La corrupción es ahora, y todo indica que lo será en los meses siguientes, el tema central en la discusión pública y, muy probablemente, en la campaña electoral. Eso, en principio, plantea un problema lógico. ¿Cómo podrá discutir sobre ello una buena parte de los candidatos, cuya trayectoria parece un prontuario a contraluz? Así que nada indica que la lógica vaya a jugar un papel ni ahora en el debate público ni luego en la campaña presidencial.
La implícita premisa sobre la que se manejarán campañas y contracampañas será que si casi todos los candidatos resultan bribones [aunque lo sean de diverso calibre y categoría] no será ese el asunto, por importante que le parezca a la gente, que determine al ganador o la ganadora.
La gente votará asqueada, pero votará. Por quien parezca ofrecer ventajas comparativas aparte de su deshonestidad.
Eso no querrá decir que la corrupción deje de ser un tema de campaña, sino que, establecida la premisa anterior, quien sufrirá más por las acusaciones de bribonería no será el más corrupto sino el más lorna entre los candidatos, el que sepa defenderse menos, el que tenga menos destreza para contraatacar y demuestre menos habilidad en tirar barro con rostro de canónigo.
Entre un corruptón lorna y un ladronzazo astuto la gente tenderá a votar por este último, pues preferirá un tipo, o una tipa, hábil en la presidencia antes que a un bobalicón deshonesto, aunque este robe como carterista y aquel más que los 40 ladrones de Ali Babá.
¿Habrá lugar en ese escenario para el proverbial outsider, el forastero misterioso que se lleva por delante a los forajidos del pueblo? Lo dejo para otro artículo, pero por lo pronto adelantaré un par de ideas: una; si el candidato es políticamente lerdo [lo cual quiere decir, entre otras cosas, desprovisto o bajo de carisma], no ganará aunque provenga del monasterio del Monte de Athos; y dos; si tuviéramos el equivalente de un Pepe Mujica, ese sí ganaba; pero no lo tenemos ¿o me equivoco?
Hay un caso sobre corrupción, sin embargo, que puede alterar la premisa mencionada y sus consecuencias en los meses que vienen.
Es, lo habrán adivinado, el caso Lava Jato, que da sorpresas virtualmente todas las semanas, casi cada una de las cuales es un conjunto de revelaciones cargadas con la fuerza de un auto sacramental escrito en Excel.
Si no logran abortarlo en Brasil, como sucedió con el caso mucho menor de ‘Castillo de Arena’, las repercusiones y revelaciones de Lava Jato llegarán con gran fuerza al Perú, como lo harán en Panamá, Venezuela, Bolivia, Ecuador y en varias otras naciones.
Es muy poco probable que en el actual estado de cosas en Brasil, sea posible hundir las investigaciones de Lava Jato con base en formalidades jurídicas, aunque se intenta e intentará hacerlo. La opinión pública brasileña, movilizada como pocas veces en su historia, no lo permitiría.
La decisión del juez Sergio Moro – respaldado en ello por los fiscales de la Fuerza de Tarea que llevan adelante la investigación con la Policía Federal –, de hacer públicos casi todos los pasos del proceso, ha permitido una cobertura constante de las espectaculares delaciones de los grandes ejecutivos sobornados o sobornadores, convertidos en reos arrepentidos cuyas confesiones reconstruyen en detalle el proceso de sus crímenes y llevan a revelar otros, a notable velocidad.
¿Cuáles son los casos dentro de Lava Jato que podrían significar una revelación de fechorías en nuestro país? Son varios, pero ahora mencionaré unos pocos.
• Según fuentes bien informadas, que pidieron reserva de identidad, es muy probable que el ex presidente de OAS, Léo Pinheiro ingrese en un programa de colaboración o delación premiada. Pinheiro se mantuvo hasta ahora entre los irreductibles, que no aceptaron culpabilidad alguna y se negaron a colaborar. Fue condenado hace poco por el juez Moro a 16 años de prisión por los delitos hasta ahora probados. Convencido, según las fuentes, de que si no colabora pasará largos años en prisión, Pinheiro se convertiría en delator premiado para rebajar su sentencia.
