Mario Vargas Llosa no es solo un gran escritor sino uno de los intelectuales públicos más prestigiosos y respetados en el mundo. IDL-Reporteros lo entrevistó para su primera publicación de 2014, sobre varios temas, pero especialmente sobre uno de los hechos y debates que provoca más silenciamientos y distorsiones: el oligopolio en los medios de prensa.
Sea que se esté de acuerdo o se tenga alguna discrepancia con la opinión de Vargas Llosa, es evidente la importancia de conocer con claridad su pensamiento. Por eso, IDL-R buscó acentuar el factor expositivo en la entrevista, cuya primera de dos partes se publica hoy.
En el enconado debate actual sobre la concentración de medios, tu voz ha surgido con fuerza marcando claras divergencias con gente muy cercana a ti.
Así es. Creo que la batalla de este momento es la batalla contra la concentración de la prensa, creo que ese es un tema de una enorme urgencia, porque puede tener un efecto a mediano y largo plazo catastrófico para la Democracia si no conseguimos un consenso amplio en el Perú en favor de una verdadera libertad de prensa, que es incompatible con una concentración de medios como la que se está dando en el Perú.
¿Cuál es, en concreto, tu punto de vista [sobre cómo enfrentar el problema]? El Comercio ha intentado presentarlo como uno de libertad de prensa.
Yo voy a publicar este domingo [12 de enero] un artículo en Piedra de Toque [su columna quincenal] en el que abordo el tema. Mi posición es [la] que yo creo normal y natural dentro de una concepción democrática de la vida pública: Que es absolutamente importante que exista libertad de prensa, libertad de crítica y que por lo tanto es muy importante que los medios de comunicación reflejen la diversidad de puntos de vista, de opiniones. […]
Eso, para mí, es incompatible con la concentración de los medios de prensa. Y afortunadamente tenemos una Constitución que en ese aspecto es absolutamente clara, pues prohíbe la exclusión, el monopolio y el acaparamiento de la prensa.
Ahora, ha surgido el hecho de la compra de Epensa por El Comercio, que yo creo que entra clarísimamente en contradicción con ese principio constitucional; y frente a eso ha surgido una muy buena iniciativa, la de esos ocho periodistas, que arriesgándose a la muerte civil han hecho una acción de amparo pidiendo que el Poder Judicial declare nulo ese acuerdo comercial.
Yo creo que las razones son obvias. Ningún país democrático digno de ese nombre acepta una concentración de la prensa que le dé a una organización casi el 80 por ciento del mercado informativo.
Todas las sociedades democráticas desarrolladas tienen leyes o principios que impiden el monopolio y el acaparamiento. He estado justamente viendo en estos días qué ocurría en Estados Unidos, Europa. Ninguna democracia, ninguna, permite una concentración semejante; incluso muchas de ellas impiden que haya un cruce…
… la propiedad cruzada de medios de información…
…exactamente, que tengas periódicos y tengas televisiones está prohibido en muchas partes… y en todas hay unos organismos que controlan o que vigilan que no se produzca esa concentración. Nosotros tenemos un principio constitucional al respecto.
La pregunta clave, creo yo, es cuál es la mejor manera de garantizar ese pluralismo informativo y evitar esa concentración.
Yo estoy en contra de leyes especiales en democracias subdesarrolladas. No en democracias desarrolladas. Nadie discute en España, por ejemplo, la función que tiene la Comisión Nacional de la Competencia, que es la que autoriza o no autoriza compras o funciones de órganos de prensa, que puedan ir más allá del 30 por ciento. […]
Pero en los países subdesarrollados, ya sabemos a lo que conducen las leyes de prensa: Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina. […]
Yo creo que con lo que sabemos y con los precedentes que tenemos …, hay que oponerse a que haya una ley de prensa y yo creo que hay que aceptar que la vía judicial es la mejor.
«Mira, yo respaldé a Humala con muchos temores, y sin embargo esos temores eran injustificados. Ha cumplido lo que prometió públicamente en San Marcos».
