
El 26 de noviembre de 1999, Fernando Ugaz se graduó de abogado en la universidad Nacional Mayor de San Marcos, con una tesis sobre la confesión sincera y la teoría de la prueba.
La tesis de Ugaz, que lleva el título de “Lineamientos dogmáticos para una teoría general de la prueba: un especial estudio de la confesión y su desenvolvimiento en el proceso penal”, fue examinada y aprobada por un jurado integrado por catedráticos que eran a la vez experimentados abogados penalistas, entre ellos, Pablo Sánchez Velarde (actual fiscal Supremo en lo Penal).
La tesis de Ugaz no se publicó, pero le dio a este el título de abogado que otorgó, a nombre de la Nación, la universidad de San Marcos. Luego, la tesis fue catalogada y guardada, a disposición de cualquier estudioso, en la biblioteca de la facultad de Derecho y Ciencia Política de la San Marcos.
Cuatro años más tarde, en 2003, el entonces juez César Hinostroza Pariachi, obtuvo el grado de maestro (magister) en Ciencias Penales en la universidad de San Martin de Porres (USMP).
A César Hinostroza le fue tan bien con la tesis, que decidió convertirla en libro. La obra – “La confesión sincera en el proceso penal y su tratamiento en el nuevo Código Procesal Penal”– fue publicada en mayo de 2005 con un tiraje de mil ejemplares.
En la primera entrega sobre el caso, IDL-R reveló que el 40 por ciento del libro (117 páginas de 286) era una copia literal de la tesis de Fernando Ugaz, salvo las referencias al Código Procesal Penal (CPP) vigente al momento de la publicación de cada documento.

Después de la segunda entrega, IDL-R examinó la tesis de maestría de Hinostroza, que se titula “Lineamientos dogmáticos para una teoría general de la confesión sincera”.
Al compararla con la tesis de Fernando Ugaz, el plagio saltó a la vista: 102 páginas de 254 de la tesis de Hinostroza Pariachi son copia literal de la de Ugaz, incluidas las notas a pie de página y parte del índice. Las referencias al Código Procesal Penal son exactamente iguales.
Como es sabido, en el ámbito judicial las publicaciones académicas otorgan un puntaje extra a los postulantes a cualquier cargo importante en el Poder Judicial y el Ministerio Público. Y la hasta entonces ascendente carrera judicial de Hinostroza Pariachi despegó.
El 2008 Hinostroza fue nombrado presidente de la Corte Superior de Justicia del Callao (lo fue hasta 2010), y ahora aspira a ser fiscal supremo. Si lo logra, se pondría en línea de carrera para ser fiscal de la Nación.
Al examinar las dos tesis y el libro, la línea de tiempo es contundente: resulta obvio que la tesis de licenciatura de Ugaz (1999) sirvió para que Hinostroza obtuviera el grado de magister en derecho (2003), y para la publicación de su libro después (2005).


Ante la grave evidencia de plagio publicada por IDL-R, Hinostroza Pariachi reaccionó buscando explicar y justificar con versiones que sonaban a libreto de telenovela, pero que, como sucede con algunos culebrones, no son necesariamente imposibles.
El problema es que Hinostroza Pariachi cambió varias veces de guión.
En la primera entrevista, por teléfono, que César Hinostroza tuvo con IDL-Reporteros, dijo que “esa obra”, refiriéndose a su libro, “es auténticamente del que habla. […] Lo mío es con el nuevo Código. está el tratamiento con el nuevo Código”.
De acuerdo con lo que dijo entonces, la diferencia entre la tesis de Ugaz y su libro era la mención al nuevo Código Procesal Penal del 2004.
Luego que IDL-R publicó la primera entrega sobre el masivo plagio, Hinostroza expuso otra versión en una carta aclaratoria enviada a esta publicación y a varios medios de comunicación.
El juez sostuvo en esa versión que contrató a Fernando Ugaz muchos años atrás, en 1995, cuando este era todavía un estudiante, para que recopilara y sistematizara las citas bibliográficas de carácter teórico sobre “el instituto de “La Confesión””.
La colaboración de Ugaz, según escribió entonces Hinostroza, terminó a fines de 1995.
Fernando Ugaz negó con vehemencia la afirmación de Hinostroza Pariachi:“ […] en el año 1999 [yo] no conocía al Dr. Hinostroza, […] afirmar que en 1995 yo le hice una tesis o parte de ella… es falso.”, dijo el abogado a IDL-R.
En la segunda entrega sobre el caso, IDL-R demostró que Hinostroza había mentido. Si no tuvo comunicación con Ugaz a partir de 1995, ¿cómo es que tanto su libro como la tesis de Ugaz contienen notas a pie de página exactamente iguales y en la misma ubicación, que mencionan a autores publicados en 1998 y 1999?

