Empezó hacia fines de la semana pasada, primero con los mensajes de un productor de Phillip Butters, seguidos y subrayados poco después por los anuncios de este: tenían una ¡bomba! entre las manos. Era una bomba tan bomba, tan reventadora, fragmentante, pulverizadora que iba a cambiar la historia de estos tiempos. ¿Y quién era el objeto de esas explosivas revelaciones? ¡Gorriti, quién más! “¡Tiembla, Gorriti!”, fanfarroneó el productor de Butters en uno de sus mensajes anticipatorios.
Llegó la noche del lunes 23, hubo ingenuos o noveleros que se prepararon para el tronante centelleo de la prometida madre de todas las bombas.
Pero lo que se expuso como la gran novedad esa noche en el programa de Butters no alcanzó siquiera la resonancia del eructo de un piojo.
Llámenlo como quieran: publicidad engañosa, distorsión informativa, intento de desactivación del caso Chibolín, enceguecedora estupidez… de repente todo lo anterior. El resultado fue que Butters protagonizó la madre de todos los ridículos hasta para los fachos de la desinformación.
Ya ustedes, lectores, saben qué pasó. La “bomba” sobre Gorriti no era sobre Gorriti y no era bomba. Se trataba de una investigación fiscal sobre un supuesto desbalance en los ingresos del fiscal José Domingo Pérez, que ya había sido informada por diversos medios y cuyo desarrollo reciente dejaba sin base a esa supuesta discrepancia entre gastos e ingresos.
¿Y qué tenía que ver Gorriti, este servidor, con eso? Pues, según el abortado proyecto de periodista que es Butters, que yo sabía, o debía saber sobre eso (el adefesio de ‘bomba’ que transmitió), y que lo había callado.
Los intentos del día siguiente, de sostener su ridícula estupidez con el truco de acumularle mayor desinformación, solo añaden descrédito al que ya tiene acumulada esa patética encarnación del quiero-y-no-puedo.
Supongamos por un improbable rato que Butters tuviera un rapto de arrepentimiento y decidiera sacar reportajes en verdad reveladores. Y que no supiera por dónde empezar.
Para otros, eso no sería fácil, pero para él sí. Porque le bastaría convertir sus fechorías en confesiones y estas en revelaciones para que no le falten temas durante mucho, mucho tiempo.
A continuación, la primera de varias sugerencias de las auto-revelaciones confesionales que podría sacar a luz. Hay muchos más temas de interés, pero por algo podría empezar.
• Complicidad con las acciones delictivas de la destituida exfiscal de la Nación, Patricia Benavides y el círculo mafioso que maniobraba a través de ella.
En su confesión como colaborador eficaz (detalle fundamental en todos los casos, pero especialmente en el de este personaje) Jaime Villanueva contó cómo fue la participación operativa de Butters en el complot para suspender y destituir al fiscal Rafael Vela, para que los mafiosos ganaran el control de las investigaciones sobre lavado de activos y las del caso Lava Jato.
En su declaración confesional del 12 de marzo de este año, Villanueva contó, en su calidad de participante directo y central en esos hechos, el papel que jugó Butters como cómplice de esa maniobra.
El colaborador eficaz partió de una descripción general:
Con Patricia Benavides como fiscal de la Nación y con Fernández Jerí a la cabeza de la Autoridad de Control del Ministerio Público, el plan, según confesó el colaborador eficaz, se puso en marcha.
La parte final del plan para suspender y destituir a Rafael Vela demoró más de lo previsto, por la defensa de su propio caso que hizo Vela, y entonces, según el delator premiado, sucedió lo siguiente:
Con el certificado médico que Patricia Benavides le hizo llegar, con instrucciones precisas, Butters procedió de acuerdo con lo planeado, como verán aquí.
No solo eso, aparte de revelar el certificado médico y el nombre del médico que lo había emitido, Butters realizó servicios adicionales a la organización de Patricia Benavides, según relató, por su parte, Rafael Vela a los fiscales de la Eficcop:
Como se ve, Butters no solo reveló, con distorsión caricaturesca, el certificado médico de Vela que la entonces fiscal de la Nación le había hecho llegar, sino que hizo que uno de los conductores de su canal PBO, Enrique Montenegro, que también es productor y reportero de Milagros Leiva en Willax, acuse al médico que lo expidió (y al hermano de Vela, que también es médico) de haber expedido un “certificado médico falso”, con lo cual, uno de los fiscales al servicio diligente de Patricia Benavides abrió una investigación penal al aterrorizado médico.
¿Cómo se armó la complicidad operativa entre Patricia Benavides y Butters? ¿Qué otros personajes intervinieron en ello? ¿Con qué fines mediatos, aparte de la destitución inmediata de Rafael Vela?
Si Butters decide confesar, ahí sí que tendremos una historia interesante.
Hay muchas otras del mismo personaje, tan o más reveladoras. Irán saliendo, pues, como dijo Lao-Tsé:
“Un camino de mil millas empieza con un paso”.