“Pese al volumen y la crudeza de las revelaciones de los delatores de Odebrecht, persiste una enorme laguna en las centenares de horas de declaraciones judiciales reproducidos por la prensa a lo largo de los últimos días […] O el mayor esquema de corrupción del planeta se desarrolló bajo las barbas de jueces ineptos o desinformados, o la empresa escondió a los ojos del público (y del Ministerio Público) la participación (o la omisión deliberada, o la complacencia, o todo eso junto) de la Judicatura en las irregularidades cometidas a lo largo de los años”.
Así empieza, y bajo el mismo título que encabeza estas líneas, el artículo de la periodista brasileña Malu Gaspar, publicado el martes 18 en la revista Piauí.
“Si se sabe” continúa Gaspar, “que para Odebrecht todos tenían un precio, no tiene sentido imaginar que los jueces brasileños eran la excepción”. Porque lo evidente es que, entre las decenas de políticos de toda procedencia e ideología, de funcionarios y de empresarios denunciados en la llamada “delación del fin del mundo”, no figuran jueces.
Y ello pese a un testimonio, referido en detalle por Gaspar, del ex-senador Delcídio do Amaral. Amaral afirmó que la ahora ex presidenta Dilma Rousseff nominó al juez Marcelo Navarro al Tribunal Superior de Justicia, “a cambio de su voto favorable a la liberación de Marcelo Odebrecht y del presidente de Andrade Gutierrez, Otávio Azevedo. Ambos empresarios, entonces detenidos en Curitiba, habían presentado recursos de habeas corpus demandando ser puestos en libertad.
De acuerdo con el testimonio de Amaral, citado por Malu Gaspar, el entonces presidente de la Corte, Francisco Falcão, le habría garantizado tener los votos necesarios para fallar en favor de Odebrecht y Azevedo». Navarro votó a favor de la liberación, pero otros vocales, informados del acuerdo, se rebelaron y rechazaron el recurso.
Como era de esperar, todos los mencionados negaron la denuncia de Amaral, aunque –en las palabras de Gaspar– “en los subterráneos de Brasilia circularon diversas versiones respecto de los términos y valores del acuerdo entre Falcão, el gobierno y Odebrecht. [Por eso] La delación de los ejecutivos de la empresa debería por lo menos esclarecer si un relato tan grave es verdadero o falso. Hasta ahora, sin embargo, reina el silencio”.
En medio de la delación coral de Odebrecht, siguen en pugna dos estrategias. De un lado, para Odebrecht, “proteger a los miembros de la Judicatura es la estrategia obvia para una empresa cuyo futuro estará repleto de contenciosos judiciales por resolver y que además contempla un serio riesgo de quiebra”, escribe Gaspar.
La estrategia de los fiscales, por su lado, luego de percibir la de Odebrecht, habría sido la de seguir el juego para lograr el acuerdo de delación corporativa. En la parte final, informa Gaspar, “exigieron algo que les puso los cabellos de punta a los abogados de la empresa: Todos los documentos relativos a los contratos con estudios de abogados hechos por Odebrecht durante el período que duró el esquema de corrupción, deberían ser entregados al Ministerio Público”.
Si en el Perú se hubiera hecho una exigencia similar los socios de una treintena de los principales estudios de abogados del país hubieran sufrido algunos síntomas adicionales al del pelo erizado.
Para el Ministerio Público brasileño, esa medida les facilitará identificar el pago de sobornos a jueces a través de parientes o testaferros. Si esa estrategia se sigue en forma consistente, pese a los riesgos que entraña para los fiscales, podrá esperarse, escribe Gaspar, “que la caja negra de la Judicatura sea abierta en breve”.