La publicación de IDL-R provocó una nueva versión, la tercera, de Hinostroza Pariachi. En una reveladora entrevista con esta publicación, el juez sostuvo varias cosas nuevas, entre ellas que:
• Había continuado viendo a Ugaz después de 1995 y hasta el 2001. Cuando se le preguntó por qué antes había afirmado lo contrario, dijo que se trataba de “una omisión”.
• No solo lo había conocido, dijo Hinostroza Pariachi, sino lo había contratado para que investigue y redacte para él buena parte de la tesis que presentó como propia a la universidad San Martín.
César Hinostroza (CH): Eso empieza en el 95. En el 95 lo conozco. Yo estudiaba la maestría en la San Martín. Me recomendó un profesor. Me dice que hay un chico que se dedica, que tiene buena bibliografía que puede ayudarte en la parte teórica.
IDL-R: ¿…cuánto le pagó?
CH: […] Es una cuestión de relación del estudiante con el magistrado, el docente o el investigador. Se le encargó desarrollar el marco teórico sobre la confesión en general. ¿Cuánto va a ser? Pactamos más o menos 3500 soles. Me dijo, mensual doctor. No, le dije. Yo no puedo pagar mensual. Te pago de acuerdo a los avances del trabajo. […] Hubo seis o siete avances […] Generalmente el avance se le daba 500 soles. Y ya en la última entrega, el borrador final fue entre 2000 o 2001”.
[…]
IDL-R: ¿Estas 117 página en su libro, 102 en su tesis, las redactó él?
CH: ¡Por encargo mío, previo pago! Porque ese era el trabajo, como lo hizo para mucha gente en desarrollar determinados capítulos, determinados temas […] Él se dedicaba a eso. Se le encargaba hacer un trabajo, y si yo le pago ese trabajo es mío, ¿o es de él?”.
Fernando Ugaz, entrevistado por IDL-R, niega enfáticamente las afirmaciones de Hinostroza.
Pero hay algo que ninguno de los dos ha podido explicar. En la página 2 de la tesis de Hinostroza Pariachi, Fernando Ugaz aparece como “personal auxiliar” dentro del “equipo de investigación” consignado en la tesis.

IDL-R: Doctor Hinostroza, en su tesis Fernando Ugaz figura como auxiliar.
CH: ¿Auxiliar?
IDL-R: Sí.
CH: ¿En la tesis de quién?
IDL-R: En su tesis.
CH: Ah, ya. Auxiliar. Bueno, su nombre quizás…era estudiante de derecho. (…) Debió ser colaborador. Pero en realidad se puso personal auxiliar. Bueno el auxilio, el auxiliar es como un colaborador.
Al ser interrogado por IDL-R, Fernando Ugaz insistió en que no fue su asistente. “No colaboré con él”.
¿La plata blanquea el plagio?
César Hinostroza Pariachi insistió, en una reciente carta enviada a IDL-R y que ha sido difundida este viernes 26 de abril, en que “no puede hablarse de plagio cuando una persona colabora y trabaja para otra y recibe a cambio una remuneración como contraprestación y la persona sabe en todo momento el uso y la finalidad que se dará a dicho trabajo”.
En resumen: la hasta ahora última versión de Hinostroza Pariachi no solo reconoce implícitamente la copia masiva, sino acepta que las decenas de páginas de texto copiado fueron escritas por Fernando Ugaz, para él. Si copio pero pago no es plagio, es en resumen el argumento de Hinostroza Pariachi.
Sí es plagio, aclaran los expertos en el tema. Especialistas en derechos de autor y funcionarios del Indecopi consultados por IDL-R coincidieron en que Hinostroza Pariachi incurrió en plagio.
Rubén Ugarteche, director general de Apdayc, (Asociación Peruana de Autores y Compositores) indicó que “lo hecho por el juez es plagio a pesar de que el trabajo haya sido hecho por encargo”, porque se atribuyó la autoría de un texto que no era suyo.
“Hinostroza confunde los derechos patrimoniales, aquellos referidos al valor y uso comercial de un producto, y los derechos de autor, que versan sobre el derecho al reconocimiento de la paternidad de una obra, en este caso intelectual”, dijo Ugarteche, quien trabajó por más de una década como funcionario de Indecopi.
¿Consecuencias?
Además de la posibilidad de afrontar un juicio por plagio, César Hinostroza también podría perder el grado académico de magister en Ciencias Penales.