¿Debería ser entonces [enfrentado y resuelto el problema solo] a través de la vía judicial?
A través de la vía judicial. Puede ser lento, puede llegar a muchas instancias. Llegar a la Corte Suprema, llegar al Tribunal Constitucional y llegar a incluso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos en San José. En buena hora.
Porque yo creo que un debate en el Parlamento, con el enorme desprestigio que este tiene –en todas las encuestas es la institución peor valorada por la opinión pública peruana– es la peor tribuna para que haya un debate alturado, sensato, racional sobre la mejor manera de impedir la concentración de la prensa.
Entonces la ley que se diera sería de todas maneras una ley que no tendría ningún consenso y que se convertiría en un objetivo político para derribarlo o defenderlo o imponerlo. Creo que [eso] solo traería un enorme perjuicio al Gobierno, porque lo acercaría a los gobiernos que han utilizado la ley para abolir la libertad de prensa o, por lo menos, para restringirla.
Entonces, yo creo que el Poder Judicial es la buena vía, y creo que por esa vía hay más posibilidades de obtener consenso. Y en todo caso lo que me parece muy bien es que haya debate, que el debate esté abierto hoy en día y que sea un debate en el que participa cada vez más gente.
Yo creo que desde el punto de vista internacional no hay ninguna duda sobre quién tiene la razón en este debate. No la pueden tener quienes sostienen, con sofismas muy baratos, que tener el 80 por ciento del mercado de ninguna manera limita la diversidad informativa, la diversidad crítica, la diversidad de opiniones…
Entonces, lo que propones es que el Poder Judicial actúe aquí como lo hacen en otros lugares las instituciones reguladoras y que sea quien ordene: ‘Deshagan esta operación. Retrotráigase al estado anterior».
Exactamente. Y eso sería lo ideal en este caso, es decir, sobre todo no presentar esto como una lucha entre dos empresas. Creo que el Poder Judicial debería anular la operación y La República renunciar a absorber Epensa, justamente en defensa de ese principio, de la dispersión de la propiedad de medios de comunicación
¿Y qué pasaría con los Agois, una vez deshecha la operación, si quieren vender?
En buena hora, que lo vendan. Y ojalá entre un tercer grupo a competir. Ojalá.
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Por qué aprobar a Humala
En una entrevista reciente que quizá hayas podido leer, Fernando de Szyszlo dijo que estaba muy preocupado por la estabilidad de la democracia [en el país], pero no mencionaba como factor de inestabilidad a Fujimori, sino más bien a Humala…
Déjame decirte una cosa, Gustavo. Fernando de Szyszlo es mi mejor amigo y es el peruano que yo más admiro. Yo creo que si escarbamos mucho, profundamente, hay unas coincidencias con él que son muy firmes; pero que superficialmente pueda haber diferencias, incluso diferencias grandes en este momento es algo que se da en las mejores familias y en la mejor amistad.
Por cierto que en esa entrevista, Szyszlo declara el respeto y la amistad que existe entre ustedes. Él sospecha que una de las razones por las que tú no manifiestas una crítica más dura es porque sientes sobre ti el peso de la responsabilidad de haber apoyado a Humala; y que si […] pasaras a una oposición directa, entonces la inestabilidad de este gobierno sería mayor. Que tú –y estas son mis palabras–, estarías actuando como un estadista antes que como intelectual, [considerando] la razón de Estado por encima de las convicciones.
No. […] Si yo sintiera que hay cosas que merecen ser criticadas en este gobierno, las criticaría en forma absolutamente clara, transparente, como lo he hecho siempre. Yo no soy un estadista, yo soy un escritor, un señor que cree en la Democracia, que trata de actuar en consecuencia con sus principios, que son principios liberales. Y eso es lo que me lleva a opinar y a defender en este momento a un gobierno al que yo veo acorralado en primer lugar por unos medios que son muy poderosos.
Y en segundo lugar porque haciendo las sumas y las restas y sin desconocer que puede haber cometido muchísimos errores, creo que el balance de la gestión es hasta ahora enormemente positivo.
