Luego de las confesiones de Luiz Mameri y Fernando Migliaccio, resulta necesario revelar en detalle cómo funcionó la “compleja y multimillonaria internacional de sobornos que creó y condujo Odebrecht”, como escribí la semana pasada al anunciar este artículo y otras notas que publicará IDL-Reporteros.
Antes de empezar, sin embargo, es necesario precisar que lo que se va a describir concierne solo a las acciones –los delitos, más bien– perpetrados por Odebrecht hasta el 2015. Hay mucha más información sobre Odebrecht que sobre las demás compañías incursas en el caso Lava Jato, brasileñas y peruanas. Tanto que, si uno se descuida, puede hacer olvidar los otros casos y contribuir así, involuntariamente, a la impunidad de estos.
Tengan, por eso, presente que cuando se abra el sorprendente (y a veces incongruente) escenario de la megacorrupción de Odebrecht, estarán viendo solo una parte de lo que ocurrió. Que será un conocimiento grande pero parcial, y que faltará todavía mucho por sacar a la luz. Hay que tener también presente que la corrupción aquí no fue solo perpetrada por compañías brasileñas y sus consorciadas nacionales. Otras compañías importantes, de otras nacionalidades, estuvieron en lo mismo.
¿Se acuerdan de Techint, por ejemplo? Según una nota publicada la semana pasada en “Perfil”, de Argentina, luego de una investigación colaborativa con otras publicaciones, Techint, “el gigante de la familia Rocca montó una red de sociedades offshore que, de acuerdo con las investigaciones judiciales de Brasil, Italia y Suiza, se utilizaron para gestionar fondos negros y pagar sobornos”. En el caso Lava Jato también.
La construcción de infraestructura en Latinoamérica utilizó la corrupción como parte importante de su amalgama. Por eso los altos costos y los sobrecostos, que pagan obras y parásitos.
¿Cómo fue? En su gran confesión corporativa, Odebrecht reveló cómo el espectacular crecimiento de la compañía y de la corrupción fueron al fin un solo proceso interdependiente.
Isaías Ubiraci Chaves Santos era uno de los más antiguos empleados de Odebrecht cuando llegó a confesar a los fiscales brasileños sobre su papel en los pagos de sobornos antes de y durante la existencia del Sector de Operaciones Estructuradas. Nacido en 1944, trabajó en Odebrecht desde 1970 conviviendo, según dijo, con tres generaciones de Odebrecht: el abuelo Norberto, el padre Emilio, el hijo Marcelo, que lo convocó a una reunión en “el primer semestre de 2004”.
“Marcelo Odebrecht me indicó que necesitaba efectuar algunos pagos no contabilizados [sic] para las obras”. Y que necesitaba a Ubiraci para “verificar algunos parámetros para hacer efectivos esos egresos”. Esos ‘parámetros’ (que luego cambiaron muy poco) eran: solo se pagaba [una coima, se entiende] “si la cuenta corriente de la obra (total de ingresos deducido de total de egresos) estuviese con saldo positivo y el valor [sic] a ser liberado para el participante [codinombre] estuviese limitado al valor aprobado por el Líder Empresarial que en aquella época (2004 a 2008) era el propio Marcelo Odebrecht”.
Ubiraci no tuvo problema en aceptar “el pedido de Marcelo, recordándole que el tema no era completamente nuevo para mí, porque durante determinado período en la década de 1970 fui subordinado de Antonio Ferreira que, entre otras actividades, era el responsable de [efectuar] los pagos indebidos [sic] en la CNO [Constructora Norberto Odebrecht]. En aquel período, a pesar de que mi actividad cotidiana era la contabilidad oficial de CNO, Ferreira solicitaba que lo sustituyese en ocasiones esporádicas”.
El pago de sobornos era una costumbre muy vieja. En su testimonio ante el Tribunal Electoral (diferente al que hizo como parte de su delación premiada), Hilberto Silva, el jefe y fundador del Sector de Operaciones Estructuradas, admitió haber creado el nombre, pero no la práctica.
