficaz. Pero que para tener éxito debe hacerse simplemente bien.
¿Cómo lo hace la Diris? Ramírez Atencio explica que la falta de pago a terceros se debe a una demora en la aprobación de una transferencia económica. “No había partida presupuestal, no había dinero. Hace una semana recién salió un decreto de urgencia del ministerio de Economía, con transferencia económica para el ministerio de Salud”, alega. Ramírez asegura que cumplirán con todos los pagos que faltan esta última semana de julio.
Sin embargo, de acuerdo con lo que vio IDL-R, en los establecimientos sin equipos adecuados, sin implementos, sin oxígeno y sin pago, no quedaban muchas energías para las terapias porque resultaba más urgente protestar.
Cargando mandilones rotos, mascarillas no aptas y las quejas de sus compañeros de trabajo, el viernes 24 de julio, la Coalición de Gremios de trabajadores de Diris Lima Norte se reunió en el Centro Materno Infantil de Santa Luzmila II para enviar una carta firmada a la ministra Pilar Mazzetti, pidiendo que mejoren sus condiciones laborales con urgencia, el traslado de terceros a modalidad CAS, entre otras cosas. La carta no ha tenido respuesta hasta ahora.
¿Es un exceso la protesta laboral en emergencia? Por lo visto en este caso, la protesta laboral es un mecanismo de emergencia para hacer posible el cumplimiento de la misión.