En la tarde de ayer, martes 28, el ministro de Salud, Víctor Zamora, convocó una conferencia de prensa, flanqueado por su plana mayor y algún invitado, para responder la publicación de IDL-Reporteros, hecha unas horas antes, cuyo titular es auto explicativo: “Los muertos que el Gobierno no cuenta”.
La nota, como saben, muestra y demuestra la gran disparidad de cifras de muertos por COVID 19 que existe entre los reportes que da a conocer el Ministerio de Salud, con las que provienen de la realidad: de los decesos en hospitales, clínicas, hogares, instituciones de seguridad, prisiones y la calle; y que provienen también de las muchas cremaciones y los pocos entierros que se realizan bajo el protocolo establecido para las víctimas mortales de la pandemia.
IDL-Reporteros demostró que, frente a los 330 fallecidos por COVID 19 reportados por el Minsa en Lima y Callao al 24 de abril, los reportes de dos centros funerarios: Piedrangel y Campo Fe, daban 1073 muertos por el mismo concepto, en la misma área y la misma fecha: es decir, más del triple de la cifra del ministerio de Salud.
Hay, en toda encuesta, todo censo un margen de error o de aproximación. Ese margen se amplía o angosta dependiendo de la coherencia de la metodología y la calidad de la muestra, entre otras cosas. Cuanto más pequeño el margen, más útil será la información.
Un margen mayor al 300% solo sirve para saber que hay un nivel escandaloso de error, que le da un tamaño mucho mayor que la realidad.
«En una sociedad democrática, el periodismo no tiene que pedirle permiso a nadie para investigar asuntos de importancia pública»
En su conferencia de prensa, el ministro Zamora intentó, sin embargo, demostrar que se estaba contando dos cosas diferentes, que en todo el mundo había diferencias significativas en ese tipo de estadísticas y, sobre todo, que la nota de IDL-Reporteros (al que no mencionó por nombre, pero sí mostró el reportaje impreso), “desliza la duda y la sospecha” y que la “información sesgada y tendenciosa que genera confusión […] los informes sesgados, incompletos, minan la moral de un conjunto de profesionales, técnicos, trabajadores de la salud y de todo el pueblo peruano que está haciendo un enorme esfuerzo de combatir a un enemigo gigante”.
Zamora llamó finalmente “a nuestros colegas de los medios de comunicación a que nos ayuden a transmitir un mensaje de esperanza, un mensaje de fuerza”.
Cuando Zamora llevó a cabo su conferencia de prensa, IDL-Reporteros estaba fuera de la Red. El servidor donde se aloja la publicación colapsó luego de que decenas de miles de visitantes en poco tiempo, coincidieran con un ataque de bots que saturó la capacidad de respuesta del servidor. Poco antes, hubo una suerte de ofensiva de trols, que atacaron a esta publicación por la nota que acababa de salir.
El hecho es que IDL-Reporteros estuvo fuera de la red por más de cinco horas y que todo indica que el ataque de bots tuvo que ver con ello. No estamos aún en condiciones de decir quién coordinó, ordenó y perpetró el ataque. Lo sabremos, espero, dentro de no mucho tiempo. Pero el hecho es que el ataque a IDL-R fue por la publicación del reportaje.
Toda la respuesta que merece a estas alturas Zamora es una simple pregunta: ¿Es verdad o no lo que reveló IDL-Reporteros?
Por supuesto que es verdad, del comienzo hasta el final, dato tras dato, caso tras caso.
¿Es una verdad incómoda? Sin duda lo es.
¿La gente merece conocer esa verdad? ¿Debe conocerla? ¿De qué manera se puede pensar en combatir la pandemia sin información precisa?
¿Que el Minsa solo reporta casos de COVID 19 confirmados por una prueba? No es verdad. Si lo hiciera, dado el tremendo déficit de pruebas, sería no solo una estadística pobre sino divorciada de la realidad. Pero tampoco es así.
Vean, por ejemplo, parte de este comunicado sobre diferencias metodológicas en Piura:
Ahí se acusa al Minsa de haber computado como casos de COVID a “34 personas fallecidas cuya causa de muerte no ha sido confirmada”. El comunicado es del 26 de abril de este año.
En esta página de gobierno regional de Loreto, del 27 de abril, se lista los fallecimientos de personas con infección COVID confirmada y los sospechosos de haberla tenido.
¿Y es verdad, como dijo Mazzetti en la conferencia de prensa, que “cualquier persona que no ha muerto atropellada o asesinada o en flagrancia es considerada sospechosa” [de COVID]?
No. No es verdad, en los múltiples registros en hospitales que IDL-R leyó y tabuló, las causas de muerte consignadas son múltiples. Y el registro de quienes, con prueba o sin ella, murieron con los síntomas clínicos de COVID, en las áreas específicas, sujetos a protocolos determinados de disposición de cadáveres, es también claro y preciso. De esos registros, entre otros, IDL-R recogió y compiló las víctimas reales del COVID-19.
La información, a su turno, fue reunida y compilada por las compañías encargadas de la cremación (y, más recientemente, del entierro también de las víctimas COVID), cuyo protocolo del tratamiento de cadáveres víctimas del COVID es diferente al de los fallecidos por otras causas.
En resumen, la investigación arrojó una enorme discrepancia entre las cifras oficiales del Minsa y las más graves que provienen de la trágica realidad actual. Publicarla sirvió mucho al interés público de conocer qué realidad enfrenta y, con base en la información real, encontrar las mejores estrategias frente a la pandemia.
En una sociedad democrática, el periodismo no tiene que pedirle permiso a nadie para investigar asuntos de importancia pública. En una emergencia como la actual, IDL-Reporteros cumple con los deberes más básicos del periodismo al buscar que los ciudadanos puedan tener la información verdadera que las autoridades, a tenor de lo visto, no hicieron conocer.
IDL-R seguirá investigando y revelando los asuntos de importancia pública, en este caso los de la pandemia, que ilustren a la gente con información relevante en un momento de grave crisis como el actual.