“Existía un sector muy antiguo” declaró Hilberto Silva, “incluso en la época en la que el Dr. Norberto era todavía presidente de la empresa, que [la división de sobornos] fue jefaturada por una persona llamada Benedito Dourado da Luz. […] Después fue sustituido por una persona que yo conocía bien porque fue mi primer jefe en la empresa, el Dr. Antonio Ferreira da Silva Neto” (el mismo con quien trabajó Ubiraci).
Los pagos efectuados entonces, en la época de Dourado y Ferreira, declaró Silva ante los fiscales de Lava Jato, eran de $60 o $70 millones de dólares por año, efectuados a través de doleiros.
Marcelo Odebrecht convocó a Hilberto Silva en 2006, para hacerse cargo del trabajo de Ferreira pero llevándolo a otro nivel. “Marcelo me dijo que tenía una perspectiva muy grande de crecimiento de la empresa y consecuentemente del crecimiento del área”. El nombre de “sector de operaciones estructuradas […] fue dado ya en la gestión de Marcelo. No sé quién lo inventó. Estuve en contra en esa época porque encuentro que no tiene nada que ver [con lo que hacían]”. Sin embargo, el nombre quedó. Y el área creció.
Vaya que creció. Si en 2006 y 2007 Operaciones Estructuradas pagó 60 y 80 millones de dólares respectivamente, el crecimiento en el volumen de pagos de soborno se disparó desde 2008. Ese año el SOE pagó 120 millones de dólares; el 2009 saltó a 260 millones; el 2010 a 420 millones; el 2011 a 520 millones; el 2012 a 730 millones; el 2013 a otros 730 millones; y el 2014, cuando ya había estallado el caso Lava Jato, se redujo a unos todavía impresionantes 450 millones de dólares. En total fueron 3 mil 370 millones de dólares en coimas repartidas durante 8 años.
La explosión de sobornos correspondió al crecimiento de la Corporación. En esos años, Odebrecht crecía alrededor del 8% por año, operando en tres continentes. Con más proyectos, más costos, más sobrecostos. En su estrategia, el crecimiento exigía ganar cada vez más contratos; y para lograrlos, la receta era sobornar.
¿De dónde salían los cientos de millones que se dedicaban a la coima? La respuesta puntual la tuvo el encargado de “generación de recursos”: Marcos Grillo. Nacido en 1951, empleado en Odebrecht desde 1990, como economista, Grillo llevaba casi 20 años en la compañía cuando Marcelo Odebrecht lo convocó para encargarle la misión de conseguir los multiplicados montos de dinero con que se pagarían los sobornos. El puesto ya existía, a cargo de Jorge Alonso “por lo menos por 10 años”. Pero fue Grillo quien pasó de tener que conseguir decenas a cientos de millones de dólares por año. Casi nada provenía de Brasil. Grillo viajaba de un país al otro. “Se hablaba de ‘Planeamiento Fiscal’”, pero la verdad es que las actividades realizadas constituían la creación de costos ficticios para maximizar los resultados gerenciales que, en consecuencia, resultaba en la generación de Caja 2”, dijo Grillo en su confesión.
¿Cuánto ‘generó’ como promedio? “Estimo los volúmenes de generación anual de Caja2 en alrededor de 600 millones de dólares por año”, dijo Grillo.
Su trabajo se mantenía en compartimientos estancos respecto del Sector de Operaciones Estructuradas. “Reafirmo la separación (“chinese wall”) entre los programas de evasión fiscal/generación de caja 2, en el que yo participaba, con los de la destinación final de caja 2, el Sector de Operaciones Estructuradas, en consonancia con la expresa determinación de Marcelo Odebrecht”.
Así, la “generación de recursos” y el sector de operaciones estructuradas estaban mutuamente compartimentados. Y el SOE no conocía a quién pagaba los sobornos. Marcelo Odebrecht, jefe de todo el proceso, había creado una rigurosa compartimentación en el proceso de una cutra con esteroides.
Hilberto Silva advirtió que el crecimiento se había descontrolado. Que iba a reventar. Y reventó.
¿Reventó por el descontrol, por Lava Jato, por ambos? Lo veremos pronto, junto con otros personajes, en las siguientes publicaciones.
(*) Reproducción de la columna ‘Las palabras’ publicada en la edición 2537 de la revista Caretas.