Leer el especial: LA EPIDEMIA INVISIBLE
En el espectro de amenazas que enfrentan los pueblos de la Amazonía —despojo de tierras, contaminación por empresas extractivas, tala ilegal, cambio climático, entre otros— crece una tragedia de salud que se conoce poco: la epidemia del VIH.
No se sabe exactamente cuándo llegó este mal silencioso a esta región, pero en los últimos años, el aumento de las pruebas que detectan el virus ha revelado un escenario alarmante: las provincias con mayor cantidad de casos de VIH por número de habitantes se encuentran en la selva, y cuentan con gran cantidad de población indígena.
El VIH sobrepasa los conocimientos que estos pueblos tienen sobre las enfermedades, porque no se parece a ningún otro mal conocido: puede permanecer en el cuerpo durante años sin manifestarse y, hasta el momento, no tiene cura definitiva.
Médicos y científicos sociales coinciden en que la asociación de este virus con la brujería, la falta de información, las creencias sobre sexualidad y la migración son algunos de los principales factores de su propagación en la selva peruana. Esto, en un contexto de pobreza, de precario acceso a servicios de salud, de falta de educación sexual, y con la llegada de industrias extractivas y actividades ilegales, han convertido a las naciones amazónicas en un blanco fácil frente a la epidemia.
El Estado desarrolló en los últimos años programas con fondos internacionales para que los pueblos amazónicos sepan prevenir y tratar el VIH. Pero estas acciones son insuficientes para frenar su expansión. Solo se ha intervenido en dos regiones, el presupuesto regional para este rubro sigue siendo muy escaso, y el protocolo específico de atención de VIH está por implementarse. Mientras tanto, en las comunidades indígenas, menos de la mitad de pacientes con VIH sigue el tratamiento. La tasa de mortalidad por el virus, decreciente a nivel nacional, va en aumento en la Amazonía.
IDL-Reporteros, en alianza con Connectas, recorrió las dos regiones del Perú con más casos de VIH en población indígena —Loreto y Amazonas—, y comprobó que la epidemia representa mucho más que un problema de salud. Esta es una historia de dolor pero también de lucha. De vidas desgarradas de golpe por este mal, que aún tratan de entender y combatir como pueden. Y de por qué, en pleno siglo XXI, este virus —que con tratamiento ya no es mortal— parece imposible de controlar en esta zona del país.
(*) Este es un trabajo colaborativo entre IDL-Reporteros y CONNECTAS. El trabajo de CONNECTAS se realiza en el marco de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación de las Américas, del International Center for Journalists (ICFJ).