La diligencia fiscal programada para este lunes 3 de febrero se postergó inesperadamente por el allanamiento del local de Fuerza Popular. Con ello solo se acrecentó el suspenso. Es que se trataba de una diligencia poco común, que reúne la investigación de sobornos en los gobiernos de Alejandro Toledo y Alan García a través de la declaración de un testigo central: Luis Nava Guibert.
La notificación del fiscal adjunto Larry Toms Rengifo, del Equipo Especial, había convocado a Nava para testificar sobre la “investigación seguida contra Alejandro Toledo y otros por la presunta comisión del delito contra la Administración Pública, colusión y otros en agravio del Estado”, en los tramos dos y tres del proyecto IIRSA Sur.
¿Nava, ex secretario general de la Presidencia durante el segundo gobierno de Alan García (2006-2011) interrogado sobre la corrupción en el régimen de Toledo (2001-2006)?
Pues sí, y no solo eso.
Su testimonio fue solicitado por la defensa de Toledo para tratar de desmentir la delación acusatoria de Jorge Barata, el ex superintendente de Odebrecht en el Perú, que describió en detalle el pago de decenas de millones de dólares en sobornos a Toledo.
Una cosa es segura, de acuerdo con lo que ha podido averiguar IDL-R: cuando se efectúe, el testimonio de Nava será de abierta contradicción al que dio Barata frente al fiscal José Domingo Pérez. Pero no exculpatorio sino acusatorio, a tenor de lo que el propio Luis Nava Guibert expresó a IDL-Reporteros.
Barata, como reportó esta publicación, declaró ante el fiscal José Domingo Pérez el 24 de abril de 2019, que él no negoció el pago de sobornos con Alan García ni le hizo pago alguno en forma directa. Dijo que fue Luis Nava la persona con la que tuvo que negociar el pago de coimas, bajo condiciones de virtual chantaje.
Esto fue lo que, resumiendo sus propias palabras, dijo Barata:
“En determinado momento estábamos conversando… en la casa de playa del doctor Nava, y él me dijo que sabía que yo había pagado coimas, sobornos al doctor Alejandro Toledo, e insistió en ello 3 o 4 veces, ¿no? Y yo salí de allí, inclusive más temprano de ese evento porque me sentía mal por esta situación. […] Después, en una conversación con el doctor Nava en su gabinete, en Palacio, él me dijo que conocía del asunto porque el […] doctor Yosef Maiman, que había sido el intermediario para el pago de sobornos al doctor Toledo… había buscado al doctor García para contarle … de mi acuerdo … para el pago de coimas al presidente Toledo. [Maiman] contó que […] como la Interoceánica ya se había contratado casi al final del gobierno [de Toledo], solo se había pagado una parte menor de lo acordado, y que naturalmente si el gobierno del presidente García ayudaba a poner en marcha este proyecto, … él iba lograr recibir [sic] lo que faltaba de nosotros. Y esto fue lo que me contó el doctor Nava, ¿no? Y dijo que necesitaba ayudarlo para que las cosas pudieran seguir […] y mi respuesta fue: si es necesario encontrar una forma en que usted esté satisfecho con eso […] ni delate que hubo ese problema con el doctor Toledo, nosotros nos comprometemos a pagarle 3 millones de dólares. [Y así] se pactó el pago de 3 millones de dólares en esa época, en la oficina del doctor Nava, en Palacio de Gobierno”.
En declaraciones a IDL-Reporteros, Luis Nava afirmó con vehemencia que la versión de Barata era completamente falsa, producto de un acuerdo previo entre Barata y Alan García. “Barata y García se pusieron de acuerdo para inculparme”, dijo Nava.
“Yo creo – añadió Nava – que Alan García se puso de acuerdo con Barata no para joderme, sino para cuidarse”.
Nava sostiene que: “Nunca he invitado a mi casa de playa a Barata en 2006. No solo eso: Nunca he invitado a Barata a mi casa de playa; y tampoco ha ido sin invitación”.
“Nunca ha existido un pacto de pago, ni pago por parte de Barata a mi persona [sic]”. “Jorge Barata nunca me dio dinero para mí”.
Excepto en un caso: “Me dio una vez 20 mil dólares, porque Alan me dijo que le pida de su cuenta. Eso fue en mayo de 2008. Alan quería hacer unos gastos por su cumpleaños. Se lo entregué a Alan y este me dio 2 mil dólares para que compre licores y otras cosas”.
Nava recalcó varias veces que la relación entre García y Barata era mucho más cercana que la que este tenía con él mismo.
“Barata solo tuvo dos reuniones conmigo. Con García tuvo 23 reuniones y 22 viajes”, dijo el ex secretario general de la Presidencia.
En 2007 ya García visitaba a Barata en su casa, en Montículo 160, La Planicie, como quedó registrado, por ejemplo, en el programa de actividades presidenciales del 29 de septiembre de 2007.
De hecho, Nava afirma que él solo se enteró de lo que contenían las loncheras que Barata le entregaba a García –según Nava– cuando el método de pagos subrepticios en cash ya estaba en pleno curso.