¿No sientes de que hay un lado oscuro dentro del Gobierno?
Mira, yo creo que hay un lado oscuro en el Poder en el Perú, porque una dictadura como la de Fujimori y Montesinos no puede haber desaparecido tan rápidamente porque estaba profundamente incrustada en todas las instituciones. En todas dejó unas bombas de tiempo y ha seguido operando porque no te olvides que tiene un partido político que la representa y la defiende y tiene además una base popular. Entonces, pensar que la dictadura iba a caer enteramente con Fujimori, yo creo que era bastante ingenuo. No ha sido así y estamos viendo el efecto de las bombas de tiempo que la dictadura ha dejado instaladas.
Pero es un pánico culposo [por parte del Gobierno] el que también existe…
Yo no creo que sea pánico. Yo creo que es una manera de debilitar, de golpear al Gobierno. Están ya en campaña electoral. El APRA y el fujimorismo han iniciado ya su campaña electoral… [y las acciones del Gobierno han sido], no creo que sean por la opinión pública, sino para aplacar a unos medios que clarísimamente ya están en una campaña electoral.
Pero el escándalo López Meneses, con todo lo que tiene de picaresca política, de cosas grotescas y cómicas, también muestra hechos importantes: que un individuo con esas características haya tenido [tal nivel de] protección policial…
Eso indica que tenía un poder que está todavía muy presente en medios policiales, en medios militares, sin ninguna duda…
Pero el escándalo que se ha armado, ¿te parece justificable? A mí me parece que ha habido una hinchazón publicitaria y que un episodio como ese, precisamente porque hay democracia en el Perú, haya provocado la caída de un ministro, la caída de un primer ministro, la del jefe de las Fuerzas Armadas, la expulsión de no sé cuántos generales de la Policía… entonces, el escándalo, ¿justifica toda esa extraordinaria movilización? Si fuera un espíritu democrático profundo el que hubiera detrás de esa movilización estaría bien, pero yo creo que no hay tal cosa. Es un aprovechamiento [de quienes] han estado totalmente identificados con este personaje a lo largo de los diez años de la dictadura…
Pero esas medidas [las de protección policial] se tomaron en buena parte durante este gobierno…
Muy bien, me parece muy bien que las críticas que ha habido, la preocupación que ha habido hayan traído unas consecuencias positivas; y ojalá que esa limpieza, esa purga que se está haciendo de instituciones claves, como son la Fuerza Armada, la Policía, pues que continúe, en buena hora. No estoy contra las críticas, ni mucho menos. Estoy contra una operación que me parece va mucho más allá de la salvaguarda de la Democracia y que me parece que va en la dirección de seguir debilitando a este gobierno, porque quieren reemplazarlo y no quieren hacerlo necesariamente con demócratas más puros, más limpios, sino con los representantes de la dictadura contra la que luchamos y que causó tantos estragos al Perú.
Ahora, ¿no sientes que este Gobierno, en el caso específico de López Meneses, y ante los ataques que venían del fujimorismo y del Apra, que en este caso han estado juntos [… ] entró en pánico? ¿No crees que eso revela, como dije, un sentimiento culposo…?
Yo creo que lo que revela eso es inexperiencia, falta de cuadros. No hay un equipo sólido, que sea coherente, que tenga un denominador común y que vaya en una dirección clara. No. Y eso tiene una explicación, que es que el gobierno que hubiera hecho Humala de no ocurrir las cosas que ocurrieron [hubiera sido] un gobierno que no era este, [hubiera sido] un gobierno que hubiera estado muy cerca de lo que es Maduro, en todo caso de lo que es Correa, Evo Morales. Eso no solo no ha ocurrido sino que yo creo que … hay claramente una evolución hacia formas mucho más modernas y claras de gobernar […] él ha perdido apoyos por una parte de su izquierda y no ha sido capaz de reclutar una gente competente, una gente que sea clara en su misión de hacer del Perú un país moderno, más integrado, con más oportunidades para todos. Entonces sí, en eso hay carencias muy grandes en el Gobierno, sin ninguna duda, pero yo creo que esa es la explicación, que el Humala que ha ganado las elecciones no era el Humala candidato.
