En la última parte de la guerra, una inesperada y riesgosa batalla.
Cuando el juggernaut anticorrupción en Brasil parece a punto de coronar la más importante y veloz campaña judicial contra la corrupción en ese país, y probablemente en el mundo; un contraataque agónico armado en una madrugada de luto en la Cámara de Diputados de Brasil, se erigió como una amenaza real, un “Frankenstein” (al decir, entre otros) del periodista brasileño André de Oliveira) que ataca a sus creadores y amenaza todo el esfuerzo anticorrupción en las vísperas de la victoria.
A primera vista, el proceso se encamina a un épico desenlace. Las delaciones premiadas de la Corporación Odebrecht comenzaron a firmarse desde inicios de diciembre. Con su ex presidente, Marcelo Odebrecht, por delante, 77 altos ejecutivos de la firma (entre quienes se encuentra Jorge Barata, su representante en el Perú durante años de decisivas contrataciones) firmarán acuerdos de delación premiada y comenzarán a contar lo que saben sobre trampas, cutras y sobornos, en Brasil y también fuera de él.
Previamente, como primer paso, Odebrecht firmó un acuerdo de lenidad (o “ajuste de conducta”) con el Ministerio Público Federal que sentó las bases de la confesión masiva de delitos. En el acuerdo:
• Odebrecht se compromete a pagar casi dos mil millones de dólares como penalidad y restitución a lo largo de un plazo de 20 años. Parte de esos pagos se harán fuera de Brasil, a autoridades de Suiza y Estados Unidos, aunque la mayor parte se desembolsará en ese país.
• La corporación publicó una “Carta abierta” en todos sus medios de comunicación y en todas sus sus oficinas en la que reconoce haber participado en “prácticas impropias en su actividad empresarial”. Admite que eso fue “un gran error, una violación de nuestros propios principios, una agresión a valores consagrados de honestidad y ética”. Y por eso “Odebrecht pide disculpas”.
• Odebrecht indica que “aprendió muchas lecciones de sus errores.[…] Con la capacidad de gestión y entrega de Odebrecht, reconocida por los clientes, la competencia y el compromiso de nuestros profesionales y la calidad de nuestros servicios definitivamente no necesitábamos haber cometido esos desvíos”.
• Para guiarse en los difíciles caminos de la reforma, Odebrecht informa haber aprobado un “Compromiso Odebrecht para una actuación Ética,Íntegra y Transparente”, que consta de diez puntos (curiosamente, la misma cantidad de la medidas que el Ministerio Público brasileño propuso para derrotar la corrupción).
Los diez puntos de Odebrecht son claros y concretos. Los dos primeros, por ejemplo, mandan “Luchar contra la corrupción y no tolerarla en cualquiera de sus formas, inclusive extorsión y soborno”; y “Decir no con firmeza y determinación a oportunidades de negocio que entren en conflicto con este Compromiso”.
“Los ejecutivos de Odebrecht comienzan a firmar delaciones y un ‘maremoto’ se aproxima a Brasilia”. ¿Maremoto en la selva? […] La competencia en superlativos incluyó: “La noticia ha caído como una bomba nuclear en Brasilia”.
Ese cambio radical supone “Tener la convicción de que este Compromiso nos mantendrá en el rumbo de la Sobrevivencia, del Crecimiento y de la Perpetuidad”. El arrepentimiento, la confesión y el propósito de enmienda no representan, entonces, un seppuku corporativo sino lo que para Odebrecht es la única manera de sobrevivir y quizá hasta de prosperar.
Pero antes hay que delatar, con detalle y precisión, los delitos cometidos, sobre todo los sobornos. A quiénes, por cuánto, en pago de qué.
Para Odebrecht, la delación tiene un propósito adicional al de la reducción de penas: volver a contratar con el sector público en Brasil (y quizá fuera de él), algo esencial para su propósito de ‘perpetuidad’.
El inicio de la mayor temporada de confesiones de todos los tiempos produjo metáforas sísmicas y atómicas en la prensa brasileña.
