El colaborador 004 fue archivado y sus revelaciones pudieron perderse. Pero Jorge Cuba no calló.
Cuando la anormal cancelación del proceso de colaboración eficaz saltó a la luz, los fiscales del nuevo equipo especial de investigación entraron en contacto con Cuba para averiguar si este decidía reafirmar lo dicho, ampliarlo y a la vez aclarar desde su perspectiva porqué se anuló su proceso de colaboración eficaz.
En tres interrogatorios diferentes – el jueves 20 de este mes; el viernes 21 y este lunes 24 – Cuba respondió, en continua referencia factual a su malograda colaboración eficaz, las preguntas de los fiscales y procuradores presentes en una o más diligencias. Participaron los fiscales José Domingo Pérez y Gladys Rojas Castro; la procuradora adjunta ad hoc del caso Lava Jato, Silvana Carrión, y los procuradores Cynthia Aragón y Rodrigo Zegarra. Cuba fue representado en días diferentes por el abogado Víctor Ortiz Prada y por su hermano y también abogado Eduardo Cuba.
Sobre su proceso de colaboración eficaz, que frustró el fiscal Sergio Jiménez, Cuba pidió “dejar sentada mi posición que los argumentos esbozados por el fiscal Sergio Jiménez para negar mi solicitud, no se ajustan a la verdad. No es verdad que no haya aceptado los cargos, porque esa es la condición inicial para someterse a un procedimiento especial y recibir un código. Y los hechos narrados han sido muy claros al igual como lo he manifestado en estas declaraciones”.
No solo eso. Cuba solicitó también el viernes pasado dejar constancia de que la información proporcionada en las diligencias fue entregada a los fiscales Marcial Páucar y Sergio Jiménez en marzo y abril del año pasado, para que sea utilizada en las investigaciones y como parte de sus aportes en el proceso de colaboración eficaz. Dijo que entregó información sobre otros casos, que ha sido utilizada para iniciar investigaciones y hacer detenciones. Sin embargo, “dichos aportes han sido atribuidos a otra persona también sometida al proceso especial”.
De hecho, Cuba no solo reiteró la información entregada en lo que supuso iba a ser un proceso de colaboración eficaz, sino que, en ocasiones, la amplió y explicó.
¿Es información importante? Vaya que lo es.
Ahora, sin código pero sin amnesia, el testigo Jorge Cuba recuerda, precisa, amplía e informa.
Contactos tempranos con Odebrecht
La primera relación importante de Cuba con Odebrecht fue, según su confesión, a través de Luis Meneses Weyll, quien eventualmente lo dejó en contacto con Carlos Nostre, luego director de Contratos de la constructora.
Cuba recuerda que cuando fue asesor de Enrique Cornejo en el ministerio de Transportes y Comunicaciones – antes de ser designado viceministro –, se reunió en una oportunidad con Meneses Weyll. El ejecutivo de Odebrecht le explicó que estaba tratando de solucionar las controversias que la constructora tenía con el MTC por la IIRSA Sur y que enviaría una carta a Cornejo para paralizar las obras. Según Cuba, el ministro dispuso que la dirección de concesiones lo recibiera y viera la forma de solucionar los temas no atendidos por la gestión anterior. “El día en que el señor Luis Meneses Weyll se iba a ir del Perú, se apareció en mi oficina cuando yo era ya viceministro de Comunicaciones para agradecerme por haberlo atendido cuando había sido asesor del ministro, y en dicha oportunidad vino con el señor Carlos Nostre, quien sería el indicado en reemplazo en todas las gestiones en el MTC…”.
Tanteos de soborno
Uno de los puntos más interesantes y reveladores de las confesiones de Cuba es cómo le sugirieron aceptar sobornos y le explicaron su posición en el cuadro global de las coimas con las que Odebrecht aseguraba influencia y operatividad en sus proyectos. El encargado de hacerlo y de mantener el contacto con él fue Carlos Nostre.
Según recuerda Cuba, “Nostre estaba buscando apoyo de los miembros del Comité y de mi persona y buscó contactarse con cada uno de ellos por separado”. Lo hizo y luego vino el tanteo, la propuesta explicada y la aceptación de Cuba. Aquí, lo importante fue la explicación:
“En más de una oportunidad Carlos Nostre estuvo tanteando cómo pedir el favor y cuando lo hizo le manifesté […] que no había tenido ninguna injerencia en la dación de los decretos de urgencia […] que estas eran decisiones que obedecían al ministro Cornejo y al presidente García […] y ahí fue que Carlos Nostre me indicó que quería un apoyo para que el proyecto caminara, con esas palabras, en los plazos previstos […] que no me preocupara por lo demás porque su jefe Jorge Barata venía trabajando directamente con el Presidente Alan García para el apoyo correspondiente; entonces le dije que si tenía el apoyo a ese nivel para qué necesitaba mi apoyo, y me respondió que era necesario porque era política de ellos trabajar también con los de abajo porque ellos son los que le imponen el ritmo al proceso y son los que en efecto sacan adelante los proyectos…”.