Es una persona que ha tenido una afortunadamente buena evolución luego de las elecciones y eso lo ha dejado en cierta confusión, en cierta desorientación, pero siguiendo una línea que yo creo es una línea positiva.
Creo que las acusaciones que hay contra el gobierno, por ejemplo la campaña contra la famosa ‘reelección conyugal’ …
Que es algo sobre lo cual Alan García tiene el copyright y que él empezó a mover prácticamente solo…Bueno, Alan García ya está en campaña electoral… pero Nadine ya dijo que no iba a ser candidata, y no va a ser candidata, eso está clarísimo y es algo que debería tranquilizar a los demócratas. Yo estaba en contra, porque hay una ley que lo prohíbe y las leyes deben ser respetadas.
Pues muy bien, ese es un tema que ya debió haber quedado atrás, pero no … porque sigue la carga monotemática de que la ‘reelección conyugal’ está en marcha. Y no está en marcha… Nadine no va a ser candidata. Entonces, ¿por qué sigue? porque es una manera de hacer campaña electoral, y en segundo lugar por debilitar a un gobierno que despierta una hostilidad… y la despierta no por lo que está haciendo sino por sus orígenes, por su pasado. Eso es básicamente ¿no?
Los empresarios, por ejemplo, ¿tienen alguna razón para quejarse de este gobierno? ¿No están ganando ahora más de lo que han ganado nunca en su vida? ¿Están amenazados los empresarios? ¿En qué están amenazados? El otro día he estado conversando con un empresario que es muy amigo mío y me dijo literalmente que ‘nunca en mi vida he ganado tanto como he ganado en estos años’. Creo que muchos otros empresarios pueden decir lo mismo.
Entonces, ¿cuál es la razón para que los empresarios tengan esa hostilidad para este gobierno?
Porque estaban más contentos, se sentían más seguros con Fujimori. Todavía sigue esa idea absolutamente estúpida, antihistórica, de que una dictadura garantiza más la libertad de empresa, la economía de mercado… está visto que eso solo crea una hostilidad enorme hacia las cosas que yo defiendo: la economía de mercado, la propiedad privada, las empresas privadas… entonces es sorprendente la extraordinaria incultura de la clase dirigente peruana…
¿No es eso, que la clase dirigente peruana, en comparación con otras de Sudamérica, ha sido siempre una de las más reaccionarias…?
No solamente una de las más reaccionarias, también una de las más incultas, de las más ciegas. Lo decía Riva Agüero, que fue muy conservador, la ceguera, la obnubilación mental de la clase dirigente peruana… bueno, si no el Perú no sería lo que es…
Pero el Perú está saliendo de eso, eso es lo importante, está saliendo de eso.
Optimismo
Una de las cosas que más me llama la atención al leerte es el optimismo con el que ves al Perú de hoy. Me encantaría compartirlo, pero si bien veo, como tú, el crecimiento económico, veo también la enorme precariedad sobre la que se sostiene, los tremendos riesgos que ha vivido nuestra democracia desde el 2001…
Yo creo que esa imagen positiva está bastante justificada… no si comparas, digamos, la situación del Perú con lo que es una democracia ideal… pero sí creo que justifica el optimismo si tú comparas el Perú de nuestros días con el Perú de hace 20 años o de hace 50 años.
Vivo en el extranjero desde hace muchos años, y nunca, desde que salí en 1958, he visto que el Perú tuviera una imagen tan positiva como tiene hoy día internacionalmente.
Los cambios son enormes. Hemos pasado de vivir en dictaduras a tener desde el año dos mil una democracia imperfecta, pero que ha funcionado; una democracia que respeta las instituciones, respeta la diversidad, respeta los procesos electorales, respeta el derecho de crítica… en la que se han sucedido tres gobiernos a través de procesos electorales más o menos limpios; gobiernos de diferentes partidos políticos que, sin embargo, yo creo han hecho unas políticas de consenso, a favor de la Democracia, a favor de la economía de mercado, dejando atrás los extremismos ideológicos de un lado y del otro, lo que ha traído al Perú beneficios indiscutibles.