“Los ejecutivos de Odebrecht comienzan a firmar delaciones y un ‘maremoto’ se aproxima a Brasilia”, fue uno. ¿Maremoto en la selva? Sí. Los despachos y los análisis lo repitieron con frecuencia: ‘alerta de Tsunami’, ‘maremoto’, pues la figura de la masa de agua que arrasa todo es lo que mejor describía y describe el horizonte de quienes se suponen o saben en el camino a ser descubiertos y a pasar de un presente poderoso a un inminente futuro penitenciario. La competencia en superlativos incluyó: “La noticia ha caído como una bomba nuclear en Brasilia”.
Maremotos, bombas nucleares: todo lo que pueden causar unas confesiones.
La presumible desesperación hizo que, en medio de ese proceso, la Cámara de Diputados brasileña acordara, en una votación de madrugada, medidas que si se llevan a cabo podrían hacer retroceder severamente la hasta ahora victoriosa lucha anticorrupción en Brasil.
En su columna en “El País”, Juan Arias escribió que “estaba casi amaneciendo (eran 4,19 de la mañana) cuando la mayoría de los diputados de Brasil, elegidos por la sociedad en las urnas, aprobaron el documento sobre las diez medidas contra la corrupción, apoyadas por dos millones de firmas, desfigurándolas hasta el punto que casi nada ha quedado del texto original”.
Las “diez medidas contra la corrupción” fueron promovidas por el Ministerio Público Federal como la reforma estructural en la ley que podría enfrentar sistémicamente y con éxito la corrupción.
Aparte de diluir el documento original, los diputados aprobaron casi por unanimidad (450 votos contra uno) una adición que establece el castigo a jueces y procuradores [fiscales] por “crímenes de abuso de autoridad”. ¿Qué califica como tal ‘crimen? Entre otras cosas, dañar “el honor, la dignidad y el decoro” de los investigados.
Las modificaciones han creado “un Frankenstein” legal, que en nada se asemeja a las diez medidas originales. Los procuradores de la Fuerza de Tarea del caso Lava Jato han amenazado con renunciar si el Senado aprueba la modificación y esta es finalmente promulgada por el presidente Temer.
El juez Sergio Moro, a cargo del caso Lava Jato, exhortó al Senado a parar las medidas aprobadas por los Diputados. Dada la importancia de la investigación en curso, dijo Moro, “este no es el mejor momento para considerar la legislación sobre abuso de autoridad”.
El problema es que para los diputados, buena parte de los senadores y quizá hasta el presidente Temer, no se trata del mejor sino del único momento que les queda antes de que las confesiones de los ejecutivos de Odebrecht remezcan Brasilia y les hagan pensar en un maremoto.
Es probable que hasta unos 200 diputados sean comprometidos en las confesiones como receptores de sobornos. En el Senado, su presidente, Renan Calheiros, enfrenta varias investigaciones sobre corrupción. Calheiros trató de pasar la ley aprobada por diputados con dispensa de comisión, pero falló.
A su turno, el presidente Temer y varios ministros de su gabinete tienen también acusaciones de corrupción. Y ahora que los diputados soltaron al Frankenstein en el Senado, con mapa del Ejecutivo, es difícil pensar que quienes tienen mucho que perder de las revelaciones contra la corrupción, intenten robustecer a los funcionarios de Lava Jato. Lo que puede frenarlos, en cambio, es la reacción de la gente, la movilización del pueblo.
Bajo la amenaza de que el Frankenstein de los diputados se haga ley, las confesiones desplegarán revelaciones y sorpresas a partir de ahora. No sé si hay un orden de menos a más o de territorio en las confesiones; o si habrá un elemento aleatorio que pueda, en medio de alguna delación gris, reventar el dato sísmico,la prueba inesperada.
Como queda dicho, Jorge Barata, que tuvo a su cargo el manejo de Odebrecht en el Perú, es uno de los funcionarios convocados para confesar. Barata ha sido identificado por los investigadores de Lava Jato como uno de los ejecutivos de Odebrecht que “tenían permitido” solicitar del Setor de Operações Estruturadas la realización de pagos ilícitos, para los sobornos vinculados con las obras de cada lugar en el que trabajaba la compañía.
(*) Reproducción de la columna ‘Las palabras’ publicada en la edición 2466 de la revista ‘Caretas’.