Iván Rodríguez, ex presidente de la Asamblea Nacional de Rectores (ANR), indicó a IDL-R que “si se descubre a posteriori un plagio, tiene que haber una denuncia. Tienen para escoger la vía administrativa en la universidad, la penal en el Poder Judicial. La universidad tendría que darle trámite, y si se comprueba tendrían que resolver caminando por la nulidad del otorgamiento del grado”.
Moisés Tambini del Valle, el ex abogado personal de Alan García y profesional de controvertida trayectoria, es quien dirige la Escuela de Postgrado de la USMP.
Entrevistado por IDL-R, Tambini indicó que la universidad nunca había tenido un caso de esa naturaleza. “Pondré en conocimiento este hecho. Luego que se proceda a investigar, se tomarán las medidas respectivas de sanción o de anulación. En fin, ya se contemplará de acuerdo a la ley universitaria”, dijo el abogado.
“Nosotros somos muy rigurosos y cuidadosos en aprobar la sustentación de la tesis”, indicó Tambini, quien se apresuró a decir que no integró el jurado que le otorgó el grado de magister a Hinostroza. Sin embargo, este lo desmiente y sostiene que Tambini estuvo ahí.

IDL-Reporteros supo que la Segunda Fiscalía Provincial Penal Especializada en Delitos Aduaneros y contra la Propiedad Intelectual, a cargo del fiscal Miguel Ángel Puicón, ha iniciado una investigación del caso. Hasta el cierre de esta edición, el Consejo Nacional de la Magistratura no se había dado por aludido.
Construir una carrera y un prestigio intelectual apropiándose de la obra de otros, es particularmente grave en el ámbito judicial, donde se supone que el criterio de un juez está fundamentado en su formación intelectual.
Sin embargo, según Hinostroza Pariachi, esta es una práctica común entre magistrados que contratan a abogados con capacidad investigativa para que escriban parte de sus obras.
La reacción o el silencio del Poder Judicial indicarán si Hinostroza Pariachi tuvo o no razón.
Plagio aquí, plagio allá Sería un error considerar el plagio como un recurso exclusivo de algún juez peruano con más ambiciones que cultura. Políticos de otros países, de manera deliberada o –según sus versiones- por errores involuntarios han incurrido en plagio. Esto les ha costado el retiro del grado académico, y en muchos casos, ha significado el fin de sus carreras en la política. En febrero pasado, en Alemania, la entonces ministra de Educación y Ciencia, Annette Schavan, amiga y cercana colaboradora de la canciller Angela Merkel, renunció al cargo luego que se conociera que la Universidad de Düsseldorf le revocó el grado de doctora en Filosofía por evidencias de plagio en su tesis. Schavan no es la primera funcionaria del gobierno de Merkel que dimite por un escándalo de esta naturaleza. En marzo del 2011, Karl Theodor zu Guttenberg, entonces ministro de Defensa y estrella ascendente del partido conservador alemán CSU, presentó su renuncia al descubrirse que alrededor del 20 por ciento de su tesis doctoral constituía un plagio, lo cual –jugando con su apellido- le valió el apodo “zu Googleberg”. En abril del 2012, el entonces presidente de Hungría, Pál Schmitt, renunció a la Presidencia por el escándalo producido tras conocerse que plagió parte de su tesis doctoral. Diversos medios de comunicación de ese país revelaron que el 75 por ciento de su tesis eran plagio de dos trabajos académicos. En América Latina el caso más reciente se produjo en Ecuador. A inicios de este año se conoció que el actual vicepresidente, Jorge Glas, copió en su tesis de licenciatura en la Escuela Politécnica del Litoral (ESPOl) capítulos enteros de páginas de internet como monografias.com y “el rincón del vago”. A pesar de las evidencias, Jorge Glas negó el plagio. La universidad inició una investigación, pero el funcionario aún conserva el título. En periodismo, algunas carreras promisorias han recibido un bochornoso castigo al descubrirse un plagio. En marzo del 2011, una de las más reputadas periodistas de investigación del Washington Post y ganadora de tres premios Pulitzer, Sari Horwitz, fue suspendida por el diario tras descubrir que en más de una ocasión plagió partes de artículos de otros periodistas. La reportera, avergonzada, se disculpó públicamente por haber cometido lo que el código de ética del diario considera “uno de los pecados imperdonables del periodismo”. En agosto de 2012, otro reconocido periodista, Fareed Zakaria, también fue suspendido temporalmente por la revista Time, el diario The Washington Post y la cadena de televisión noticiosa CNN. Los medios descubrieron que Zakaria plagió parte de un artículo publicado en The New Yorker. Zakaria, poseedor de una trayectoria académica notable, pidió disculpas públicas por el error y renunció a su puesto en el consejo de gobierno de la universidad de Yale. En ambos casos el plagio cometido significó una mancha imborrable en su prestigio profesional♦
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