Hemos tenido un desarrollo económico sostenido, uno de los más altos de América Latina, sin ninguna duda; una coexistencia en la diversidad, tensa, como es lógico en un país con los enormes contrastes y deficiencias que todavía son muy visibles, pero en el que se ha venido dando una batalla muy exitosa contra la pobreza… el crecimiento de las clases medias, la aparición de empresarios de origen muy humilde – algunos de ellos extraordinariamente exitosos–, es algo que ha creado un espíritu, digamos, optimista en un sector que era muy pesimista y por eso a veces propicio a aceptar soluciones apocalípticas.
Todos esos hechos, que me parecen muy positivos, están detrás de la imagen que, por ejemplo, estimula mucho a venir a invertir en el Perú.
Lo que tú ves en los medios en el Perú es algo que está en tal contraste con esa realidad objetiva, … que magnifica enormemente los problemas que surgen, que les da una virulencia … que contribuye a crear la idea que el país está al borde del abismo.
Yo no creo que esté al borde del abismo, yo creo que es un país que está mucho mejor de lo que estaba – ¡desde luego!– antes del año dos mil.
Pero ese progreso no parece orientarse hacia la sostenibilidad de la democracia. Luego de los momentos de gran euforia y optimismo que hubo después del derrocamiento de Fujimori, cuando se inició la lucha anticorrupción y cuando pareció que toda la información que salía a la luz iba a ser la vacuna definitiva contra la recurrencia del autoritarismo, luego de eso hemos vivido, sin parar, peligrosamente…
Eso era ingenuo, pensar que eso iba a ocurrir así, que el país iba de la noche a la mañana a experimentar una especie de revelación y que el país entero a partir de entonces iba a conducirse cívicamente, con gran lucidez … eso no iba a ocurrir, es un proceso que está en marcha, con muchas caídas; pero si tú miras, digamos, lo que ocurre en el Perú con un espacio de tiempo suficientemente amplio, yo creo que por lo menos no hay razones para un pesimismo…
Hemos, como he dicho, vivido peligrosamente en términos de sostenimiento de la democracia desde entonces. Cada elección ha sido decidir entre lo menos malo y lo peor…
¡… qué me vas a decir!
… exactamente… Toledo y García; García y Humala; Humala y Fujimori… es decir, cada vez ha habido un peligro más pronunciado y ahora se aproxima otro, que son las elecciones de 2016…
Bueno, daremos la batalla que haya que dar el 2016 también. Pero no precipitemos, no acerquemos el abismo más de lo que realmente está, creo que eso es lo importante.
Mira, yo respaldé a Humala con muchos temores, y sin embargo esos temores eran injustificados. Ha cumplido lo que prometió públicamente en el salón general de San Marcos. Lo está cumpliendo. No hay hasta ahora nada en su conducta personal por reprocharle, ¿no? Por lo contrario. Ha estado dispuesto a romper con su familia, algo que tiene que haber sido muy desgarrador para él, por razones de ética; y entonces … hasta ahora en ese campo estrictamente personal no hay razones como para esa avalancha de críticas y de hostilidad generalizada contra él. A mí me parece muy exagerado exacerbado y en última instancia injusto, porque haciendo el balance yo creo que el balance es positivo.
Que la crítica exista me parece muy bien; y eso es lo que siempre hemos pedido nosotros, que haya crítica, que haya un debate público muy intenso. Pero mi preocupación con la concentración de la prensa es que ese debate se puede ver de pronto asfixiado, ahogado si es que hay una sola voz que monologa, ¿no es cierto?
Pero hasta ahora, yo siento que la cosa se ha mantenido y haciendo las sumas y las restas, yo creo que el balance es mucho más positivo que negativo♦