Como se sabe, los casos más puntualmente descritos de dinero en efectivo contrabandeado al Perú por doleiros, fueron para OAS. Los contrabandistas [Rafael Angulo y Leonardo Meirelles entre otros], pasaron el dinero sin saber a quién sería entregado. Con la eventual delación premiada de Pinheiro, se podrá conocer las identidades de los sobornados.
• A su turno, Marcelo Odebrecht, deberá tomar relativamente pronto la decisión de si colaborar o no con los investigadores. Hasta ahora los rumores de que iba a entrar en un esquema de delación, han sido desmentidos. Pero, en la medida que avanza la investigación y, – pese a la intensa movilización de la corporación en su propia defensa –, se agrava la situación de Odebrecht y otros inculpados, la utilidad de la colaboración para el acusado depende de cuán temprana sea esta. Si los fiscales obtienen por otros medios la información que necesitan, no tendrán interés en aceptar un eventual ofrecimiento de colaboración de Odebrecht.
A diferencia de lo que, según diversas informaciones, Marcelo Odebrecht pensó inicialmente que iba a suceder, su posición ha empeorado desde su arresto en junio pasado.
La colaboración de los fiscales suizos ha permitido, entre otras cosas descubrir que: a) Odebrecht mintió al negar la existencia de offshores propias vinculadas a pagos ilegales; b) mintió también al decir que no tenía relación con la offshore Constructora del Sur, de Panamá; c) mintió al aseverar que nunca había depositado o recibido dinero en o de esa offshore; d) mintió también al indicar que no había tenido nada que ver con las otras cuentas de offshores en las que varios ex-ejecutivos de Petrobras recibieron coimas.
En el contexto de las investigaciones anticorrupción lideradas por el juez Moro, se ha propuesto una reforma legislativa para que el sentenciado en segunda instancia pase de inmediato a cumplir con su condena, y no cuando termine el juicio.
Si eso ocurre, ante la posibilidad de pasar pronto a sentenciado con una pena presumiblemente severa, entrar a negociar podrá parecer, de lejos, la mejor solución para Odebrecht. Pero como entonces puede ser tarde, la presión se da ahora.
Sin embargo, al preguntar a Rodrigo Vilar, encargado de comunicaciones de Odebrecht Latinvest en Perú, si Marcelo Odebrecht estaba “contemplando […] una colaboración con los fiscales y el juez”, su respuesta por email fue: “La defensa del ejecutivo de Odebrecht no está considerando hacer delación premiada”.
Si, pese a lo que se declara ahora, Odebrecht entrara en un programa de delación premiada, sus revelaciones, en caso de hacerlas sin reserva, podrían cambiar el mapa político y quizá cultural de América Latina, empezando por el Perú. Habría varios que probablemente escogerían hacer penitencia ante el Cristo del Pacífico antes de enfrentar a la justicia.
De otra manera, los resultados tardarán algo más, pero probablemente lleguen de todas formas. La semana pasada, el ex contralor de Panamá, Alvin Weeden, presentó un recurso a la procuradora general de ese país, Kenia Porcell, demandando que se investigue todos los movimientos y beneficiarios de las cuentas de Constructora Internacional del Sur, la compañía que Odebrecht utilizó como intermediaria para hacer pagos clandestinos a funcionarios de Petrobras.
Tres millones, de los cincuenta que recibió la Constructora Internacional del Sur, terminaron, como se sabe, en cuentas de funcionarios corruptos de Petrobras.
¿A la cuenta de quiénes fueron los otros 47 millones? La respuesta no está lejana, será seguramente reveladora y abrirá el camino a muchos otros descubrimientos investigativos, que, al final de pruebas, juicios y penas, podrán cambiar considerablemente, en favor de la honestidad, la política y los negocios en América Latina.
(*) Publicado en la edición 2405 de la revista Caretas.