Por si hubiera algún problema de comprensión, Nostre le explicó la política de influencias [y sobornos] de la empresa.
“Carlos Nostre me indicó que ellos trabajaban en dos segmentos, [el] segmento de los operadores políticos y el segmento de los operadores funcionales. En el primer bloque, de los operadores políticos, se encuentran las personas encargadas de construir el marco legal adecuado para operar sus proyectos […] las altas autoridades, en este caso, como me lo mencionó Carlos Nostre, Jorge Barata trabajó con el presidente Alan García; y para el segundo caso, de los operadores funcionales que son los encargados de viabilizar los proyectos de la empresa Odebrecht lograron el apoyo en los términos que he explicado de parte del suscrito y de Oswaldo Plasencia”.
En su colaboración eficaz frustrada, Jorge Cuba narró que cuando la Línea 1 del Tramo 1 del Tren Eléctrico estuvo listo “y no existían los trenes, el presidente Alan García fue directamente quien llamó a Italia para averiguar la posibilidad de que trenes italianos puedan ser incorporados al proyecto, ya que había únicamente 5 vagones y se requerían mucho más a fin de tener una frecuencia más corta.
La idea era buscar los trenes del mismo proveedor del año 1985, entonces se tomó conocimiento de que los trenes que se compraron en el primer gobierno de Alan García pertenecieron a una empresa que se llamaba ANSALDO. Alan García llamó y coordinó directamente a Italia para que se gestionara una adquisición repotenciada de esos mismos trenes, pero al final no prosperó porque esos trenes estaban destinados a la municipalidad de Roma. También Alan García realizó llamadas a Italia y a Brasil para tener una idea de cuánto costaba el proyecto, interesado personalmente. Eran llamadas hechas desde Palacio de Gobierno”.
Las reuniones entre Cuba y Nostre ocurrían, de acuerdo con el testimonio, en cafés y restaurantes, sobre todo en el San Antonio de Magdalena y el Don Mamino de Conquistadores. Según Cuba, cuando Nostre le explicó cómo trabajaban con los “operadores políticos y los funcionales”, lo hizo acompañado por otro funcionario de la compañía: Sergio Nogueira Panicali.
Luego, Nostre le explicó a Cuba que el abono de los sobornos tendría que hacerse en cuentas del extranjero, por ser un PEP [persona expuesta políticamente]. Cuba afirma haberse resistido a hacerlo, hasta que, en una reunión en el restaurante El Bolivariano, Nostre le presentó al banquero delivery, que solucionaba con eficiencia esos temas. Era un uruguayo llamado Francesc Xavier Pérez Giménez que traía los servicios de la Banca Privada de Andorra a la comodidad del restaurante más cercano.
Andorra en Lima
Francesc Xavier Pérez Giménez era, en la descripción de Cuba, un banquero de contextura delgada, estatura mediana, “casi peladito”, que llevaba lentes y vestía de “sport elegante”.
Fue presentado por Nostre como vicepresidente de la Banca Privada de Andorra, el banco de elección (a veces única) para una buena cantidad de funcionarios peruanos cutreros o meramente corruptos.
Pérez Giménez llegó al Perú, recordó Cuba, más de 15 veces entre 2010 y 2015. Utilizaba tanto pasaporte uruguayo como andorrano y se quedaba cuatro o cinco días, alojándose por lo general en el hotel Royal Park o en el Novotel, ambos convenientemente cercanos a la oficina de Odebrecht. Traía no solo los formularios para abrir cuentas (y la información sobre las que ya existían), sino se encargaba también de formar offshores. Dejó un teléfono y un correo electrónico al que si uno le escribía era probable que contestara: x.perez@bpa.ad. Con él Cuba abrió empresa (Hispamar) y cuenta offshore – como varios otros – y recibió luego información (en su caso de Carlos Nostre, cercano a todo el proceso) sobre el dinero que había sido depositado para pagar su soborno.
Dos amigos
¿Cómo vio el ‘funcional’ la relación con el ‘político’?
Cuba, cuyo manejador era Nostre, pudo ver de cerca la estrecha relación entre el entonces presidente Alan García con Jorge Barata. Fue “testigo de la familiaridad y amistad que existía entre Jorge Barata y el presidente García, porque yo he estado presente en diversas visitas que hacía el presidente García a las obras, en las que yo también participaba porque me invitaba el ministro Enrique Cornejo”.
Cuba estuvo en unas tres visitas al Tren Eléctrico; por lo menos una a Olmos, otra a IIRSA Norte, a la inauguración del puente Billinghurst en IIRSA Sur. Ello le permitió observar que la “… amistad entre el presidente García y Barata se da por la familiaridad en el trato, porque se sentaban juntos, tomaban juntos, comían juntos, y eso ha sucedido en todas las visitas en que he participado”.
Nostre ya se lo había explicado. Abajo estaba la gente como Cuba, los que ayudaban, pago de por medio, a que los proyectos caminaran como quería la compañía. Arriba estaban los que decidían – García, Cornejo–. Ahí no operaban los Nostre (por lo menos no entonces) sino los Barata haciendo amistad en los negocios a través de los negocios de la amistad.