“¿Como fue la entrega de la lonchera? Yo tampoco sabía que en las loncheras había dinero. ¿Cuándo me entero? En una de las visitas, Barata estaba conversando con Alan, quien me preguntó qué tenía agendado para el viernes. Tenía un mitin y me dijo que agende un almuerzo para ellos dos. Barata dejó su lonchera. Yo le dije …, señor Barata, está dejando su lonchera. Se miran, me miran, se ríen los dos. Y Barata se va. Alan la abrió y me dijo, “es platita para la campaña”. Había 60 mil dólares. Fue durante la segunda vuelta, entre abril y mayo de 2006”.
Según Nava, “las loncheras no solo entraron al local de campaña, sino también entraron a la casa de Alan García”. ¿Cómo puede probarlo? Nava afirma que “tengo un testigo que ha visto que Jorge Barata llevaba las loncheras” a ambos lugares.
Dado que Barata es notoriamente ambiguo al explicar porqué, pese a tener una relación estrecha con García, no se quejó con él por el supuesto chantaje de Nava (o los que se dieron después en los casos de Cuba, Luyo y otros), el ex secretario general de Palacio presiona su réplica:
“Si Barata dice que lo chantajeé por lo de Toledo, ¿por qué no se lo contó a Alan en uno de sus 22 viajes?”
“¿Por qué no lo declaró en el interrogatorio en Curitiba, cuando dijo que le entregó los 31 millones a Toledo?”
“¿Por qué no me echó ahí?”
[…]
“¿Por qué no lo dice en su declaración de febrero del 2018?”
“El 24 de abril de 2019 dice que me pagó para lograr mi silencio…¿Ante quién el silencio, si ya dijo antes que sabía que Maiman había hablado con García?”
“Entonces, ¿qué silencio estaba comprando?”
“Nunca hablé con Barata sobre Toledo”.
Aparte del probable intento de proteger a Alan García, ¿qué otra razón podría tener Barata para inculpar a Nava? ¿Algún arreglo de cuentas?
“¡Claro que es una venganza de Barata!”, exclama Nava.
¿Por qué?
Según Nava, los primeros indicios, el preaviso más bien, de que le aguardaba un porvenir de cabeza de turco vinieron del propio García.
“En diciembre de 2017”, refiere Nava, “Alan me llama y me dice: ¿te acuerdas de Coimbra? [un publicista que los había ayudado en campañas anteriores, de acuerdo con Nava, y que ahora traía un mensaje] Me dicen, dice Alan, que me van a cuidar, pero te van a echar a ti, porque te has portado mal con Barata y él tiene que echar a alguien”.
Poco después, Alan García le dijo al hijo de Nava, José Antonio, que los de Odebrecht “iban a echar a Nava” con la versión del chantaje por las coimas a Toledo. “Alan le dice lo mismo a varios otros”, añade Nava.
¿Hubo realmente una ofensa que llevara a Barata a practicar aquello de que la venganza es un plato que se come frío?
De acuerdo con Nava, el choque entre ambos ocurrió cuando “Barata le pide a Alan que lo ayude a ganar ‘lo de la planta de Taboada’ […] Se presenta y pierde. Le habla a Alan y este lo manda a Consucode y pierde de nuevo. […] Como Alan no le contesta, me busca con insistencia, se puso caprichoso, malcriado. Al final, intercambiamos palabras soeces. [Nava insistió en cambiar la expresión original, mucho más vernacular y divertida, por esta]. Me dice, ya vas a ver. Esto fue en 2009”.
Contactado por IDL-Reporteros, el abogado de Barata, Carlos Kauffmann, indicó que “todas las cuestiones vinculadas al proceso de colaboración en curso son tratadas directamente con la fiscalía”.
Quizá sea necesario terminar este reportaje con un comentario. La colisión de versiones entre las confesiones de dos de los colaboradores más importantes de la justicia en el caso Lava Jato en Perú, no es en absoluto un retroceso, como seguramente se intentará presentarlo, sino el paso previo a la resolución final de la investigación de este caso.
La ya larga experiencia mundial en casos importantes de delación premiada (o colaboración eficaz, si prefieren) en el ámbito del crimen organizado de cuello blanco o de cuello rojo, corporativo o mafioso, indica que la verdad no se desvela casi nunca en un solo acto, en un solo testimonio.
Hay fuertes ambivalencias y conflictos internos entre los delatores/colaboradores; cuentas por saldar; tentaciones de manipular; gente que proteger: Todo investigador experimentado sabe que debe lidiar con eso y que la verdad se consigue por etapas, aplicando presión o incentivos sobre gente con frecuencia inteligente y hábil en la manipulación.
Un choque de versiones permite corroborar la una contra la otra y facilita el trabajo de verificación. Aquellos a quienes se les prueba la mentira suelen perder gran parte o todos los privilegios ganados y eso refuerza a la justicia y lleva a una resolución más rápida de los casos.
En la confrontación actual entre Nava y Barata, habrá perdedores, pero sin duda ganará la verificación y muy probablemente la verdad.